Nietzsche: De la voluntad de ficción a la voluntad de poder
Vásquez Rocca, Adolfo, "Nietzsche:
De la voluntad de ficción al pathos de la verdad. Aproximación
estético-epistemológica a la concepción biológica de lo literario",
En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas -
Universidad Complutense de Madrid, NÓMADAS. 36 | Julio-Diciembre 2012
(II) pp. 315-338
http://www.theoria.eu/nomadas/36/adolfovrocca.pdf
Vásquez Rocca, Adolfo, “Nietzsche: de la voluntad de poder a la voluntad de ficción como postulado epistemológico”,
En Revista NÓMADAS Nº 37 – 2012, pp. 41 – 53, Instituto de Estudios
Sociales Contemporáneos, Facultad de Ciencias Sociales, Humanidades y
Arte –Universidad Central, Colombia.
http://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/4052835.pdf
El presente Artículo: “NIETZSCHE: DE LA VOLUNTAD DE FICCIÓN A LA VOLUNTAD DE PODER; APROXIMACIÓN ESTÉTICO – EPISTEMOLÓGICA A LA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DE LO LITERARIO” – Adolfo
Vásquez Rocca, 2013, forma parte del Proyecto de Investigación:
“Sloterdijk y Nietzsche: De las Antropotécnicas a la Genealogía de la
moral” desarrollado con el apoyo del Consejo Nacional de Investigación y
Competitividad (CNIC). – Parte del mismo se nutre de los Coloquios y
diálogos sostenidos con el Dr. Humberto Maturana en el marco del
“Proyecto investigación-acción – Filosofía Espontánea”, y del Magíster
en Biología Cultural, dictado por la Escuela Matríztica de Santiago y la
Universidad Mayor, UA. Investigador Responsable: Dr. Adolfo Vásquez
Rocca
By redazionerosebud •
Introducción
Se reflexiona sobre las bases del
perspectivismo de Nietzsche, así como uno de sus supuestos
fundamentales: el carácter ficcional de la realidad. De igual forma se
profundizará en la concepción antropológica según la cual el hombre es
un animal de ficciones para el cual conocer es simplemente trabajar con
su metáfora favorita, siendo así la construcción de metáforas el
instinto fundamental del hombre. Asimismo, siguiendo a Nietzsche, se
intentará demostrar el carácter ficticio de la noción de sujeto, con las
consecuencias epistemológicas que esta tesis comporta para el método
genealógico.
“Introducir un sentido –esta tarea aún permanece bajo el estatuto absoluto de lo que está por lograrse, si se admite que en ella no reside sentido alguno”.[1]
F. Nietzsche
“La singularidad del psicoanálisis, la
singularidad que le confiere toda su fuerza de ruptura y toda su
amplitud de época, consiste en haber inaugurado un modo de pensamiento
que disuelve el sentido por principio, que no sólo simplemente lo
reenvía fuera de la verdad y fuera del rigor (como podían hacerlo, aun
en tiempos de Freud, otros vieneses), sino que destituye el sentido por
principio, reconduciéndolo a su demanda y exponiendo la verdad como
decepción de la demanda”.[2]
Jean-Luc Nancy
“En algún apartado rincón
del universo, desperdigado de innumerables y centelleantes sistemas
solares, hubo una vez un astro en el que animales astutos inventaron el
conocer. Fue el minuto más soberbio y más falaz de la Historia
Universal, pero, a fin de cuentas, sólo un minuto. Tras un par de
respiraciones de la naturaleza, el astro se entumeció y los animales
astutos tuvieron que perecer. Alguien podría inventar una fábula como
ésta y, sin embargo, no habría ilustrado suficientemente, cuán
lamentable y sombrío, cuán estéril y arbitrario es el aspecto que tiene
el intelecto humano dentro de la naturaleza; hubo eternidades en las que
no existió, cuando de nuevo se acabe todo para él, no habrá sucedido
nada. Porque no hay para ese intelecto ninguna misión ulterior que
conduzca más allá de la vida humana. No es sino humano, y solamente su
poseedor y creador lo toma tan patéticamente como si en él girasen los
goznes del mundo. Pero si pudiéramos entendernos con un mosquito,
llegaríamos a saber, que también él navega por el aire con ese mismo
pathos y se siente el centro volante de este mundo. Nada hay en la
naturaleza tan despreciable e insignificante que, con un mínimo soplo de
aquel poder del conocimiento, no se hinche inmediatamente como un odre;
y del mismo modo que cualquier mozo de cuadra quiere tener sus
admiradores, el más orgulloso de los hombres, el filósofo, quiere que
desde todas partes, los ojos del universo tengan telescópicamente puesta
su mirada sobre sus acciones y pensamientos”.[3]
F. Nietzsche
I.-
La crítica que Nietzsche hace del
concepto de sujeto penetra en los mecanismos más recónditos de su
genealogía. En esta línea crítica, nociones como las de conciencia, yo,
son deconstruidas en el marco del discurso nietzscheano que socava los
fundamentos de la metafísica occidental. Tal es así que se hace depender
la eliminación completa de la metafísica del ser, la muerte de Dios y
la ruina de la voluntad de verdad del efectivo desenmascaramiento, como
infundada, de la creencia en la identidad y en la causalidad del sujeto.
Demostrado así el carácter ficticio de la
noción de sujeto, el análisis genealógico comienza a extraer las
consecuencias de este descubrimiento, siendo la primera la de que no
existe una “naturaleza humana” un hombre genérico, la humanitas, sino que tan sólo existen individuos.
La pretensión última de Nietzsche es
transformar el sentido mismo de la noción de sujeto, librar al individuo
del rígido corsé de la identidad y la unidad sustancial y abrirlo a la
experiencia cambiante del devenir de las apariencias, abrirlo a la
diferencia de maneras de ser más allá de puntos de referencia
dogmáticamente inamovibles y categóricamente normativos.
Se trata de una ruptura de la
delimitación de lo individual para salir a una plenitud en la
experimentación continua de lo otro y en las transformaciones del yo que
esto supone, en olvido de una falsa unidad sustancialmente reactiva.
Ahora bien, si se tiene esto debidamente
en cuenta, puede evitarse la grave equivocación de confundir la adopción
por parte de Nietzsche, del cuerpo como hilo conductor para la
interpretación de la subjetividad, con una mera reducción de la
pluralidad intrasubjetiva a las fuerzas del inconsciente corporal.
Nietzsche no desenmascara la creencia en
el yo, en la conciencia como instancia primaria y sede de la identidad
del individuo para dar, a continuación este puesto a los instintos, a la
voluntad de poder inconsciente. Se equivocan quienes afirman, como
posición teórica de Nietzsche, la inversión materialista de lo
espiritual y su reducción a las reacciones básicas del organismo. Pues
en Nietzsche no se puede hablar en sentido estricto de instintos ni de
impulsos inconscientes originarios como fondo constitutivo de la
“naturaleza humana”. El hombre no tiene “naturaleza” (ser) alguna, es
historia, devenir, y nada hay que perdure en él como elemento
invariable.
La ficción del sujeto o del yo, no es más
que una máscara –un centro provisional– que se desplaza continuamente,
poniendo en escena a un personaje u otro según las exigencias de las
circunstancias, dejando en un segundo plano a otros tantos que virtual o
potencialmente también somos.
Esta idea se deriva, en el planteamiento
de Nietzsche, de la tesis según la cual el hombre ha aprendido, en
realidad, a hacerse consciente de sí mismo por exigencias de su vida en
sociedad. De modo que la conciencia no formaría parte estrictamente
hablando, de la existencia individual, sino más bien de lo que
pertenece, en cada individuo, a la sociedad y al rebaño. Hemos aprendido
a fijar y a determinar las impresiones de nuestros sentidos en el
lenguaje, en la gesticulación, a medida que aumentaba la necesidad de
comunicarlas a otras personas por medio de signos. Este hombre inventor
de signos es el hombre consciente de sí. Por tanto si la conciencia se
ha desarrollado a partir de esta necesidad de comunicación, su trasfondo
no está constituido por el núcleo de la individualidad, sino al
contrario, por aquello que en el individuo hay de pre-individual, de
social.
La idea de sujeto[4] como ficción lógica,
uno de los tópicos del que se ocupa el presente escrito, es un tema
largamente desarrollado por Nietzsche en sus Fragmentos Póstumos.
Desubstancializada la subjetividad, la categoría de sujeto se torna una
ficción regulativa, una categoría útil y acorde con la necesidad de
logicización del mundo. La noción de sujeto y de ‘yo’ opera como una
ficción lógica, como un esquema operativo construido por la razón. La
lógica está ligada a la condición y al supuesto de cosas idénticas y de
unidades estables y ficciones útiles.
Nietzsche afirma que la fuente original
del lenguaje y del conocimiento no está en la lógica sino en la
imaginación. En la capacidad radical e innovadora que tiene la mente
humana de crear metáforas, enigmas y modelos. El edificio de la ciencia
se alza sobre las arenas movedizas de ese origen. Es aquí donde cabe
preguntarse por el estatuto epistemológico de “la verdad”, dónde
ubicarla.
A la pregunta ¿qué es la verdad?
Nietzsche ha contestado de modo original y brillante, con alcances
poéticos y metafóricos difíciles de precisar:
“¿Qué es entonces el la verdad? Una
hueste en movimiento de metáforas, metonimias, antropomorfismos, en
resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas que han sido
realzadas, extrapoladas y adornadas poética y retóricamente y que
después de un prolongado uso, un pueblo considera firmes, canónicas y
vinculantes. Las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo
son; metáforas que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible,
monedas que han perdido su troquelado y no son ahora ya consideradas
como monedas, sino como metal.”[5]
Estos supuestos dan la clave de la
respuesta de Nietzsche a la pregunta por el impulso a la verdad. El
hombre es un animal social y ha adquirido el compromiso moral de “mentir
gregariamente”, pero con el tiempo y el uso inveterado “…se olvida
[...] de su situación [...] por tanto miente inconscientemente y en
virtud de hábitos seculares y precisamente en virtud de esta
inconsciencia [...] de este olvido, adquiere el sentimiento de verdad.”[6]
Nietzsche sostiene que la vida y la
ciencia no son posibles sin concepciones falsas o imaginarias
(ficticias); y en esto sigue a Schopenhauer, y probablemente a Richard
Wagner en su doctrina de la “alucinación”[7].
La verdad será por su parte –para
Foucault– “esa especie de error que tiene a su favor el no poder ser
refutada, porque la larga cocción de la historia la ha vuelto
inalterable.”[8]
La verdad es un “invento”, un producto
histórico, fruto de diversos avatares, luchas, azares y errores. Es su
historia –olvidada- lo que la constituye como verdad.
Esta necesidad de metáfora Nietzsche la
lleva a todos los campos humanos, tanto los del saber como los del
lenguaje. Se convierte en un impulso fundamental del hombre del que no
se puede prescindir ni un instante aún cuando esté produciendo conceptos
para la ciencia. Sobre todo, esto se ve en la capacidad del hombre de
hacer arte y de elaborar mitos que:
“...continuamente muestran el
afán de configurar el mundo existente del hombre despierto, haciéndolo
tan abigarradamente irregular, tan inconsecuente, tan inconexo, tan
encantador y eternamente nuevo, como lo es el mundo de los sueños.”[9]
Nietzsche propone una lectura de la ciencia nueva como gaya ciencia[10]
imaginando que su metaforología responde al problema del nihilismo,
esto es introduciendo sentido en un mundo caracterizado por la ausencia
de éste. De este modo el sujeto moderno es develado como “sombra” de
Dios, que ocupa su lugar una vez muerto éste y que, desde su carácter
fundacional, se constituye en figura de la interioridad frente al mundo
devenido objeto.
