jueves, 15 de enero de 2015

ERRANCIA LA PALABRA INCONCLUSA: REVISTA DE PSICOANÁLISIS UNAM Nº 10: CONTRACULTURA Y REBELDÍA _ Dr. Adolfo Vásquez Rocca _ Editor: Jesús Nava



  
Ilustraciones: Artista plástico ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA
 Editor: Jesús Nava. 

Presentación



DEL JARDÍN DE LAS FLORES DEL MAL: CONTRACULTURA Y REBELDÍA
1ª Parte: http://www.iztacala.unam.mx/errancia/v10/litorales.html

Editor: Jesús Nava. Arte: Adolfo Vásquez Rocca D.Phil

Archivo [Nº Publicados]
http://www.iztacala.unam.mx/errancia/archivos_errancia.html
Difusión: Dr. Adolfo Vásquez Rocca


 http://www.iztacala.unam.mx/errancia/v7/imagenes/L8.jpg

ERRANCIA Nº 10     
INFORME SOBRE LA CONSTRUCCIÓN DE SITUACIONES Y SOBRE LAS CONDICIONES DE LA ORGANIZACIÓN Y LA ACCIÓN DE LA TENDENCIA SITUACIONISTA INTERNACIONAL Documento Fundacional (1957)
GUY DEBORD
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EL MÉTODO PARANOICO-CRÍTICO Y LA PARADOJA DE LA PINTURA REALISTA EN SALVADOR DALÍ
JORGE JUANES
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AULLIDO
ALLEN GINSBERG
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POEMAS
CHARLES BUKOWSI
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PARA QUE SIRVEN LOS POETAS
LAWRENCE FERLINGHETTI
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LA POESÍA COMO UN ARTE INSURGENTE
LAWRENCE FERLINGHETTI
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LA REBELIÓN JUVENIL
OCTAVIO PAZ
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REFLEXIONES ACERCA DEL POP: EL ARTE POP ENTREVISTA A UMBERTO ECO
MARIA JOSÉ RAGUÉ ARIAS
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A LA CAZA “ZOOT SUIT”.
EL “SLEEPY LAGOON” Y LA NOCHE DE LOS TAXIS
OCTAVIO PATIÑO GARCÍA
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DESEO
JEROVAN HERNÁNDEZ RODRÍGUEZ
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DOS POEMAS
JESÚS NAVA RANERO
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LA REBELIÓN DE LOS JÓVENES ESCRITORES ALEMEL SIGLO XVIII: STURM UND DRANG
ILSE T. M de BRUGGER
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LOS ROMÁNTICOS Y EL FUTURO
WILLIAM OSPINA
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LAS CAUSAS DE LA REBELIÓN DE LA JUVENTUD ENTREVISTA A HERBERT MARCUSE
MARIA JOSÉ RAGUÉ ARIAS
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LAS VOCES DEL ROCK
VÍCTOR MANUEL BANDA MONROY
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LA GENERACIÓN BEAT
JORDI COSTA
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LA DÉCADA PRODIGIOSA: 60s, 70s
PEDRO SAMPERE / ALBERTO CORAZÓN
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EL NUEVO DESTINO DE LOS HIPPIES
MICHEL LANCELOT
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LA RESISTENCIA CULTURAL Y LOS JÓVENES DEJAR DE PENSARNOS COMO NOS PIENSA EL PODER
JESÚS RAMÍREZ CUEVAS
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EL MOVIMIENTO PROVO
MANUEL PÉREZ LEDESMA
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DEMOCRACIA Y REVUELTA
LA EXPERIENCIA DE RUPTURA DEL 15-M
ARTURO BORRA
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ENTRE MAYO DEL 68 Y LA GUERRA DE VIETNAM
F. FERNÁNDEZ BUEY
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BREVE NOTA SOBRE LA INTERNACIONAL SITUACIONISTA
RODRIGO VICUÑA NAVARRO
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AGUSTÍN GARCÍA CALVO: LA ACTUALIDAD DEL ANARQUISMO
MARTA NOGUEROLES JOVÉ
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FRANCOIS CHÁTELET: FILOSOFIA Y DESOBEDIENCIA
ANTONI VICENS
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EL DESEO Y LA UTOPÍA RECUPERADA (A PROPÓSITO DE FOURIER)
ENRIQUE CASTAÑOS ALÉS
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PARA UN CONCEPTO NO LINEAL DE HISTORIA.
REFLEXIONES A PARTIR DE WALTER BENJAMIN
STEFAN GANDLER
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DE LA CONTRAPOETICA A LA NARCOCULTURA EN UN SOLO VIAJE
HERIBERTO YÉPEZ
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ALGUNOS APUNTES ACERCA DE LA CONSTRUCCIÓN DE LO HEROICO EN WALTER BENJAMIN
ALBERTO ANTONIO VERÓN OSPINA
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LOS WEATHERMEN HAN TOMADO EL RELEVO
MICHAEL LANCELOT
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EL 15-M DESPUÉS DEL 20-N
LA REVUELTA COMO PORVENIR
ARTURO BORRA
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ROCK Y EPISTEMOLOGÍA
HELÍ MORALES
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LA REVOLUCIÓN COMO JUEGO
EL MOVIMIENTO PROVO
JOSÉ ANTONIO RECIO CUESTA
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BREVE HISTORIA DE LA ADICCIÓN
JORGE VÉLEZ VEGA
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POLIÉTICAS DEL CUERPO
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 Números anteriores
EDITORES: Jesús Nava Ranero, Octavio Patiño García y Alicia García Téllez  
CONSEJO EDITORIAL: Dr. Néstor A. Braunstein, Dr. Yván Silén, Dr. Miguel Marinas, Dra. Cynthia Farina, Claudio R. Boyé, Dra. Miriam Pardo Fariña, Carmen Váscones, Dr. Helí Morales Asencio, Daniel Gerber, Dra. Marcela Martinelli, Dr. Adolfo Vásquez Rocca, Carlos Skliar, Marcelo Augusto Pérez, Esteban Levin, Dra. Zardel Jacobo Cúpich, Helena Yrízar Rojas, Mtra. Leticia Hernández Valderrama, Max Rojas, José Francisco Zapata, Miguel Ángel Galvan y Refugio Pereida