Así Nietzsche somete la mente a una
terapia con la que podemos desembarazarnos del viejo paradigma
metafísico de la búsqueda obsesiva de la verdad, de la manía de acceder a
una realidad que nos condenaba a la irrealidad mientras no la
pudiésemos capturar. Con ellos nos podemos liberar del resbaladizo, por
“irreal”, principio de realidad. Y abrirnos a la “experiencia fabulizada
de la realidad”[11]. Y no en nombre de un nuevo fundamento más real y
verdadero, sino en la devolución de ese fundamento a su origen fabuloso.
La “theoria” lejos de estar lejos de la praxis es una praxis de fábula,
una operación fantástica.
Nietzsche muestra como el universo en que
vivimos, ordenado, dotado de sentido aparente, es una creación que
hemos interpuesto entre nosotros mismos y un mundo real que continúa su
curso con total indiferencia hacia nuestros pensamientos, nuestros
valores o nuestros anhelos[12]. Pero lo que hace aún más singular a la
tragedia, desde la perspectiva de Nietzsche, es que el proceso mismo de
revelar esta dolorosa verdad consuela de la negativa, desesperada
reacción consecuente. Se vislumbra que, en último término, no diferimos
del resto de la naturaleza, somos parte y fragmento de la misma, le
pertenecemos por completo. Queda en los espectadores, que al menos por
un instante dejan de sentirse escindidos del resto del universo, “el
consuelo metafísico […] de que la vida, pese a todas las cambiantes
apariencias, está en el fondo de todo, inconmoviblemente poderosa y
placentera”[13] y que su flujo constante, ciego, irracional, merece ser
celebrado y admirado.
De allí que cuando Nietzsche se pregunta pregunta ¿Qué es la filosofía? ¿Es un arte o una ciencia? Se responde:
“Es un arte en sus fines y productos.
Pero su medio de expresión, la exposición a través de conceptos, es algo
que tiene en común con la ciencia. Es una forma de la poesía. Imposible
clasificarla. Nos hará falta inventar y caracterizar una categoría
nueva”[14].
Para Nietzsche –como se ve– el único
acceso a la realidad es el hermenéutico: sólo mediante la interpretación
hay conocimiento. Mediante las metáforas que imponemos al mundo desde
nuestra determinada situación, desde nuestra perspectiva, desde nuestra
circunstancia en el mundo, conocemos lo real, aunque, claro es, ya no se
trate de un conocimiento que pueda esperar una descripción unívocamente
adecuada a lo real. Lo que conocemos siempre está filtrado por nuestro
lenguaje: el conocimiento no puede ser independiente de los símbolos
verbales que empleamos en su proceso para dotarle de una estructura
externa con el propósito de comunicarlo. La experiencia sensorial se
convierte en conocimiento mediante la continua generación de metáforas
que ordenan esa experiencia. Pero no de forma tal que uno dispusiera de
una experiencia que constituyese el contenido del conocimiento sobre el
que habría que proyectar la red esquemática de las metáforas, las cuales
entonces vendrían a ser la forma del conocimiento. No, las metáforas no
son un adorno, una estilización sofisticada que otorgue belleza a la
expresión de lo conocido, no son el fruto de una elaboración consciente,
el cual en último término podría ser transcrito a un lenguaje neutro y
objetivo que expresase científicamente sus contenidos. No, “las
metáforas no son un subproducto surrogado del conocimiento, son el
conocimiento mismo”[15]. Así, el conocimiento es una “invención” o
“construcción” tras la cual hay algo completamente distinto: un juego de
instintos, impulsos, deseos, temor y voluntad de apropiarse.
O como ha señalado Maturana:
“Lo humano se constituye en el
entrelazamiento de lo emocional con lo racional. Lo racional se
constituye en las coherencias operacionales de los sistemas
argumentativos que construimos en el lenguaje para defender o justificar
nuestras acciones”.[16]
Corrientemente vivimos nuestros
argumentos racionales sin hacer referencia a las emociones en que se
fundan, porque no sabemos que ellos y todas nuestras acciones tienen un
fundamento emocional. Todo sistema racional se funda en premisas
fundamentales “aceptadas a priori”, aceptadas porque sí, aceptadas
porque a uno le gustan, aceptadas porque uno las acepta simplemente
desde sus preferencias. Y eso es así en cualquier dominio, ya sea el de
las matemáticas, el de la física, el de la química, el de la economía,
el de la filosofía, o el de la literatura. Todo sistema racional se
funda en premisas o nociones fundamentales que uno acepta como puntos de
partida porque quiere hacerlo y con las cuales opera en su
construcción.
De modo tal que la idea de verdad es una
especie de ficción y que todo lo que tenemos por sólido y cierto en el
mundo es, si se le examina con atención, accidental y contingente:
leyes, ideas, filosofías, religiones, todo –hasta nuestros particulares
intereses vitales.
Nietzsche concibe frecuentemente el mundo
como un texto del que nuestra diversas prácticas y modos de vida son
interpretaciones. Así cada interpretación realmente crea el significado
que atribuye al texto.
Ahora bien esta honestidad corre el
riesgo de desembocar en un tipo de nihilismo epistemológico, en la
convicción de que no hay verdades. O que la verdad no se descubre, sino
que se inventa.
Si examinamos el proceso de la formación
del conocimiento y de los saberes disponibles por los hombres, podemos
llegar incluso a reexaminar el rol que durante mucho tiempo se asignó a
la filosofía con respecto a las demás ciencias, esto es, un rol
privilegiado por la supuesta pureza. desinterés y gratuidad adscrita a
su “amor por el saber”, por el conocimiento, y que sin embargo, a partir
de todo lo planteado por Nietzsche acerca de la compleja y larga
historia subyacente al predominio alcanzado por uno u otro instinto de
verdad, bien cabe pensar que ese “amor” tenga una procedencia, un valor y
un objetivo del que ha sido aceptado por muchos.
“Yo no creo, por tanto, que un “instinto
de conocimiento” sea el padre de la filosofía, sino que, aquí como en
otras partes, un instinto diferente se ha servido del conocimiento (¡y
del desconocimiento!) nada más que como de un instrumento. Pero quien
examine los instintos fundamentales del hombre con el propósito de saber
hasta qué punto precisamente ellos pueden haber actuado aquí como
genios (o demonios o duendes -) inspiradores encontrará que todos ellos
han hecho ya alguna vez filosofía, – y que a cada uno de ellos le
gustaría mucho presentarse justo a sí mismo como finalidad última de la
existencia y como legítimo señor de todos los demás instintos. Pues todo
instinto ambiciona dominar: y en cuanto tal intenta filosofar”[17].
Las intenciones morales han constituido
en toda filosofía el auténtico germen vital del que ha brotado el
interés por conocer, explicar y dominar[18]. Nietzsche, como se ve, está
en condiciones de sostener que los instintos pueden intentar filosofar,
si se consideramos que el pensar es indisociable de los sentimientos y
afectos, del querer y sentir que componen las fuerzas de la voluntad. Y
ésta, en tanto es voluntad de poder, tiene su ámbito de mayor y más
propio despliegue en las múltiples manifestaciones de ese fenómeno
fundamental que es la vida. Y porque ésta trasparece en todos los
hombres, también ha de hacerlo en aquel que filosofa, puesto que no por
realizar esta tarea “privilegiada”, puede situarse al margen de la vida.
Por eso concluye ese parágrafo afirmando que “en el filósofo [...],
nada, absolutamente nada es impersonal”.
Con Nietzsche se inaugura un modo de
interpretación del patrimonio cultural que requiere un talante
específico, una mirada que no se fija en el pasado para llevar a cabo el
inventario de los saberes ni exclusivamente en el futuro para
convertirse en la búsqueda extraviada del visionario, sino que consiste
en el ejercicio de ese juego de visión retrospectiva y proyectiva a la
vez; en este caso, desde las creaciones del pasado hacia las que en el
instante están gestando el futuro, juego por el que una mirada creadora
recupera en los antiguos saberes las posibilidades de su propio valor y
de su propia eficacia. A este respecto, Derrida[19] expone la
conveniencia de elaborar una historia de la escritura asumiendo la
encarnadura del propio escritor en su obra, asumiendo que escribir es escribir-se, a la vez interpretarse y constituirse en una tarea que compromete el sentido del hombre mismo que la lleva a cabo.
Así Nietzsche al adoptar una postura etnológica
hacia el el problema del conocimiento, puede discernir cómo “circulan”
las redes estratégicas de la verdad, esto es, qué poderes,
subordinaciones o legitimaciones se generan alrededor suyo. Se trata de
la “economía política” de la verdad, es decir la producción de discursos.[20]
II.-
Nietzsche fue el primero en sugerir
explícitamente la exclusión de la idea de “conocer la verdad”, como si
esta fuera algo ajeno a toda interpretación, como si pudiese darse una
verdad purificada, aséptica, descomprometida de todo interés humano,
ajena a toda voluntad de poder puesta en ejercicio a través de la
voluntad de ficción. Este “querer algo” es a lo que Nietzsche denomina
“interpretar”. Si la voluntad de poder es voluntad de más poder, la
interpretación es la operación concreta de la adquisición del dominio
sobre las cosas En su querer crecer, la voluntad de poder delimita,
establece grados, diferencias de poder que se asientan a sí mismas, como
tales, en virtud de la confrontación (con otras voluntades que también
quieren dominar -voluntad de apropiación desplegando una actividad
configuradora)
Así pues la definición de la verdad como
“un ejército móvil de metáforas” equivale en Nietzsche a la afirmación
de que hay que abandonar la idea de “representar la realidad” por medio
del lenguaje y, con ello la idea de descubrir un contexto único para
todas las vidas humanas. Su perspectivismo equivale a la afirmación de
que el universo no tiene un registro de cargas que pueda ser conocido,
ninguna extensión determinada.[21].
Ahora bien, esta necesidad de metáforas
Nietzsche la extrapola a todos los campos del quehacer humano, tanto los
del saber como los del lenguaje. Ella se convierte en un impulso
fundamental del hombre del que no puede prescindir ni aun cuando esté
produciendo conceptos para la ciencia. Esto se evidencia particularmente
en la capacidad artística del hombre, en su afán de configurar el mundo
existente, haciéndolo tan abigarradamente irregular, tan inconsecuente,
tan inconexo, tan encantador y eternamente nuevo, como lo es el mundo
de los sueños.
El hombre toma conciencia de estar
despierto cuando en alguna ocasión un tejido de conceptos es desgarrado
de pronto por el arte y llega a creer que sueña. La diurna vigilia de un
pueblo míticamente excitado, como el de los antiguos griegos es, de
hecho, merced al milagro que se opera de continuo, tal y como el mito
supone, más parecida al sueño que “a la vigilia del pensador
científicamente desilusionado”.[22]
La naturaleza del lenguaje es
esencialmente simbólica, figurativa o metafórica. No podemos sobrepasar
sus límites. No existe realidad–fundamento anterior al lenguaje que
pudiera ser el criterio de verdad para distinguir un lenguaje literal de
otro imaginario o retórico[23].
Somos un animal de ficciones, tenemos la capacidad de referir a los organismos de la naturaleza nominándolos con nombres equivocados:
sustancias, atributos, causa, efectos. En este sentido, por ejemplo, la
física hace uso de la teoría cuántica, aunque esté lejos de poder
probar los universos alternativos que de ella se desprenden y alimentan
la ficción, pese a todo es una de nuestras construcciones más
fructíferas, de modo tal que la teoría física sirve al científico como
una herramienta conveniente, como una abreviatura de sus medios de
expresión. El último de los filósofos prueba la necesidad de la ilusión.