CUERPO EDITORIAL
Editor general:
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Editores adjuntos:
Octavio Patiño García, Alicia García Téllez
Apoyo editorial:
Lic. Marco Antonio Pichardo Leyva y Rafael Trujillo Pineda
La Unidad de Sistemas de la FES Iztacala UNAM es el equipo encargado de realizar las actualizaciones y modificaciones correspondientes para la publicación en línea de los contenidos de cada número.
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Cambiará en cada número.
Consejo Editorial:
El Consejo Editorial es un órgano de carácter asesor y consultivo, que contribuye con la evaluación de los textos para su publicación, entrevistas y propuestas temáticas.
Dr. Néstor A. Braunstein
Psicoanalista
Universidad Nacional Autónoma de México
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Instituto Federal de Educação, Ciência e Tecnologia Sul-rio-grandense, Brasil
Claudio R. Boyé
Psicoanalista
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Escritora y poeta Ecuatoriana
Dr. Helí Morales Asencio
Colegio de Altos Estudios de la Red Analítica Lacaniana
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Universidad Nacional Autónoma de México. Red Analítica Lacaniana
Dra. Marcela Martinelli
Colegio de Altos Estudios de la Red Analítica Lacaniana
Dr. Adolfo Vásquez Rocca
Filosofo: Universidad Andrés Bello, Universidad Complutense de Madrid
Carlos Skliar
Investigador Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas, CONICET y Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO, Argentina
Marcelo Augusto Pérez
Psicoanalista
Esteban Levin
Psicoanalista

Dra. Zardel Jacobo Cúpich
Universidad Nacional Autónoma de México
Helena Yrízar Rojas
Psicoanalista
Mtra. Leticia Hernández Valderrama
Universidad Nacional Autónoma de Mexico
NÚMEROS ANTERIORES
Vol. 0           REBELDÍA O APATÍA -ESTA ES LA CUESTIÓN-
Vol. 1           DEL PADRE EN CUESTIÓN A LA CUESTIÓN DEL PADRE
Vol. 2           DEL MALESTAR CONTEMPORÁNEO Y LAS DERIVAS DEL DESEO

Vol. 3           CONSTRUIR Y HABITAR LA DIFERENCIA
Vol. 4           EL INCOLMABLE VORAZ HARTAZGO Y EL DESBOCADO GOCE DE LOS MERCADOS
Vol. 5           LA IRRUPCIÓN DEL DESEO Y LA PRIMAVERA DE LO PORVENIR 5
Vol. 6           EL SENTIDO DEL SÍNTOMA EN EL PORVENIR DE LO REAL Y EL PSICOANÁLISIS 5
Vol. 7           DE LA SEXUALIDAD FEMENINA 5
Vol. 8           EL DECIR DE LA INFANCIA 5
Vol. 9           EL SUJETO DE LAS ADICCIONES 5
Vol. 10           DEL JARDÍN DE LAS FLORES DEL MAL: CONTRACULTURA Y REBELDIA 5





ERRANCIA LA PALABRA INCONCLUSA: REVISTA DE PSICOANÁLISIS UNAM Nº 10: DEL JARDÍN DE LAS FLORES DEL MAL: CONTRACULTURA Y REBELDÍA _ Dr. Adolfo Vásquez Rocca D.Phil _ Editor. Ps. Jesús Nava



"PSICOPOLÍTICA, SOCIEDAD SITIADA
Y MOVIMIENTO DE LOS INDIGNADOS:

LA MODERNIDAD LÍQUIDA Y SUS PARIAS. ZYGMUNT BAUMAN Y EDWARD SNOWDEN” *

ADOLFO VÁSQUEZ ROCCA

1.-  El Movimiento de los Indignados (15-M) y la globalización de la protesta
El movimiento de los indignados se originó en las redes del ciberespacio, y se le ha visto crecer en las calles de Europa, Estados Unidos, Asia y América Latina. Zygmunt Bauman señala algunos rasgos que caracterizan al movimiento de los indignados.
 