La consumación de la historia de la Filosofía es por tanto, de acuerdo
con Nietzsche, la filosofía de la ilusión: conocer es simplemente
trabajar con la metáfora favorita de uno, porque, como se ha indicado,
la construcción de metáforas es el instinto fundamental del hombre[24].
El hombre es un creador de ficciones,
metáforas e interpretaciones, su mundo es siempre un mundo en
perspectiva y por tanto ficcional.
Aquí se asientan las bases del
perspectivismo de Nietzsche, así como uno de sus supuestos
fundamentales: el carácter ficcional de la realidad. Como se ha visto,
la realidad es una construcción poética, un simulacro, y nuestras
interpretaciones son un arreglo del mundo
de acuerdo a nuestros particulares intereses vitales. Construimos
nuestras narraciones a la vez que nos inventamos una vida. La razón
narrativa es lo que permite esta inventiva fundamental, la de hacer de
nuestra vida una faena poética, un itinerario
abierto tanto a las formas estéticas o trágicas del vivir. En ello se
define nuestra posibilidad y nuestro riesgo.
Como señala Rorty[25], al abandonar la noción tradicional de verdad
Nietzsche no abandonó la idea de que un individuo podía hacer remontar a
su origen las ciegas marcas que llevan nuestras acciones. Sólo rechazó
la idea de que ese remontar fuera un proceso de descubrimiento. De
acuerdo con su concepción, al alcanzar esa suerte de conocimiento de sí
no llegamos a conocer una verdad que está ahí afuera (o aquí adentro)
desde siempre. Concebía, más bien, el conocimiento de sí como una
creación de sí. El proceso de llegar a conocerse a sí mismo,
enfrentándose a la propia contingencia haciendo remontar a su origen las
causas, se identifica con el proceso de inventar un nuevo lenguaje,
esto es, idear algunas metáforas nuevas.
Ciertamente para el joven Nietzsche –el de Verdad y Mentira en Sentido Extramoral[26]–
en la medida en que el lenguaje es un artificio humano, un sistema de
signos hecho por el hombre y en la medida en que no hay conocimiento más
allá de ese sistema semiótico, en que no hay saber extralingüístico, el
conocimiento y la verdad derivados del lenguaje fracasan plenamente en
el objetivo que se suponen que tenían encomendados, pues sólo ofrecen
ignorancia y mentira. Al parecer el carácter antropomórfico e iluso de
la verdad propiciada por el conocimiento le desagrada hasta el punto de
negar el conocimiento mismo y la propia verdad.
Como vemos el origen del lenguaje no
sigue un proceso lógico, lo que a su vez devela que este material a
partir del cual trabaja y construye el hombre la verdad proviene de la
imaginación, pero en ningún caso de la esencia de las cosas.
Las “verdades” son ilusiones necesarias
–metáforas convenidas, útiles, que se han impuesto–: la causalidad,
voluntad libre, leyes naturales, espacio, tiempo, número, átomo,
sustancia, identidad, permanencia, concepto, yo, ser, sujeto, objeto,
unidad, duración, lo incondicionado, etcétera. Todas ellas son ficciones
reguladoras, creencias útiles, mas no verdaderas.
Nietzsche subraya la gran significación
de las “apariencias” en los diferentes campos de la ciencia y la vida,
y, lo mismo que él, señala la fundamental y vastísima función de la
“invención” y de la “falsificación”, como también la influencia
falsificadora de la “creación” poética, y con ello el valor y la
justificación del “mito”. Sostiene que frente al mundo del “cambiante” y
“evanescente” devenir, se establece, en interés de la comprensión y la
satisfacción estética de la “fantasía”, un mundo del “ser”, en el que
todo aparece verosímil y completo.
Ahora bien, sea cual sea la dificultad
nietzscheana en sus textos sobre la verdad y la metáfora, lo que resulta
relevante es su convicción que la mente humana trabaja en, desde, para y
por el lenguaje, que la conciencia funciona sólo y precisamente de modo
lingüístico, que los humanos y el mundo por ellos creado se configuran
lingüísticamente, que no hay verdad ni realidad que escapen al lenguaje
humano. El intelecto es el medio de conservación propio del hombre, un
recurso agregado a los individuos débiles que trabaja fingiendo.
Como sostendrá Wittgenstein: la razón
esta anegada de lenguaje. La razón está anegada de lenguaje y esto no es
un fortuito accidente. Ya en el Tractatus, Wittgenstein sostiene que
“el lenguaje corriente es una parte del organismo humano y no menos
complicada que él”[27].
“Nuestra grandeza reside en la suprema
ilusión”, pues es ahí –sostiene Nietzsche– donde somos creadores[28].
Ahora, sin embargo, no es ya sólo la ilusión artística aquel cuya
necesidad para la vida es reconocida: ahora el círculo de ilusiones
reconocido como necesario y entendido conscientemente es ampliado sin
cesar: “el elemento antropomórfico en todo conocimiento” hace ahora su
aparición. No es sólo la vida la que necesita ilusiones, vale decir,
falsedades consideradas como verdades, ni es sólo nuestra cultura la que
descansa sobre “ilusiones aisladas”; también nuestro conocimiento las
necesita.
“La construcción de metáforas es el
instinto fundamental del hombre”, y por este impulso artístico, al que
también se le llama simplemente el “impulso mítico”, es llevado, incluso
en el dominio de la teoría del conocimiento, a falsas construcciones,
éstas se forjan al principio inconscientemente, pero para el “intelecto
liberado” son ayudas conscientes: “andamios”.
El hombre toma conciencia de estar
despierto cuando en alguna ocasión un tejido de conceptos es desgarrado
de repente por el arte y llega a creer que sueña:
“La diurna vigilia de un pueblo
míticamente excitado, como el de los antiguos griegos es, de hecho,
merced al milagro que se opera de continuo, tal y como el mito supone,
más parecida al sueño que a la vigilia del pensador científicamente
desilusionado. Si cada árbol puede hablar como una ninfa, o si un dios,
bajo la apariencia de un toro, puede raptar doncellas…. Tal operación
mediadora es la trama, a través de la cual los acontecimientos
singulares y diversos adquieren categoría de historia o narración. La
trama confiere unidad e inteligibilidad a través de la síntesis de lo
heterogéneo. Nada puede ser considerado como acontecimiento si no es
susceptible de ser integrado en una trama, esto es de ser integrado en
una historia.”[29]
No puede decirse que el relato histórico
sea idéntico al relato narrativo. En el primer caso la verdad apunta a
una realidad ya acontecida, pero la ficción es un campo de proyección de
la experiencia. Mentir ha dejado de ser algo que pertenezca a la
moralidad y se convierte en “desviación consciente de la realidad que se encuentra en el mito, el arte, la metáfora”. Mentir, en el terreno de la estética, es simplemente el estímulo consciente e intencional de la ilusión[30].
Nuestro mundo externo es un producto de
la fantasía. La creencia en las cosas externas es uno de los errores
necesarios de la humanidad. El mundo sensible y perceptible es, en su
totalidad, el poema primordial de la humanidad.
La simulación es la primera cualidad a
tener en cuenta a la hora de fundamentar un “relativismo positivo”,
puesto que en el momento en que deja de haber simulación la metáfora se
convierte en creencia. Dicho de otro modo, el sentido metafórico se
convierte en literal cuando se desvanece la conciencia de simulación. Se
dice entonces que la metáfora es una metáfora muerta. La metáfora viva
es aquella en cuya enunciación se sigue manteniendo la conciencia de la
aplicación inadecuada de sus términos.
Sin el reconocimiento del delirio y el
error como una condición del conocer, sin el arte, la vida del hombre
sería intolerable. Pero la comprensión del hecho de que las ideas, de
cuya falsedad somos conscientes, son necesidades biológicas y teóricas
se hace cada vez más clara. En el arte se investiga la realidad
problematizándola, rearticulándola, reinventándola, de manera creativa,
crítica, lúdica … el artista es un disidente, no esta dispuesto a
acomodarse a verdades que no son sino argumentos para obligar, que
cifran su contundencia en la percepción o la demostración apodíctica.
Según la máxima de Beuys “cada hombre, [es] un artista”, esto es, cada
hombre está en un constante forcejeo, lucha y trabaja con metáforas,
ocupando no sólo su cabeza, sino involucrando su cuerpo; se bate a duelo
con la realidad y logra que de sí surja el mundo imaginario y
–en ocasiones– contradictorio … nuestros órganos están ajustados al
error. El instinto del hombre para el conocimiento presupone la creencia
en el error y en el flujo de la vida … errar es la condición de vivir.
El error fundamental es la creencia en la permanencia, sobre el que
descansa todo lo demás… pero este error sólo puede ser destruido con la
vida misma.
III.-
Para Nietzsche es un error la concepción
cartesiana del sujeto como autoconciencia inmediata y origen del
pensamiento: “El mayor error consiste en admitir un alma que reproduce,
reconoce, etc. No depende de mí hacer venir el recuerdo. Aquí el yo es
impotente al igual que en lo referente a la aparición de un
pensamiento”[31]. Yo no produzco los pensamientos que quiero y cuando
quiero. Más bien el pensamiento me desborda y se impone a mí cuando el
quiere, irrumpe. Lo mismo acontece con la voluntad. Creer que la
voluntad puede elegir en contra de los fines que el agente busca –como
se insinúa en la expresión castiza ‘fuerza de voluntad’- es creer que la
voluntad es un hombre dentro del hombre, es ser seducido por otras de
las ficciones del yo[32].
En segundo lugar, es falso también que la
conciencia constituya –como piensa Kant– la suprema instancia
unificadora del conocimiento a partir de su propia unidad e identidad
consigo misma. Esta pretendida unidad e identidad no es más que la
ficción que encubre una pluralidad de fuerzas. Es, en todo caso, el
cuerpo, y no la conciencia, el que puede darnos una idea aproximada de
lo que representa la unidad del sujeto, unidad como interna
jerarquización de motivos interdependientes: Quizá no sea necesaria la
suposición de un sujeto; quizá sea lícito admitir una pluralidad de
sujetos, cuyo juego y cuya lucha sea el fundamento de nuestra
conceptualización y de nuestra conciencia. Una especie de aristocracia
de orgánica en la cual esté el poder, como pares acostumbrados a
gobernar juntos y que saben mandar. Desde el punto de vista de
Nietzsche, todo lo que sucede en el nivel de la conciencia es algo
superficial, terminal, una conclusión incapaz de producir, por ella
misma, ningún efecto. La conciencia es un producto último en la
evolución del sistema orgánico. Por tanto, algo todavía muy imperfecto y
joven. El pensamiento consciente, el que se efectúa mediante símbolos y
palabras, es la parte menos representativa del “pensamiento”, que, en
realidad, es necesario a nuestro organismo. Así que la unificación,
coordinación, selección, etc., son más cualidades del cuerpo que de la
conciencia. Y, sin embargo, nosotros hemos tratado de comprender el
mundo basándonos en la creencia contraria, es decir, en que nada hay más
real y más eficiente que el pensamiento o el espíritu. Lo que se hace
consciente se encuentra en dependencia de poderes y fuerzas que nos
quedan inconscientes. El funcionamiento del cuerpo no entra en
conciencia, ni tampoco lo que determina, en última instancia, el qué y
el cómo del almacenamiento intelectual. Todo esto depende de otra
instancia suprema, de la cual el placer y el dolor son sus indicios, así
como la sensación de querer o el sentimiento de poder.
“La gran actividad principal es
inconsciente”. La conciencia expresa solamente la relación de algunas
fuerzas reactivas con las fuerzas activas que las dominan. La conciencia
es esencialmente reactiva; por eso no sabemos lo que puede un cuerpo,
de qué actividad es capaz. Y lo que decimos de la conciencia debemos
también decirlo de la memoria y del hábito. Aún más: debemos decirlo
incluso de la nutrición, de la reproducción, de la conservación, de la
adaptación. Son funciones reactivas, especializaciones reactivas,
expresiones de tales o tales fuerzas reactivas. Es inevitable que la
conciencia vea al organismo desde su punto de vista y lo entienda a su
manera, es decir, de manera reactiva. A veces la ciencia sigue los
caminos de la conciencia, siempre apoyándose en otras fuerzas reactivas:
el organismo siempre visto por el lado pequeño, por el lado de sus
reacciones. Según Nietzsche el problema del organismo no tiene que
debatirse entre el mecanismo y el vitalismo.
La identidad consciente del yo no es, en
definitiva, más que un reflejo superficial de la consistente y bien
trabada unidad y coordinación interna de las fuerzas del cuerpo.
Se trata de poner de manifiesto que el
“yo” proporciona las categorías para la simplificación, la
esquematización y la conceptualización del mundo fenoménico, pero que, a
su vez, él mismo es el producto de una unificación de esta especie.
El sujeto, el yo, son tan sólo palabras
con las que se nombra unitariamente un conjunto complejo, dinámico e
internamente plural de actos de metaforización de interpretación
determinados por el instinto de conservación y de dominio[33].
Hay algo que, según Nietzsche,
caracteriza a todos los hombres, y ello es el impulso a dominar. Toda
voluntad voluntad es voluntad de poderío, de apropiación. La conciencia
–en Nietzsche– más que definirse en relación a la exterioridad, en
términos de real, se define en relación a la superioridad, en términos
de valores. En Nietzsche, la conciencia es siempre conciencia de un
inferior en relación al superior, al cual se subordina o se “incorpora”.
La conciencia no es nunca conciencia de sí mismo, sino la conciencia de
un yo en relación a ello (yo de otro), este último no consciente. No es
conciencia del señor sino conciencia de un esclavo en relación a un
señor que no se preocupa de ser consciente. “Habitualmente la conciencia
sólo aparece cuando un todo quiere subordinarse a un todo
superior”[34].
La voluntad es voluntad de crecimiento del poder de la vida, esto es, voluntad de poder.
Esa voluntad de poder es algo más que el deseo de sobrevivir; es un
impulso interior que lleva a la expresión de la afirmación vigorosa de
las fuerzas ascendentes del hombre, el acrecentamiento de su poderío.
Para Nietzsche la autoconservación sólo es posible en la lógica del
crecimiento. La que sólo tiene la fuerza de la propia conservación,
perece. Un ser solamente se conserva cuando crece, se intensifica, se
extiende[35]. Lo vivo no tiene ningún sentido trascendente, pero tiene
un sentido inmanente que le marca la dirección: está orientado hacia un
crecimiento de intensidad y hacia el éxito. Cualquier fuerza se halla
pues en relación con otras, para obedecer o para mandar.
El criterio final de valoración parece
ser, en último sentido fisiológico. Se resalta el valor de la fuerza
sobre la debilidad; de la salud sobre la enfermedad (no entendemos aquí
la salud física, sino la voluntad de poder, la “gran salud”), de
lo fuerte sobre lo débil; de lo activo sobre lo pasivo o reactivo. El
poder es el elemento genético y diferencial de la voluntad.
Lo que define a un cuerpo es esta
relación entre fuerzas dominantes y fuerzas dominadas. Cualquier
relación de fuerzas constituye un cuerpo: químico, biológico, social,
político.
¿Qué es lo que es activo? Tender al poder. Apropiarse, apoderarse,
subyugar, dominar, son los rasgos de la fuerza activa. Apropiarse quiere
decir imponer formas, crear formas explotando las circunstancias.
Nietzsche critica a Darwin porque interpreta la evolución, e incluso el
azar en la evolución, de una manera completamente reactiva. Admira a
Lamarck porque Lamarck presintió la existencia de una fuerza plástica
verdaderamente activa, inicial en relación a las adaptaciones: una
fuerza de metamorfosis. Se halla en Nietzsche como en la energética,
donde se llama “noble” a la energía capaz de transformarse. El poder de
transformación, el poder dionisíaco, es la primera definición de la
actividad. Pero cada vez que señalamos así la nobleza de la acción y su
superioridad frente a la reacción, no debemos olvidar que la reacción
designa un tipo de fuerzas del mismo modo que la acción: sencillamente,
las reacciones no pueden captarse, ni comprenderse científicamente como
fuerzas, si no las relacionamos con las fuerzas superiores que son
precisamente de otro tipo. Reactivo es una cualidad original de la
fuerza, pero que sólo puede ser interpretada como tal en relación con lo
activo, a partir de lo activo.
IV.-
La voluntad de poder, como única fuerza
constitutiva y motriz de todo el universo, tanto del mundo orgánico como
del inorgánico, constituye una hipótesis explicativa extensible a todos
los fenómenos. Las cosas – y no se pierda de vista que que “cosa” es ya
una ficción nuestra[36]– no se comportan de un modo regular, en
cumplimiento de leyes que las gobiernan; ni tampoco se conducen bajo la
coacción de ningún determinismo preestablecido. No hay, en todo lo que
sucede más que un devenir de acciones y resistencias de fuerzas,
determinado por la voluntad insaciable de alcanzar un poder cada vez
mayor: “Querer es siempre querer devenir más fuerte, querer crecer y
querer también todos los medios necesarios para ello”[37].
Si resulta –dice Nietzsche– que, para
nuestros cálculos, conseguimos expresar esto en fórmulas y leyes,
podemos estar satisfechos. Pero ello no significa que hayamos
descubierto ninguna realidad, ninguna “moralidad” en el mundo, sino que
tan sólo nos lo hemos imaginado “obediente”[38]. No hay leyes. Es el
deseo de poder el que, en cada instante, motiva todo acontecer. Y es el
hecho de que el poder encuentra generalmente un modo determinado de
actuar como modo mejor para acrecentarse, en donde se basa la
calculabilidad. Puesto que la fuerza no se define sino por la acción y
resistencia, la traducción de este devenir en el mundo visible sólo se
comprende mediante el concepto de movimiento. Sin embargo, tampoco este
concepto debe significar que se pueda sobreentender lícitamente la
existencia de una cosa que pone en movimiento a otra cosa que se deja
mover. “No hay sujeto-objeto, agentes separados de la acción, la acción
separada de aquello que la produce. El lenguaje nos seduce, como nos
seducen los sentidos, por una semiótica del movimiento que no indica
nada de sí”[39].
Según Nietzsche, la ciencia ha hecho
posible hasta ahora la comprensión del universo sobre la base de dos
ficciones fundamentales. Por una parte, el concepto de movimiento,
configurado a partir del lenguaje y su seducción[40]: por otra, el
concepto de átomo, configurado a partir de de la creencia en nuestro yo.
La propuesta de Nietzsche no significa, frente a esta comprensión,
tanto la aportación de nuevos conceptos cuanto una reelaboración de los
ya existentes que transfigura su sentido y su valor. Una reelaboración
que gira, sobre todo,al rededor de su desmetafisización y
desustancialización; de la denuncia de la permanente seducción que el
lenguaje ejerce en el sentido de una fetichización del referente de
estos conceptos. Tanto el movimiento como los átomos deben aludir, para
Nietzsche, a “cantidades dinámicas en relación, o sea, en su recíproca
interacción. La voluntad de poder no es un ser, ni un devenir, sino un
pathos [...] del que resulta precisamente un devenir”[41].
“Es esencial no equivocarse sobre el
papel de la conciencia: nuestra relación con el mundo externo es lo que
ha desarrollado la conciencia”[42]. Nuestra relación con el mundo no es
una relación sujeto-objeto. La relación humana con las cosas tiene
lugar de tal manera que precisa de la separación ficticia entre un
elemento subjetivo relativamente estable y otros elementos, también
relativamente estables, a modo de objetos externos. Estas nociones de
sujeto y objeto no son más que constructos imaginarios requeridos para
poder vivir: Para que una especie determinada pueda conservarse y
crecer en su poder es preciso que su concepción de la realidad abrace
bastantes cosas calculables y constantes, para que pueda construir sobre
ella un esquema de su conducta. La utilidad para la conservación –y
no una necesidad abstracta y teórica de no ser engañado– se sitúa como
motivo detrás de la evolución de los órganos de conocimiento. Por
tanto, el sujeto no es nada dado, sino tan sólo algo “añadido,
imaginado, supuesto debajo” y que proporciona la ilusión de un punto de
referencia estable en medio del devenir universal. El yo es algo puesto
por el pensamiento, una creencia falsa que obtiene su valor y su
firmeza del hecho de constituir una condición de vida, pero que en sí
tan solo es la generalización ficticia del sentimiento de vivir:
“Sujeto es el término que designa nuestra
creencia en una unidad entre todos los diferentes momentos de un
sentimiento de realidad superior [...] es la ficción que querría
hacernos creer que muchos estados “semejantes” son en nosotros el efecto
de un mismo sustrato. Pero somos nosotros quienes hemos creado la
semejanza entre estos diferentes estados”[43]
En consecuencia, contra lo que proclamaba
el racionalismo, el sujeto no es el origen del conocimiento, ni el
fundamento de la universalidad, la certeza o la unidad del conocimiento.
Es más bien, un devenir de estados diferentes, una pluralidad de
fuerzas que no se pueden separar de la pluralidad misma de fuerzas que
constituye el devenir del mundo y la existencia de los demás individuos.
Es central en la obra de Nietzsche el
estudio de las interpretaciones. Lo que primariamente nos encontramos,
lo que tomamos primariamente como realidad, son interpretaciones, muchas
de ellas recibidas por socialización; nos topamos con ellas, las
encontramos “ya” como algo que recubre la realidad y parece ser la
realidad misma; su inevitable corteza interpretativa. La historia,
desde este punto de vista, aparece como el órganon de la remoción de las
interpretaciones, del regreso de ellas a la realidad que les subyace.
No se trata de “destruir” las interpretaciones, sino de reconocerlas
como tales, de verlas nacer y originarse, y distinguirlas de la realidad
de la cual son interpretaciones. Pero hay que añadir algo importante:
lo que llamamos percepciones está condicionado por las interpretaciones;
nunca hay un mero funcionamiento del aparato perceptivo humano, sino
que éste opera a lo largo de un sistema de interpretaciones -una
consideración fundamental a la hora de habérselas con cuestiones
relativas al estatuto cognitivo de las obras de arte “abstractas” y
“figurativas”- al momento de discutir la posibilidad de un a priori
perceptivo.