Las consignas de la rebelión y protesta pacífica tuvieron su versión española en los acampados de la Puerta del Sol (Madrid). Surge así la conocida manifestación del 15-M, días antes de las elecciones municipales en todo el país. 
En su estado actual la indignación es un insumo para cineastas, literatos y artistas de la sociedad de la información y del espectáculo, así como para activistas políticos y movimientos anárquicos.
Los principios del movimiento de los indignados son el apartidismo es decir, el no reconocimiento de ninguna filiación a partidos políticos o sindicatos, el pacifismo, la horizontalidad y la transparencia. No aceptan ningún tipo de representatividad. Se constata la desaparición de los medios de representación directa. Se organizan a través de asambleas populares abiertas, celebradas en plazas o parques y está estructurado en diversas comisiones (Legal, Comunicación, Acción) y grupos de trabajo (Cultura, Educación, Política, Economía, Medio Ambiente, Migración y Movilidad). Nada reconocible en los viejos conceptos de la ciencia política o la sociología, más bien se trata de un movimiento espontáneo.
El músico Jorge González [1], líder y vocalista de Los Prisioneros, es quien mejor lo describe en su emblemática canción No necesitamos banderas [2]:
«Con la autoridad que nos da el buen juicio/y en pleno uso de nuestra razón/ declaramos romper de forma oficial/los lazos que nos pudieron atar alguna vez/a una institución o forma de representación/que nos declare parte de su total/con toda honestidad y con la mente fría renegamos de cualquier cordón/ya todas las divisas nos dan indiferencia/renegamos de cualquier patrón/se llame religión, se llame nacionalidad/no queremos representatividad./No necesitamos banderas/no reconocemos fronteras/no aceptaremos filiaciones/no escucharemos más sermones./ Es fácil vegetar, dejar que otros hablen/y decir “ellos saben más que yo”/ponerse una insignia, marchar detrás de un líder/y dejar que nos esgriman como razón/ no vamos a esperar, la idea nunca nos gustó/ ellos no están haciendo lo que al comienzo se pactó [...]».
En el origen de las inestabilidades sociales y políticas actuales se encuentra el hecho de que las fuerzas económicas son globales, pero los movimientos ciudadanos se mantienen anclados en lo local y/o nacional con insuficiente coordinación internacional. En la base de esta disonancia está la evolución desigual de la globalización, muy rápida en economía, ciencias y tecnologías comunicacionales, pero lenta en estructuras políticas globales, gobierno internacional, equidad y reconocimiento recíproco de valores y experiencias entre distintas sociedades y civilizaciones.
Fenómenos como el hiper-individualismo y la fragilidad de los vínculos humanos dejan entrever cómo las sociedades telemáticas dan lugar a nuevas formas de fuga y ausencia del mundo, a un malestar cultural, donde hombres escindidos entre la agresión y el temor, experimentan derivas identitarias y zozobras existenciales ante la exacerbación del consumo, la alienación del trabajo y el terror difuso de las ciudades del pánico. El movimiento de los indignados es un fenómeno emocional y reactivo de gentes que se sienten solas y amenazadas por la pérdida del empleo, la disminución del sueldo, la dificultad de adaptación al riesgo. En su origen la crisis tiene su principal causa en «la disociación entre las escalas de la economía y de la política» [3]. Las fuerzas económicas son globales y los poderes políticos, nacionales. Esta descompensación que arrasa las leyes y referencias locales convierte la creciente globalización en una fuerza nefasta. De ahí, efectivamente, que los políticos aparezcan como marionetas o como incompetentes, cuando no como corruptos, y, en efecto, muchas veces lo son.
El modelo capitalista obedece a los intereses de las transnacionales, una súper-estructura frente a la que los gobiernos locales son permeables y serviles, cuando no cómplices y accionistas, sin tener en cuenta la devastación social que generan. Es significativo que esto ya lo advirtiera Salvador Allende[4]  —Presidente mártir— de Chile ante el foro de las Naciones Unidas en 1972:
«[...] Vengo de Chile, un país pequeño, pero donde hoy cualquier ciudadano es libre de expresarse como mejor prefiera, de irrestricta tolerancia cultural, religiosa e ideológica, donde la discriminación racial no tiene cabida. Un país con una clase obrera unida en una sola organización sindical, donde el sufragio universal y secreto es el vehículo de definición de un régimen multipartidista, con un Parlamento de actividad ininterrumpida desde su creación hace 160 años, donde los tribunales de justicia son independientes del Ejecutivo, en que desde 1833 sólo una vez se ha cambiado la carta constitucional, sin que ésta prácticamente jamás haya dejado de ser aplicada. Un país donde la vida pública está organizada en instituciones civiles, que cuenta con Fuerzas Armadas de probada formación profesional y de hondo espíritu democrático. Un país de cerca de diez millones de habitantes que en una generación ha dado dos premios Nobel de Literatura, Gabriela Mistral y Pablo Neruda, ambos hijos de modestos trabajadores. En mi patria, historia, tierra y hombre se funden en un gran sentimiento nacional. Pero, Chile es también un país cuya economía retrasada ha estado sometida e inclusive enajenada a empresas capitalistas extranjeras, que ha sido conducido a un endeudamiento externo superior a los cuatro mil millones de dólares, cuyo servicio anual significa más del 30% del valor de sus exportaciones; un país con una economía extremadamente sensible ante la coyuntura externa, crónicamente estancada e inflacionaria, donde millones de personas han sido forzadas a vivir en condiciones de explotación y miseria, de cesantía abierta o disfrazada [...].
Estamos ante un verdadero conflicto frontal entre las grandes corporaciones y los Estados. Éstos aparecen interferidos en sus decisiones fundamentales —políticas, económicas y militares— por organizaciones globales que no dependen de ningún Estado y que en la suma de sus actividades no responden ni están fiscalizadas por ningún Parlamento, por ninguna institución representativa del interés colectivo. En una palabra, es toda la estructura política del mundo la que está siendo socavada.
Pero las grandes empresas transnacionales no sólo atentan contra los intereses genuinos de los países en desarrollo, sino que su acción avasalladora e incontrolada se da también en los países industrializados donde se asientan. Ello ha sido denunciado en los últimos tiempos en Europa y Estados Unidos, lo que ha originado una investigación en el propio Senado norteamericano. Ante este peligro, los pueblos desarrollados no están más seguros que los subdesarrollados. Es un fenómeno que ya ha provocado la creciente movilización de los trabajadores organizados, incluyendo a las grandes entidades sindicales que existen en el mundo. Una vez más, la actuación solidaria internacional de los trabajadores, deberá enfrentarse a un adversario común: el imperialismo…». [5]
La incertidumbre en que vivimos se corresponde a transformaciones como el debilitamiento de los sistemas de seguridad que protegían al individuo y la renuncia a la planificación de largo plazo: el desarraigo afectivo se presenta como condición del éxito. Esta nueva (in)sensibilidad exige a los individuos flexibilidad, fragmentación y compartimentación de intereses y afectos, se debe estar siempre bien dispuesto a abandonar compromisos y lealtades. Bauman se empeña en mostrar cómo la esfera comercial lo impregna todo, que las relaciones se miden en términos de costo y beneficio —de «liquidez» en el estricto sentido financiero.
El movimiento de los indignados se originó en las redes del ciberespacio, y se le ha visto crecer en las calles de Europa, Estados Unidos, Asia y América Latina. Zygmunt Bauman señala algunos rasgos que caracterizan al movimiento de los indignados:
En primer término señala que es fuerte en emociones y consignas, pero muy débil en el plano de las ideas. Segundo, que en el origen de las inestabilidades sociales y políticas actuales se encuentra el hecho de que las fuerzas económicas son globales, pero los movimientos ciudadanos se mantienen anclados en lo local o nacional. En la base de esta disonancia está la evolución desigual de la globalización [6], muy rápida, como decíamos más arriba, en economía, ciencias y tecnologías comunicacionales, pero lenta en estructuras políticas globales, gobierno internacional y equidad. El movimiento de los indignados nace en el interior de este desajuste e intenta llenar la ausencia de una expresión ciudadana global frente a la globalidad de los mercados. A lo anterior se une la legítima indignación al ver que para intentar salir de la crisis financiera los Gobiernos salvan a los banqueros sacrificando a las clases sociales medias y a los trabajadores. Socializan las perdidas y privatizan las ganancias. En una economía global, en la que los capitales financieros circulan a gran velocidad y cambian de manos con frecuencia y que ofrece productos financieros altamente sofisticados y automatizados, no todos los inversores conocen la naturaleza última de la operación contratada.
En tercer término, la sociedad global experimenta además un proceso de reconfiguración socio-económica y cultural cuyas dimensiones y consecuencias concretas son mucho más profundas a las imaginadas por los indignados. En este proceso de transformación del Mundo interior del Capital [7] —como denomina Sloterdijk a esta esfera política-religiosa y económica—, imbricada en la lucha de los tres monoteísmos a la que pertenecen las revoluciones en el mundo árabe, el conflicto israelí-palestino, el atmoterrorismo [8], la guerra en Afganistán, la gestión del pánico como argumento central de la política.
En cuarto lugar, la crisis económica y financiera en Estados Unidos a partir de las hipotecas subprime y la especulación inmobiliaria, generada por la desconfianza crediticia, que se extiende a las hipotecas basura europeas y se evidencia con la crisis bursátil que adviene y que —generalmente— se considera el detonante de la crisis financiera de 2008 y de la crisis de la Burbuja inmobiliaria. La crisis hipotecaria ha traído numerosas quiebras financieras, nacionalizaciones bancarias, constantes intervenciones de los Bancos centrales de las principales economías desarrolladas, profundos descensos en las cotizaciones bursátiles y un deterioro de la economía global real, que ha supuesto la entrada en recesión de algunas de las economías más industrializadas del Globo.
A ello debe sumarse el encuentro-desencuentro de civilizaciones, la crisis de la Unión Europea, la reforma del capitalismo o la evolución del reformismo chino. En tal contexto los indignados están muy lejos de ser el centro dinamizador del mundo o el eje sin el cual todo se disgrega, ellos son una pequeña parte de una transformación que en sus contenidos y formas supera por mucho los enunciados de sus lemas y consignas.
En este punto, los indignados se presentan como ejemplo de igualitarismo colectivista frente al exceso de individualismo en las sociedades estadounidense y europeas. Se «sienten iguales» entre sí, y buscan construir un movimiento horizontal, sin liderazgos verticales, donde todos se sometan a la voluntad colectiva de la indignación. Este igualitarismo, sin embargo, es una ficción, como lo son los conceptos de «voluntad colectiva» y de ausencia de liderazgos verticales. Los indignados no son iguales entre sí, en ellos hay dirigentes y dirigidos, cada uno lleva al movimiento una carga biográfica intransferible y condiciones educativas y económicas diferenciadas, al tiempo que el vocablo «voluntad colectiva» no elimina la necesidad de que alguien o algunos (los dirigentes) se arroguen el derecho de personalizar esa supuesta voluntad como si la misma pudiera objetivarse.
Sin embargo, uno de los grandes secretos protegidos por los sumos sacerdotes del capitalismo[9]  -que el hombre puede vivir sin el control de autoridades auto-erigidas que nos manipulen activando miedos ancestrales-, se mantiene ahora, al igual que antaño: somos esclavos de unos pocos, los cuáles han ido perfeccionando con el paso del tiempo la  «concentración del poder» por parte de una siniestra casta llamada «la clase política», una cofradía de ineptos que aseguran sus reelecciones, tanto como el nepotismo. El poder no se transfiere del poder político, al religioso y de allí al militar, en un proceso que según RusselI [10] se retroalimenta, pertenece así solo a unas pocas familias que viven en un SU estado de Derecho Natural y maximizando SU propiedad privada y la expansión de SUS negocios protegidos de impuestos en algún paraíso fiscal, cuya única razón de ser son el fraude.
2.-  Individualismo, mercancía y el repertorio ideológico de la desinhibición