Las categorías del pensamiento –la
identidad, la causalidad y la finalidad– suponen en sí mismas una
interpretación de la fuerza … que es la del resentimiento. Por todas
estas razones Nietzsche puede decir: “El instinto de venganza se ha
apoderado hasta tal punto de la humanidad en el curso de los siglos que
toda la metafísica, la psicología, la historia y sobre todo la moral
llevan su huella . Desde que el hombre ha pensado, ha introducido en
las cosas, el bacilo de la venganza”[44]. Debemos entender: el instinto
de venganza es la fuerza que constituye la esencia de lo que nosotros
llamamos psicología, historia, metafísica y moral. El espíritu de
venganza es el elemento genealógico de nuestro pensamiento, el principio
trascendental de nuestro modo de pensar. La lucha de Nietzsche contra
el nihilismo y el espíritu de venganza significará, pues, inversión de
la metafísica, fin de la historia como historia del hombre,
transformación de ciencias. Y, a decir verdad, ignoramos lo que sería
un hombre desprovisto de resentimiento. Un hombre que no acusara y no
despreciara la existencia, ¿seguiría siendo un hombre?, ¿pensaría aún
como un hombre?, ¿no sería ya algo distinto del hombre, casi el
superhombre? Tener resentimiento, no tenerlo: no existe mayor
diferencia, más allá de la psicología, más allá de la historia, más allá
de la metafísica. Es la verdadera diferencia o la tipología
trascendental –la diferencia genealógica y jerárquica.
BIBLIOGRAFÍA
- NIETZSCHE, Friedrich, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral (1873); Madrid, Tecnos,1996.
- NIETZSCHE, Friedrich, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral
(1873); Madrid, Tecnos,1996. –Über Wahrheit und Lüge im
aussermoralischen Sinne– es un libro de publicación póstuma que data de
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- NIETZSCHE, Friedrich, Aus dem Nachlass der Achtzigerjahre (Bd. III), München: C. Hanser Verlag, 1993. Vol. 3
- NIETZSCHE, F. VP. (WM): Fragmentos póstumos recogidos bajo el título de La Voluntad de Poder
por Peter Gast y la colaboración de Elisabeth Föster Nietzsche. En
versión alemana: Der Wille zur Macht. Versuch einer Umwertung aller
Werte (Studien und Fragmente), 1901 herausgegeben von Ernst Horneffer,
August Horneffer und „Peter Gast“, mit einem Vorwort von Elisabeth
Förster-Nietzsche. Enthält 483 angebliche Aphorismen. Übliches Sigel
¹WM.
Nietzsche: De la voluntad de ficción a la voluntad de poder
Dr. Adolfo Vásquez Rocca
Doctor en Filosofía por la Pontificia
Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense de
Madrid, Departamento de Filosofía IV, mención Filosofía Contemporánea y
Estética. Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía de la
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Profesor de Antropología y
Estética en el Departamento de Artes y Humanidades de la Universidad
Andrés Bello UNAB. Profesor de la Escuela de Periodismo, Profesor Adjunto Escuela de Psicología y de la Facultad de Arquitectura UNAB Santiago. Miembro del Conselho Editorial da Humanidades em Revista, Universidade Regional do Noroeste do Estado do Rio Grande do Sul, Brasil y del Cuerpo Editorial de Sophia –Revista de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador–. –Secretario Ejecutivo de Revista Philosophica PUCV. –Asesor Consultivo de Enfocarte –Revista de Arte y Literatura– Cataluña / Gijón, Asturias, España. –Miembro del Consejo Editorial Internacional de ‘Reflexiones Marginales‘ –Revista de la Facultad de Filosofía y Letras UNAM. –Editor Asociado de Societarts, Revista de artes y humanidades, adscrita a la Universidad Autónoma de Baja California. –Miembro del Comité Editorial de International Journal of Safety and Security in Tourism and Hospitality, publicación científica de la Universidad de Palermo. –Miembro Titular del Consejo Editorial Internacional de Errancia,
Revista de Psicoanálisis, Teoría Crítica y Cultura –UNAM– Universidad
Nacional Autónoma de México. –Miembro del Consejo Editorial de Revista “Campos en Ciencias Sociales”, Universidad Santo Tomás © , Bogotá, Colombia. –Miembro de la Federación Internacional de Archivos Fílmicos (FIAF) con sede en Bruselas, Bélgica. Director de Revista Observaciones Filosóficas. Profesor visitante en la Maestría en Filosofía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. – Profesor visitante Florida Christian University USA y Profesor Asociado al Grupo Theoria – Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado –UCM. Eastern Mediterranean University – Academia.edu.
Académico Investigador de la Vicerrectoría de Investigación y
Postgrado, Universidad Andrés Bello. –Investigador Asociado y Profesor
adjunto de la Escuela Matríztica de Santiago –dirigida por el Dr. Humberto Maturana. Consultor Experto del Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad (CNIC)– Artista conceptual. Crítico de Arte. Ha publicado el Libro: Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización,
Colección Novatores, Nº 28, Editorial de la Institución Alfons el
Magnànim (IAM), Valencia, España, 2008. Invitado especial a la
International Conference de la Trienal de Arquitectura de Lisboa | Lisbon Architecture Triennale 2011. Traducido al Francés – Publicado en la sección Architecture de la Anthologie: Le Néant Dans la Pensée Contemporaine . Publications du Centre Français d’Iconologie Comparée CFIC, Bès Editions , París, © 2012. Profesor de Postgrado, Magister en Biología-Cultural, Escuela Matríztica de Santiago y Universidad Mayor 2013.
[1]
NIETZSCHE, Frédéric, Fragments posthumes automne 1887 – mars 1888 /
Fragmentos póstumos otoño de 1887 – marzo 1888/, trad. Pierre Klossowski
/ Obras filosóficas completas, Paris, Gallimard, 1976, p. 34
[2] NANCY, Jean-Luc. El sentido del mundo. Ed. La Marca, Buenos Aires Argentina. 2002, pp. 77 – 88
[3] NIETZSCHE, Friedrich, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral
(1873); Madrid, Tecnos,1996. –Über Wahrheit und Lüge im
aussermoralischen Sinne– es un libro de publicación póstuma que data de
1873.
[4]
En el pensamiento contemporáneo ha tenido lugar un acoso sistemático a
la noción de sujeto tal como la tradición científica y filosófica las
concibió, decretando su expulsión de los reductos de la psicología, la
historia, la antropología y la sociología [RORTY, Richard, Contingencia,
ironía y solidaridad, Paidós, Barcelona, 1991, Primera parte, 2.- La
contingencia del yo, pp.43 a 62].
Durante el siglo XX, se asiste a la invasión de la cientificidad clásica en las ciencias humanas y sociales. Se ha expulsado al sujeto de la psicología y se lo ha reemplazado por estímulos y respuestas, por una ciencia del comportamiento. Se ha expulsado al sujeto de la historia, se han eliminado las decisiones, las personalidades, para sólo ver determinismos sociales. Se ha expulsado al sujeto de la antropología, para ver sólo estructuras, y también se lo ha expulsado de la sociología. Se puede incluso decir que, en determinado momento y cada uno a su manera, Lévi-Strauss, Althusser, y Lacan liquidaron a la vez la noción de hombre y la noción de sujeto, adoptando la inversa de la famosa máxima de Freud según la cual: “Ahí donde está el ello debe advenir el yo”. Por el contrario, según la visión estructuralista y cientificista, ahí donde está el yo, hay que liquidarlo, debe advenir el ello [SCHNITMAN, D. F., Nuevos Paradigmas, Cultura y Subjetividad, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1998, p. 68]
Durante el siglo XX, se asiste a la invasión de la cientificidad clásica en las ciencias humanas y sociales. Se ha expulsado al sujeto de la psicología y se lo ha reemplazado por estímulos y respuestas, por una ciencia del comportamiento. Se ha expulsado al sujeto de la historia, se han eliminado las decisiones, las personalidades, para sólo ver determinismos sociales. Se ha expulsado al sujeto de la antropología, para ver sólo estructuras, y también se lo ha expulsado de la sociología. Se puede incluso decir que, en determinado momento y cada uno a su manera, Lévi-Strauss, Althusser, y Lacan liquidaron a la vez la noción de hombre y la noción de sujeto, adoptando la inversa de la famosa máxima de Freud según la cual: “Ahí donde está el ello debe advenir el yo”. Por el contrario, según la visión estructuralista y cientificista, ahí donde está el yo, hay que liquidarlo, debe advenir el ello [SCHNITMAN, D. F., Nuevos Paradigmas, Cultura y Subjetividad, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1998, p. 68]
[5] NIETZSCHE, Friedrich, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral (1873); Madrid, Tecnos,1996..
[6]
VAIHINGER, Hans, “La voluntad de ilusión en Nietzsche”. *Este ensayo se
publicó originalmente con el título “Nietzsche und seine Lehre von
bewusst gewollten Schein (“Der Wille zum Schein”)”, como parte del
apéndice del libro de Hans Vaihinger Die Philosophie des Als Ob. System der theoretischen, praktischen und religiosen Fiktionen der Menschheit auf Grund eines idealistischen Positivismus. Mit einem Anhang über Kant und Nietzsche
[La filosofía del “como si”. Sistema de las ficciones teóricas,
prácticas y religiosas de la humanidad fundado en un positivismo
idealista. Con un anexo sobre Kant y Nietzsche], 2.ª ed, Reuther und
Reichardt, Berlín, 1913, pp. 771-790.
[7] Ibid. p. 1
[8] FOUCAULT, Michel. (1971): “Nietzsche, la généalogie, l’histoire”, en Dits et écrits
(vol. 2, 1970-1975), París : Gallimard, 2001, texto no 84, p. 139.
(vol. 2, 1970-1975), París : Gallimard, 2001, texto no 84, p. 139.
[9] Ibid., p. 18
[10] NIETZSCHE, Friedrich , (1882) La gaya ciencia ( Die fröhliche Wissenschaft), Editorial EDAF, S.A., 2002, Madrid.
[11] Esta expresión es usada a menudo por en Gianni Vattimo al comentar la “muerte de Dios”.
[12] NEHAMAS, Alexander, (1985) Nietzsche. La vida como literatura, FDCE, Madrid, 2002, p. 64
[13] Ibid.
[14]
NIETZSCHE, Friedrich, “El filósofo. Consideraciones sobre el conflicto
del arte y del conocimiento”. En el Libro del Filósofo. Madrid: Taurus,
1974, p. 32
[15]
MARÍN, José A., “Nihilismo y Metáfora. la fabula imaginera de Vico y
Nietzsche”, En Cuadernos sobre Vico, 5-6, 1995-1996, Secretariado de
Publicaciones de la Universidad de Sevilla, ISBN 1130-7498, pp. 83-104
[16] MATURANA, Humberto, Emociones y Lenguaje en. Educación y Política, Ed. Dolmen Ensayo. 10ª Edición, Santiago, 2001.
[17] NIETZSCHE, F., Más allá del bien y del mal, parágrafo 6, Alianza Editorial, Madrid, 1997.
[18] MATURANA, Humberto, La objetividad un argumento para obligar, Ed. Dolmen, Santiago de Chile, 1997.
[19]
VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “Nietszche y Derrida: De la voluntad de ilusión
a la Mitología blanca” En Cuenta y Razón del pensamiento actual
(FUNDES) – Revista de la Fundación de Estudios Sociológicos de MADRID.
Nº 145 – 2007.
[20] CANO, Germán, Nietzsche y la crítica de la modernidad, Editorial Biblioteca Nueva, S. L., Madrid, 2001, p. 307
[21] NEHAMAS, Alexander, (1985) Nietzsche. La vida como literatura, FDCE, Madrid, 2002
[22] NIETZSCHE, Friedrich, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral
(1873); Madrid, Tecnos,1996. –Über Wahrheit und Lüge im
aussermoralischen Sinne– es un libro de publicación póstuma que data de
1873
[23]
La diferencia filosofía-literatura, de poderse establecer, deberá girar
en torno al propio lenguaje, habrá de ser una diferencia interna al
texto.
[24]
VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “Nietszche y Derrida: De la voluntad de ilusión
a la Mitología blanca” En Cuenta y Razón del Pensamiento Actual
(FUNDES) – Revista de la Fundación de Estudios Sociológicos de MADRID.