La caracterización de la fase tardía de la modernidad como un «tiempo líquido» —la expresión, acuñada por Zygmunt Barman [11]— da cuenta del tránsito de una modernidad «sólida» —estable, repetitiva— a una «líquida» —flexible, voluble— en la que los modelos y estructuras sociales ya no perduran lo suficiente como para enraizarse y gobernar las costumbres de los ciudadanos y en el que, sin darnos cuenta, hemos ido sufriendo transformaciones y pérdidas como el de la duración del mundo y sus objetos, vivimos bajo el imperio de la caducidad [12] y la seducción;  de la acumulación no funcional y del individualismo exacerbado —fenómenos que han determinado una nueva configuración de las relaciones «humanas», tornándolas precarias, transitorias y volátiles. Un momento en que se renuncia a la memoria como condición de un tiempo post-histórico.
En la cultura posmoderna se acentúa un individualismo extremo, una nueva ética permisiva y hedonista; al servicio del culto al deseo y de su realización inmediata, una ideología del bienestar que el Estado debiera garantizar. Vivimos un momento de «consignas» cosméticas [13], reactivo al desencanto, indignados sin tolerancia a la frustración. El principio personalizador, que se articula como democratización del consumo de modelos por la vía de la serialidad y la ética novedosa del crédito y la acumulación no productiva. Hoy el glamour de las mercancías aparece como nuestro paisaje natural, allí nos reconocemos y nos encontramos con «nosotros mismos», con nuestros ensueños de poder y ubicuidad, con nuestras obsesiones y delirios, con los desperdicios psíquicos en el escaparate de la publicidad —verdadero espejo que nos devuelve nuestra imagen deformada— una verdadera summa espiritual de nuestra civilización, el repertorio ideológico de la desinhibición.
La sociedad de consumo supone la programación de lo cotidiano; manipula y determina la vida individual y social en todos sus intersticios; todo se transforma en artificio e ilusión al servicio del imaginario capitalista y de los intereses de las clases dominantes. El imperio de la seducción y de la obsolescencia; el sistema fetichista de la apariencia y alienación generalizada. La construcción del sentido social se desplaza del espacio de la política, hacia un mundo que no tiene historia, solo pantalla. Son las nuevas formas de producción, las de un nuevo universo simbólico en donde se resignifican las viejas utopías mediante un proceso de descontextualización que las convierte en imágenes sin historia; en mercancías.
En esos mismos medios de comunicación se desplazan hoy los actores políticos jugando su rol hegemónico en la construcción de sentido en tanto perpetran el secuestro de nuestra moral. La fe pública violada ha creado las condiciones para el desprestigio de lo político y con ello el de nuestras instituciones, así como de las complejas organizaciones transnacionales que son el poder detrás del poder y que se articulan  según un modelo gansteril. Nuestra vida cotidiana esta así signada por las abusivas relaciones mercantiles que nos agobian con deudas e insomnio.
Por su parte hace más de diez años, Bin Laden y su socio fáctico, el ex presidente norteamericano George W. Bush, globalizaron el terrorismo de masas y la represión a escala mundial. Exactamente una década después, el movimiento de los indignados ha globalizado la protesta social y el hartazgo ante un modelo de depredación social, de abuso y de consumo cuyo control está reservado a una élite violenta e impune. Las protestas que sacaron a la calle a miles de personas en todo el mundo vienen a darle cuerpo a una corriente moral y política cuyos precursores proponen modelos alternativos al encarnizado sistema neoliberal. Del mismo modo la industria financiera desempeña un papel muy importante en el discurso antisistémico actual, la crítica se ha focalizado en la decisión de los gobernantes de Estados Unidos y de otras Naciones ricas de cubrir a los banqueros, a fin de evitar supuestos males mayores, al mismo tiempo que éstos, pese a todo, no cambiaban su esplendoroso nivel de vida.
3.- Individualismo hedonista y bulímico; Del homo economicus al homo consumens