Nº 145 – 2007, pp. 45 a 64 - ISSN : 0211-1381 Sumario Consorci de
BIBLIOTEQUES UNIVERSITÀRIES DE CATALUNY
[25] RORTY, Richard, Contingencia, ironía y solidaridad, Editorial Paidós, Barcelona, 1992, pp. 47-49
[26] NIETZSCHE, Friedrich, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral (1873); Madrid, Tecnos,1996.
[27] WITTGENSTEIN, Ludwig, Tractatus Logico-Philosophicus, 4.002, Alianza Editorial, Madrid, 1992
[28] VAIHINGER, Hans, “La voluntad de ilusión en Nietzsche”. p. 146
[29] VAIHINGER, Hans, “La voluntad de ilusión en Nietzsche”. p. 28
[30]
LAMANA, Domingo Cía, “Nietzsche: La Filosofía Narrativa de la Mentira,
la Metáfora y el Simulacro”, En A Parte Rei Nº 8, 2000, Madrid.
[31] NIETZSCHE, Friedrich, Más allá del Bien y del Mal, p. 38.
[32]
VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “Nietzsche: La ficción del sujeto y las
seducciones de la gramática”, en A PARTE REI, Sociedad de Estudios
Filosóficos, Nº 49, enero 2007, Madrid.
[33]
El verdadero problema es el descubrimiento de las fuerzas activas, sin
las que las propias reacciones no serían fuerzas. La actividad de las
fuerzas necesariamente inconsciente, esto es lo que hace del cuerpo algo
superior a cualquier reacción, y en particular a esta reacción del yo
llamada conciencia: “Todo el fenómeno del cuerpo, desde el punto de
vista intelectual, es tan superior a nuestra conciencia, a nuestro
espíritu, a nuestras maneras conscientes de pensar, de sentir y de
querer, como el álgebra es superior a la tabla de multiplicar”. Las
fuerzas activas del cuerpo, he aquí lo que hace del cuerpo un «sí mismo»
y lo que define a este «sí mismo» como superior y sorprendente: “Un ser
más poderoso, un sabio desconocido – que tiene por nombre “sí mismo”.
Vive en tu cuerpo, es tu cuerpo”. La verdadera ciencia es la de la
actividad, pero la ciencia de la actividad es también la ciencia del
inconsciente necesario. La idea de que la ciencia debe ir al mismo paso y
en la misma dirección que la conciencia, es absurda. Se percibe en esta
idea la presencia de la moral. De hecho sólo hay ciencia donde no hay
conciencia y no puede haberla.
[34] DELEUZE, Gilles, Nietzsche y la filosofía (1962), Editorial Anagrama, Barcelona, 1998..
[35]
Para Nietzsche “la naturaleza” es el hombre que juega el juego del
mundo al estilo de Heráclito. La naturaleza forma figuras y las rompe y
las rompe, es un incesante proceso creador en el que triunfa lo vital
lleno de poderío, y no lo adaptado . Sobrevivir no significa todavía
ningún triunfo. La vida triunfa en la profusión, cuando se derrocha,
cuando vive con exultación. [NIETZSCHE, F., El crepúsculo de los ídolos, p. 78]
[36]
VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “Nietszche y Derrida: De la voluntad de ilusión
a la Mitología blanca” En CUENTA Y RAZÓN DEL PENSAMIENTO ACTUAL
(FUNDES) – Revista de la Fundación de Estudios Sociológicos de MADRID.
Nº 145 – 2007.
[37] NA, p. 679, (191 DSM)
[38] NA, p.776,
[39] SANCHEZ MECA, Diego, En Torno al Superhombre; Nietzsche y la Crisis de la Modernidad, Editorial Anthropos, Barcelona, 1989, p. 86
[40]
VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “Nietzsche: La ficción del sujeto y las
seducciones de la gramática”, en A PARTE REI, Sociedad de Estudios
Filosóficos, Nº 49, enero 2007, Madrid.
<http://serbal.pntic.mec.es/%7Ecmunoz11/vasquez49.pdf>
<http://serbal.pntic.mec.es/%7Ecmunoz11/vasquez49.pdf>
[41] NA, p. 778.
[42] NIETZSCHE, Friedrich, Aus dem Nachlass der Achtzigerjahre (Bd. III), München: C. Hanser Verlag, 1993. Vol. 3, p. 667
[43] Ibid. p. 627
[44]
NIETZSCHE, F. VP. (WM): III, 458. Fragmentos póstumos recogidos bajo
el título de La Voluntad de Poder por Peter Gast y la colaboración de
Elisabeth Föster Nietzsche. En versión alemana: Der Wille zur Macht. Versuch einer Umwertung aller Werte (Studien und Fragmente),
1901 herausgegeben von Ernst Horneffer, August Horneffer und „Peter
Gast“, mit einem Vorwort von Elisabeth Förster-Nietzsche. Enthält 483
angebliche Aphorismen. Übliches Sigel ¹WM.
Featured image, Friedrich Nietzsche.
NIETZSCHE DE LA VOLUNTAD DE FICCIÓN A LA VOLUNTAD DE PODER: APROXIMACIÓN ESTÉTICO-EPISTEMOLÓGICA A LA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DE LO LITERARIO
NIETZSCHE DE LA VOLUNTAD DE FICCIÓN A LA VOLUNTAD DE PODER: APROXIMACIÓN ESTÉTICO-EPISTEMOLÓGICA A LA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DE LO LITERARIO
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NIETZSCHE DE LA VOLUNTAD DE FICCIÓN A LA VOLUNTAD DE PODER: APROXIMACIÓN ESTÉTICO-EPISTEMOLÓGICA A LA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DE LO LITERARIO
ARTÍCULOS RELACIONADOS: NIETZSCHE- Vásquez Rocca, Adolfo, “Nietzsche: De la voluntad de ficción al pathos de la verdad. Aproximación estético-epistemológica a la concepción biológica de lo literario”, En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas – Universidad Complutense de Madrid, NÓMADAS. 36 | Julio-Diciembre 2012-2013 (II) pp. 315-338
http://www.theoria.eu/nomadas/36/adolfovrocca.pdf- Vásquez Rocca, Adolfo, “Nietzsche y Sloterdijk; depauperación del nihilismo, posthumanismo y complejidad extrahumana”, En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas – Universidad Complutense de Madrid, NÓMADAS. 25 | Enero-Junio.2010 (I), pp. 439-451. http://www.ucm.es/info/nomadas/25/avrocca.pdf- Vásquez Rocca, Adolfo, “Nietzsche: De la voluntad de poder a la voluntad de ficción. Aproximación estético-epistemológica a la concepción biológica de lo literario”, En ERRANCIA, La Palabra Inconclusa –Revista de Psicoanálisis, Teoría Crítica y Cultura–, Nº 6 – 2013, Monográfico: ‘El sentido del síntoma en el porvenir de lo real y el Psicoanálisis’ -Litorales- Universidad Nacional Autónoma de México UNAM
http://www.iztacala.unam.mx/errancia/v6/litorales_9.html- Vásquez Rocca, Adolfo, “Negociación, culpa y crueldad: de Nietzsche a Freud”, En Revista CONCIENCIA ACTIVA XXI , número 16, abril 2007. Y LÉXICOS Nº 9, 2007, Caracas, Venezuela.
http://lexicos.free.fr/Revista/numero9articulo2.htm- Vásquez Rocca, Adolfo, “La influencia de Nietzsche sobre Freud; Actas de la Sociedad Psicoanalítica de Viena”, en Biblioteca de la Asociación Filosófica del Uruguay, 2007.
http://www.box.net/public/9ykgpnv487-Vásquez Rocca, Adolfo, “Negociación, culpa y crueldad: de Nietzsche a Freud”, En Revista LÉXICOS Nº 9, UE, 2007, http://lexicos.free.fr/Revista/numero9articulo2.htm- Vásquez Rocca, Adolfo, “Nietzsche y Derrida: De la voluntad de ilusión a la Mitología blanca” En CUENTA Y RAZÓN DEL PENSAMIENTO ACTUAL (FUNDES) – Revista de la Fundación de Estudios Sociológicos de MADRID. Nº 145 – 2007, pp. 45 a 64 – ISSN : 0211-1381 Sumario Consorci de BIBLIOTEQUES UNIVERSITÀRIES DE CATALUNY: http://www.cuentayrazon.org/revista/pdf/145/Num145_006.pdf- Vásquez Rocca, Adolfo, “Nietzsche y Derrida: De la voluntad de ilusión a la Mitología blanca”, En CUENTA Y RAZÓN DEL PENSAMIENTO ACTUAL Nº 145 – 2008 – Revista de la Fundación de Estudios Sociológicos de Madrid, (FUNDES), Nº 145 – 2008, pp. 45 a 64 – ISSN : 0211-1381
http://www.cuentayrazon.org/revista/pdf/145/Num145_006.pdf- Vásquez Rocca, Adolfo, “La influencia de Nietzsche sobre Freud”, En KONVERGENCIAS, Filosofía y Culturas en Diálogo, ISSN 1669-9092, Buenos Aires, Argentina, 2007, http://www.konvergencias.net/influenciaavr.htm- Vásquez Rocca, Adolfo, “Sloterdijk, Agamben y Nietzsche: Biopolítica, posthumanismo y Biopoder” En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas – Universidad Complutense de Madrid, Nº 23 | Julio-Diciembre.2009 (I) pp. 291-302
http://www.ucm.es/info/nomadas/23/avrocca.pdf- Vásquez Rocca, Adolfo, “Nietzsche: de la voluntad de ficción al pathos de la verdad; aproximación estético‐epistemológica a la concepción biológica de lo literario”, En EIKASIA, Revista de la Sociedad Asturiana de Filosofía SAF, Nº 46 – Noviembre 2012 – ISSN 1885-5679 – Oviedo, España, pp. 33 – 44.
http://www.revistadefilosofia.com/46-02.pdf- Vásquez Rocca, Adolfo, “La voluntad de ilusión en Nietzsche y Derrida”, en KONVERGENCIAS, REVISTA DE FILOSOFÍA Y CULTURAS EN DIÁLOGO, CÓRDOBA, ARGENTINA. ISSN 1669-9092, Nº. 14, 2007
http://www.konvergencias.net/vasquezrocca129.htm- Vásquez Rocca, Adolfo, “Nietzsche: de la voluntad de poder a la voluntad de ficción como postulado epistemológico”, En Revista NÓMADAS Nº 37 – 2012, pp. 41 – 53, Instituto de Estudios Sociales Contemporáneos, Facultad de Ciencias Sociales, Humanidades y Arte –Universidad Central, Colombia.
http://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/4052835.pdfDr. Adolfo Vasquez Rocca
"Gott ist tot" → Dios a muerto → [NIETZSCHE, La gaya ciencia, sección 125]Dr. Adolfo Vásquez Rocca- A Nietzsche hay que pensarlo en profundidad1.-Dios ha muerto. Y nosotros lo hemos matado. ¿Cómo podríamos reconfortarnos, los asesinos de todos los asesinos? El más santo y el más poderoso que el mundo ha poseído se ha desangrado bajo nuestros cuchillos: ¿quién limpiará esta sangre de nosotros? ¿Qué agua nos limpiará? ¿Qué rito expiatorio, qué juegos sagrados deberíamos inventar? ¿No es la grandeza de este hecho demasiado grande para nosotros? ¿Debemos aparecer dignos de ella?[Nietzsche, La gaya ciencia, sección 125]2.- De allí que → «Dios ha muerto» sea una frase dolorosa, que sirve como expresión de una de las figuras del Espíritu [Hegel], denominada «Conciencia desventurada»: «es un destino trágico...]3.- Cabe preguntarse si el vacío dejado por la muerte de Dios no debe ser llenado de alguna manera. Y entonces, el ideal del hombre superior, del Übermensch (superhombre o suprahombre), con sus propios valores establecidos, que implican una reconversión de la valoración cultural de Occidente, no es el elemento que ha de llenar este vacío. Tal es el endiosamiento del hombre, de «el último hombre», el que ya no va a reconocer ningún poder por encima de él mismo.4.- Ver:Vásquez Rocca, Adolfo, “Nietzsche y Sloterdijk; depauperación del nihilismo, posthumanismo y complejidad extrahumana”, En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas - Universidad Complutense de Madrid, NÓMADAS. 25 | Enero-Junio.2010 (I), pp. 439-451.Dr. Adolfo Vasquez Rocca.NIETZSCHE DE LA VOLUNTAD DE FICCIÓN A LA VOLUNTAD DE PODER: APROXIMACIÓN ESTÉTICO-EPISTEMOLÓGICA A LA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DE LO LITERARIO DR. ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA
NIETZSCHE DE LA VOLUNTAD DE FICCIÓN A LA VOLUNTAD DE PODER: APROXIMACIÓN ESTÉTICO-EPISTEMOLÓGICA A LA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DE LO LITERARIO
ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA PHD.
<http://emui.academia.edu/AdolfoVasquezRocca/About>
Universidad Andrés Bello UNAB
Universidad Complutense de Madrid
Eastern Mediterranean University - Academia.edu
E-mail: adolfovrocca@gmail.com
CV: http://www.danoex.net/adolfovasquezrocca.html
Investigación y Publicaciones - paper-:
<http://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=1053859>
<http://emui.academia.edu/AdolfoVasquezRocca/About>
Universidad Andrés Bello UNAB
Universidad Complutense de Madrid
Eastern Mediterranean University - Academia.edu
E-mail: adolfovrocca@gmail.com
CV: http://www.danoex.net/adolfovasquezrocca.html
Investigación y Publicaciones - paper-:
<http://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=1053859>
NIETZSCHE: DE LA VOLUNTAD DE FICCIÓN A LA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DE LO LITERARIO_ ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA
Adolfo Vasquez Rocca Filosofía Contemporánea
-
ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “NIETZSCHE: DE LA VOLUNTAD DE FICCIÓN AL PATHOS DE LA VERDAD; APROXIMACIÓN ESTÉTICO‐EPISTEMOLÓGICA A LA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DE LO LITERARIO”, En EIKASIA, Oviedo, REVISTA DE LA SOCIEDAD ASTURIANA de Filosofía SAF– ISSN 1885-5679, Nº 46 – Noviembre – Diciembre 2012, pp. 33 – 44.
http://www.revistadefilosofia.com/46-02.pdf
Dr. Adolfo Vásquez Rocca, Universidad Andrés Bello – Universidad Complutense de Madrid
NIETZSCHE: THE WILL OF THE FICTION OF TRUTH PATHOS.
Epistemological Approach to Aesthetic biological conception of literature. -
RESUMEN/ABSTRACT -http://www.revistadefilosofia.com/46-02r.pdf -VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “"Nietzsche: de la voluntad de ficción al pathos de la verdad; aproximación estético‐epistemológica a la concepción biológica de lo literario", En EIKASIA, Revista de la SOCIEDAD ASTURIANA DE FILOSOFÍA SAF– ISSN 1885-5679, Nº 46 – Noviembre – Diciembre 2012, pp. 33 – 44.http://www.revistadefilosofia.com/46-02r.pdf
PUBLICACIÓN “NIETZSCHE...2012” En REVISTA DE LA SOCIEDAD ASTURIANA DE FILOSOFÍA
http://www.revistadefilosofia.com/46-02.pdf
Nietzsche: de la voluntad de ficción al pathos de la verdad
Dr. Adolfo Vásquez Rocca – Universidad Complutense de Madrid NIETZSCHE: THE WILL OF THE FICTION OF TRUTH PATHOS.
Epistemological Approach to Aesthetic biological conception of literature.
RESUMEN - ABSTRACT
Epistemological Approach to Aesthetic biological conception of literature.
RESUMEN - ABSTRACT
"Nietzsche:
de la voluntad de ficción al pathos de la verdad; aproximación
estético‐epistemológica a la concepción biológica de lo literario",
“La singularidad del psicoanálisis, la singularidad que le confiere toda su fuerza de ruptura y toda su amplitud de época, consiste en haber inaugurado un modo de pensamiento que disuelve el sentido por principio, que no sólo simplemente lo reenvía fuera de la verdad y fuera
del rigor (como podían hacerlo, aun en tiempos de Freud, otros vieneses), sino que destituye el sentido por principio, reconduciéndolo a su demanda y exponiendo la verdad como decepción de la demanda”.
Jean-Luc Nancy
NANCY, Jean-Luc. El sentido del mundo. Ed. La Marca, Buenos Aires Argentina. 2002.http://www.revistadefilosofia.com/46-02.pdf
-
RESUMEN/ABSTRACT VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “NIETZSCHE: DE LA VOLUNTAD DE FICCIÓN AL PATHOS DE LA VERDAD; APROXIMACIÓN ESTÉTICO‐EPISTEMOLÓGICA A LA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DE LO LITERARIO”, En EIKASIA, Oviedo, Revista de la Sociedad Asturiana de Filosofía SAF– ISSN 1885-5679, Nº 46 – Noviembre – Diciembre 2012, pp. 33 – 44.http://www.revistadefilosofia.com/46-02r.pdfDr. Adolfo Vásquez Rocca – Universidad Complutense de Madrid
NIETZSCHE: THE WILL OF THE FICTION OF TRUTH PATHOS.
Epistemological Approach to Aesthetic biological conception of literature.
RESUMEN - ABSTRACT"Nietzsche: de la voluntad de ficción al pathos de la verdad; aproximación estético‐epistemológica a la concepción biológica de lo literario",
Resumen/Abstract
Nietzsche Voluntad de Poder por Adolfo Vasquez Rocca y Oriana Villalobos
Nietzsche La Genealogía de la Moral por Adolfo Vasquez Rocca
Nietzsche La Genealogía de la Moral por Adolfo Vasquez Rocca
NIETZSCHE La Gaya ciencia
- Vásquez Rocca, Adolfo, Resumen/Abstract: "Nietzsche:
de la voluntad de ficción al pathos de la verdad; aproximación
estético‐epistemológica a la concepción biológica de lo literario", En EIKASIA, Revista de la Sociedad Asturiana de Filosofía SAF, Nº 46 - Noviembre 2012 - ISSN 1885-5679 - Oviedo, España, pp. 31 - 32
http://www.revistadefilosofia.com/46-02r.pdf
http://www.revistadefilosofia.com/46-02r.pdf
Vásquez Rocca, Adolfo, "Nietzsche: de la voluntad de ficción al pathos de la verdad; aproximación estético‐epistemológica a la concepción biológica de lo literario", En EIKASIA, Revista de la Sociedad Asturiana de Filosofía SAF, Nº 46 - Noviembre 2012 - ISSN 1885-5679 - Oviedo, España, pp. 33 – 44.
http://www.revistadefilosofia.com/46-02.pdf
Nietzsche propone una lectura de la ciencia nueva como gaya ciencia1
imaginando que su metaforología responde al problema del nihilismo,
esto es introduciendo sentido en un mundo caracterizado por la ausencia
de éste. De
este modo el sujeto moderno es develado como “sombra” de Dios, que
ocupa su lugar una vez muerto éste y que, desde su carácter fundacional,
se constituye en figura de la interioridad frente al mundo devenido
objeto.
Así
Nietzsche somete la mente a una terapia con la que podemos
desembarazarnos del viejo paradigma metafísico de la búsqueda obsesiva
de la verdad, de la manía de acceder a una realidad que nos condenaba a
la irrealidad mientras no la pudiésemos capturar. Con ellos nos podemos
liberar del resbaladizo, por “irreal”, principio de realidad. Y abrirnos
a la “experiencia fabulizada de la realidad”2.
Y no en nombre de un nuevo fundamento más real y verdadero, sino en la
devolución de ese fundamento a su origen fabuloso. La “theoria” lejos de
estar lejos de la praxis es una praxis de fábula, una operación
fantástica.
Nietzsche
muestra como el universo en que vivimos, ordenado, dotado de sentido
aparente, es una creación que hemos interpuesto entre nosotros mismos y
un mundo real que continúa su curso con total indiferencia hacia
nuestros pensamientos, nuestros valores o nuestros anhelos3.
Pero lo que hace aún más singular a la tragedia, desde la perspectiva
de Nietzsche, es que el proceso mismo de revelar esta dolorosa verdad
consuela de la negativa, desesperada reacción consecuente. Se vislumbra
que, en último término, no diferimos del resto de la naturaleza, somos
parte y fragmento de la misma, le pertenecemos por completo. Queda en
los espectadores, que al menos por un instante dejan de sentirse
escindidos del resto del universo, “el consuelo metafísico […] de que la
vida, pese a todas las cambiantes apariencias, está en el fondo de
todo, inconmoviblemente poderosa y placentera”4 y que su flujo constante, ciego, irracional, merece ser celebrado y admirado.
De allí que cuando Nietzsche se pregunta pregunta ¿Qué es la filosofía? ¿Es un arte o una ciencia? Se responde:
“Es
un arte en sus fines y productos. Pero su medio de expresión, la
exposición a través de conceptos, es algo que tiene en común con la
ciencia. Es una forma de la poesía. Imposible clasificarla. Nos hará
falta inventar y caracterizar una categoría nueva”5.
Para
Nietzsche –como se ve– el único acceso a la realidad es el
hermenéutico: sólo mediante la interpretación hay conocimiento. Mediante
las metáforas que imponemos al mundo desde nuestra determinada
situación, desde nuestra perspectiva, desde nuestra circunstancia en el
mundo, conocemos lo real, aunque, claro es, ya no se trate de un
conocimiento que pueda esperar una descripción unívocamente adecuada a
lo real. Lo que conocemos siempre está filtrado por nuestro lenguaje: el
conocimiento no puede ser independiente de los símbolos verbales que
empleamos en su proceso para dotarle de una estructura externa con el
propósito de comunicarlo. La experiencia sensorial se convierte en
conocimiento mediante la continua generación de metáforas que ordenan
esa experiencia. Pero no de forma tal que uno dispusiera de una
experiencia que constituyese el contenido del conocimiento sobre el que
habría que proyectar la red esquemática de las metáforas, las cuales
entonces vendrían a ser la forma del conocimiento. No, las metáforas no
son un adorno, una estilización sofisticada que otorgue belleza a la
expresión de lo conocido, no son el fruto de una elaboración consciente,
el cual en último término podría ser transcrito a un lenguaje neutro y
objetivo que expresase científicamente sus contenidos. No, “las
metáforas no son un subproducto surrogado del conocimiento, son el
conocimiento mismo”6.
Así, el conocimiento es una “invención” o “construcción” tras la cual
hay algo completamente distinto: un juego de instintos, impulsos,
deseos, temor y voluntad de apropiarse.
O como ha señalado Maturana:
“Lo
humano se constituye en el entrelazamiento de lo emocional con lo
racional. Lo racional se constituye en las coherencias operacionales de
los sistemas argumentativos que construimos en el lenguaje para defender
o justificar nuestras acciones”.7
Corrientemente
vivimos nuestros argumentos racionales sin hacer referencia a las
emociones en que se fundan, porque no sabemos que ellos y todas nuestras
acciones tienen un fundamento emocional. Todo sistema racional se funda
en premisas fundamentales “aceptadas a priori”, aceptadas porque sí,
aceptadas porque a uno le gustan, aceptadas porque uno las acepta
simplemente desde sus preferencias. Y eso es así en cualquier dominio,
ya sea el de las matemáticas, el de la física, el de la química, el de
la economía, el de la filosofía, o el de la literatura. Todo sistema
racional se funda en premisas o nociones fundamentales que uno acepta
como puntos de partida porque quiere hacerlo y con las cuales opera en
su construcción.
De
modo tal que la idea de verdad es una especie de ficción y que todo lo
que tenemos por sólido y cierto en el mundo es, si se le examina con
atención, accidental y contingente: leyes, ideas, filosofías,
religiones, todo –hasta nuestros particulares intereses vitales.
Ahora
bien esta honestidad corre el riesgo de desembocar en un tipo de
nihilismo epistemológico, en la convicción de que no hay verdades. O que
la verdad no se descubre, sino se inventa.
Si
examinamos el proceso de la formación del conocimiento y de los saberes
disponibles por los hombres, podemos llegar incluso a reexaminar el rol
que durante mucho tiempo se asignó a la filosofía con respecto a las
demás ciencias, esto es, un rol privilegiado por la supuesta pureza.
desinterés y gratuidad adscrita a su “amor por el saber”, por el
conocimiento, y que sin embargo, a partir de todo lo planteado por
Nietzsche acerca de la compleja y larga historia subyacente al
predominio alcanzado por uno u otro instinto de verdad, bien cabe pensar
que ese “amor” tenga una procedencia, un valor y un objetivo del que ha
sido aceptado por muchos.
“Yo no creo, por tanto, que un “instinto de conocimiento” sea el padre de la filosofía, sino que, aquí como en otras partes, un instinto diferente se ha servido del conocimiento (¡y del desconocimiento!) nada más que como de un instrumento. Pero quien examine los instintos fundamentales del hombre con el propósito de saber hasta qué punto precisamente ellos pueden haber actuado aquí como genios (o demonios o duendes -) inspiradores encontrará que todos ellos han hecho ya alguna vez filosofía, - y que a cada uno de ellos le gustaría mucho presentarse justo a sí mismo como finalidad última de la existencia y como legítimo señor de todos los demás instintos. Pues todo instinto ambiciona dominar: y en cuanto tal intenta filosofar”8.
Las intenciones morales han constituido en toda filosofía el auténtico germen vital del que ha brotado el interés por conocer, explicar y dominar9. Nietzsche, como se ve, está en condiciones de sostener que los instintos pueden intentar filosofar, si se consideramos que el pensar es indisociable de los sentimientos y afectos, del querer y sentir que componen las fuerzas de la voluntad. Y ésta, en tanto es voluntad de poder, tiene su ámbito de mayor y más propio despliegue en las múltiples manifestaciones de ese fenómeno fundamental que es la vida. Y porque ésta trasparece en todos los hombres, también ha de hacerlo en aquel que filosofa, puesto que no por realizar esta tarea “privilegiada”, puede situarse al margen de la vida. Por eso concluye ese parágrafo afirmando que “en el filósofo [...], nada, absolutamente nada es impersonal”.
Con
Nietzsche se inaugura un modo de interpretación del patrimonio cultural
que requiere un talante específico, una mirada que no se fija en el
pasado para llevar a cabo el inventario de los saberes ni exclusivamente
en el futuro para convertirse en la búsqueda extraviada del visionario,
sino que consiste en el ejercicio de ese juego de visión retrospectiva y
proyectiva a la vez; en este caso, desde las creaciones del pasado
hacia las que en el instante están gestando el futuro, juego por el que
una mirada creadora recupera en los antiguos saberes las posibilidades
de su propio valor y de su propia eficacia. A este respecto, Derrida10
expone la conveniencia de elaborar una historia de la escritura
asumiendo la encarnadura del propio escritor en su obra, asumiendo que
escribir es escribir-se, a la vez interpretarse y constituirse en una tarea que compromete el sentido del hombre mismo que la lleva a cabo.
Así Nietzsche al adoptar una postura etnológica
hacia el el problema del conocimiento, puede discernir cómo “circulan”
las redes estratégicas de la verdad, esto es, qué poderes,
subordinaciones o legitimaciones se generan alrededor suyo. Se trata de
la “economía política” de la verdad, es decir la producción de discursos.11
Nietzsche por Adolfo Vasquez Rocca
NIETZSCHE: DE LA VOLUNTAD DE FICCIÓN A LA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DE LO LITERARIO_ ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA
Nietzsche por Adolfo Vasquez Rocca
Nietzsche: de la voluntad de ficción al pathos de la verdad
– VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “NIETZSCHE: DE LA VOLUNTAD DE FICCIÓN AL PATHOS DE LA VERDAD; APROXIMACIÓN ESTÉTICO‐EPISTEMOLÓGICA A LA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DE LO LITERARIO”, En EIKASIA, Oviedo, Revista de la Sociedad Asturiana de Filosofía SAF– ISSN 1885-5679, Nº 46 – Noviembre – Diciembre 2012, pp. 33 – 44.
Dr. Adolfo Vásquez Rocca
Universidad Andrés Bello – Universidad Complutense de Madrid
“Nietzsche: the will of the fiction of truth pathos”.
Epistemological Approach to Aesthetic biological conception of literature.
Epistemological Approach to Aesthetic biological conception of literature.
“La singularidad del psicoanálisis, la singularidad que le confiere toda su fuerza de ruptura y toda su amplitud de época, consiste en haber inaugurado un modo de pensamiento que disuelve el sentido por principio, que no sólo simplemente lo reenvía fuera de la verdad y fuera del rigor (como podían hacerlo, aun en tiempos de Freud, otros vieneses), sino que destituye el sentido por principio, reconduciéndolo a su demanda y exponiendo la verdad como decepción de la demanda”.
Jean-Luc Nancy
-
NANCY, Jean-Luc. El sentido del mundo. Ed. La Marca, Buenos Aires Argentina. 2002.
http://www.revistadefilosofia.com/46-02.pdf
NIETZSCHE → Adolfo Vásquez Rocca PHD. → Publicado en EIKASIA
"Gott ist tot" → Dios a muerto → [NIETZSCHE, La gaya ciencia, sección 125]
Dr. Adolfo Vásquez Rocca
- A Nietzsche hay que pensarlo en profundidad
1.-Dios
ha muerto. Y nosotros lo hemos matado. ¿Cómo podríamos reconfortarnos,
los asesinos de todos los asesinos? El más santo y el más poderoso que
el mundo ha poseído se ha desangrado bajo nuestros cuchillos: ¿quién
limpiará esta sangre de nosotros? ¿Qué agua nos limpiará? ¿Qué rito
expiatorio, qué juegos sagrados deberíamos inventar? ¿No es la grandeza
de este hecho demasiado grande para nosotros? ¿Debemos aparecer dignos
de ella?
[Nietzsche, La gaya ciencia, sección 125]
2.-
De allí que → «Dios ha muerto» sea una frase dolorosa, que sirve como
expresión de una de las figuras del Espíritu [Hegel], denominada
«Conciencia desventurada»: «es un destino trágico...]
3.-
Cabe preguntarse si el vacío dejado por la muerte de Dios no debe ser
llenado de alguna manera. Y entonces, el ideal del hombre superior, del
Übermensch (superhombre o suprahombre), con sus propios valores
establecidos, que implican una reconversión de la valoración cultural de
Occidente, no es el elemento que ha de llenar este vacío. Tal es el
endiosamiento del hombre, de «el último hombre», el que ya no va a
reconocer ningún poder por encima de él mismo.
4.- Ver:
Vásquez Rocca, Adolfo, “Nietzsche y Sloterdijk; depauperación del nihilismo, posthumanismo y complejidad extrahumana”,
En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas -
Universidad Complutense de Madrid, NÓMADAS. 25 | Enero-Junio.2010 (I),
pp. 439-451.
Dr. Adolfo Vasquez Rocca.
-
VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “NIETZSCHE: DE LA VOLUNTAD DE FICCIÓN AL PATHOS DE LA VERDAD; APROXIMACIÓN ESTÉTICO‐EPISTEMOLÓGICA A LA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DE LO LITERARIO”, En EIKASIA, Oviedo, REVISTA DE LA SOCIEDAD ASTURIANA de Filosofía SAF– ISSN 1885-5679, Nº 46 – Noviembre – Diciembre 2012, pp. 33 – 44.
http://www.revistadefilosofia.com/46-02.pdf
Dr. Adolfo Vásquez Rocca, Universidad Andrés Bello – Universidad Complutense de Madrid
NIETZSCHE: THE WILL OF THE FICTION OF TRUTH PATHOS.
Epistemological Approach to Aesthetic biological conception of literature. -
RESUMEN/ABSTRACT -http://www.revistadefilosofia.com/46-02r.pdf -VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “"Nietzsche: de la voluntad de ficción al pathos de la verdad; aproximación estético‐epistemológica a la concepción biológica de lo literario", En EIKASIA, Revista de la SOCIEDAD ASTURIANA DE FILOSOFÍA SAF– ISSN 1885-5679, Nº 46 – Noviembre – Diciembre 2012, pp. 33 – 44.http://www.revistadefilosofia.com/46-02r.pdf
PUBLICACIÓN “NIETZSCHE...2012” En REVISTA DE LA SOCIEDAD ASTURIANA DE FILOSOFÍA
http://www.revistadefilosofia.com/46-02.pdf
Dr. Adolfo Vásquez Rocca – Universidad Complutense de Madrid NIETZSCHE: THE WILL OF THE FICTION OF TRUTH PATHOS.
Epistemological Approach to Aesthetic biological conception of literature.
RESUMEN - ABSTRACT
Epistemological Approach to Aesthetic biological conception of literature.
RESUMEN - ABSTRACT
“La singularidad del psicoanálisis, la singularidad que le confiere toda su fuerza de ruptura y toda su amplitud de época, consiste en haber inaugurado un modo de pensamiento que disuelve el sentido por principio, que no sólo simplemente lo reenvía fuera de la verdad y fuera
del rigor (como podían hacerlo, aun en tiempos de Freud, otros vieneses), sino que destituye el sentido por principio, reconduciéndolo a su demanda y exponiendo la verdad como decepción de la demanda”.
Jean-Luc Nancy
NANCY, Jean-Luc. El sentido del mundo. Ed. La Marca, Buenos Aires Argentina. 2002.http://www.revistadefilosofia.com/46-02.pdf
NIETZSCHE DE LA VOLUNTAD DE FICCIÓN A LA VOLUNTAD DE PODER: APROXIMACIÓN ESTÉTICO-EPISTEMOLÓGICA A LA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DE LO LITERARIO
Nietzsche: De la voluntad de ficción a la voluntad de poder
Adolfo Vásquez Rocca - Doctor en Filosofía Contemporánea, Psicología y Arte
http://www.theoria.eu/nomadas/36/adolfovrocca.pdf
http://www.iztacala.unam.mx/errancia/v6/litorales_9.html
http://lexicos.free.fr/Revista/numero9articulo2.htm
http://www.box.net/public/9ykgpnv487
http://www.cuentayrazon.org/revista/pdf/145/Num145_006.pdf
http://www.ucm.es/info/nomadas/23/avrocca.pdf
http://www.revistadefilosofia.com/46-02.pdf
http://www.konvergencias.net/vasquezrocca129.htm
http://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/4052835.pdf