Tal vez Lipovetsky tenga razón al señalar que «no vivimos el fin de la modernidad, sino por el contrario, estamos en la era de la exacerbación de la modernidad, de una modernidad elevada a una potencia superlativa. Estamos en una era “híper”: hipercapitalista, de hiperpotencias, hiperterrorismo, hipervacaciones, hiperindivi-dualismos, hipermercados…» [14]. De modo que lo que nos tiene que preocupar es la fragilización de los individuos. El individuo hipermoderno es libre, pero frágil y vulnerable. Disfruta de su individualismo hedonista y bulímico, pero vive angustiado por la ausencia de referencias.
La modernidad líquida es una figura del cambio y de la transitoriedad: «los sólidos conservan su forma y persisten en el tiempo: duran, mientras que los líquidos son informes y se transforman constantemente: fluyen. Como la desregulación, la flexibilización o la liberalización de los mercados».[15]
Zygmunt Bauman muestra cómo la esfera comercial lo abarca todo, cómo las relaciones, «los riesgos y angustias de vivir juntos y separados», son siempre pensadas en términos de costos y beneficios, de conveniencia. El homo economicus y el homo consumens definen y conforman la sociedad de mercado. Frente a ellos, el homo sacer, los habitantes de los campos de refugiados, «obstinada permanencia de lo efímero, que puede convertirse un día en el hábitat común y corriente de todos los habitantes de un planeta repleto y globalizado».[16]
Asistimos a lo que Bauman llama el desvanecimiento de todo lo sólido en el aire y la permanencia de todo lo líquido en la realidad [17]. El desencanto(s) que ya analizamos, tiene implicaciones no solo en la constitución social sino que incide directamente en todas las manifestaciones sociales. La ausencia de algo definitivo en el centro de la vida empuja a buscar una satisfacción momentánea en excitaciones, satisfacciones en actividades continuamente nuevas, lo que nos induce a una falta de quietud y de tranquilidad (hasta velar por la seguridad quita la tranquilidad) que se puede manifestar como el tumulto de la gran ciudad, la manía de los viajes, la lucha despiadada contra la competencia, la falta específica de fidelidad moderna en las esferas del gusto, los estilos, las relaciones. La ambivalencia parece ser el estatuto (el espacio vital) de la recomposición cultural propia de la era de la globalización.
El incremento del individualismo y el incremento de la protección de las formas de la vida privada —de la propiedad privada, del domicilio privado— se ve reforzado por el desarrollo de la tecnología digital, con sus posibilidades telemáticas. La proliferación de los computadores personales en los hogares medios del continente está alterando drásticamente los modos de convivencia o de enclaustramiento en nichos personales, estaciones de trabajo, o búnkeres del entretenimiento solitario. Una expansión muy parecida a la de los televisores hace 5 o 6 décadas.
La exploración de nuevos mundos, el vértigo de las nuevas carreteras de la información nos permiten traspasar fronteras y gozar de una  hiperconectividad que propicia la comunicación con alejados individuos de todo el orbe, pero que paradojalmente limita nuestros lazos afectivos familiares y fragmenta nuestros espacios de relación cotidiana. La complejidad del ser humano se disgrega en un contacto instrumental que rehuye la franquicia del cara a cara.
La relación de alteridad, cara a cara, a la que también se refiere Levinas, es una relación ética originaria, fundante de la afectividad y que se expresa a través de la imagen, a través del rostro que me mira y me reclama, sin que pueda olvidarle, sin que pueda dejar de ser responsable de su miseria. [18]
Así, para Levitas [19] el rostro, y en particular la mirada, es el principio de la conciencia emotiva, ya que la identidad solo puede constituirse a partir de la mirada del otro; frente a ella develamos nuestra frágil desnudez, nos volvemos vulnerables y comprensibles, somos traspasados; el ser humano no puede entenderse ni ser entendido sino en una compleja red de relaciones, constituidas por miradas que se entrecruzan con otras, en un entorno amueblado por signos identitarios de diverso orden y registro,  por la fisonomía del rostro, por el acento de un gesto facial. Llega un momento en que «los individuos se retiran habitualmente del campo de intercambio de miradas —que los griegos siempre comprendieron también como campo de intercambio de palabras— a una situación donde ya no necesitan el complemento de la presencia de los otros, sino que, por decirlo así, son ellos mismos los que pueden complementarse a sí mismos».
Internet se convierte así en un simulacro del encuentro persona a persona en una sociedad donde rozarse en un supermercado o acariciar por la calle al niño de otro puede dar motivos respectivamente para disculparse o para ser sospechoso de desorden sexual.
En lugar de «relaciones», en la modernidad líquida, debe hablarse de  conexiones. A diferencia de «relaciones» o «pareja» y categorías semejantes que enfatizan el compromiso mutuo y excluyen su opuesto, el descompromiso, la «red» representa una matriz que conecta y desconecta a la vez. No es sino el solipsismo de la navegación por la Web.
Bauman en su análisis de las relaciones humanas en la sociedad globalizada, profundiza en las paradojas del eros contemporáneo, siempre temeroso de establecer lazos fuertes. La angustia ambivalente del querer «vivir juntos y separados» es lo que constituye la actual condición humana, la del sexo sin compromiso de las parejas semiadosadas.
4.- Vidas desperdiciadas y comunidades desespiritualizadas: La modernidad y sus parias

Junto al individualismo podemos reconocer también como nota característica de nuestras sociedades del consumo, la alienación del trabajo y la degradación de los sin empleo. Bauman se vale de conceptos tan provocadores como el de «desechos humanos» para referirse a los desempleados (parados), que hoy son considerados «gente superflua, excluida, fuera de juego». Hace medio siglo los desempleados formaban parte de una reserva del trabajo activo que aguardaba en la retaguardia del mundo laboral una oportunidad. Ahora, en cambio, dado el desarrollo tecnológico «se habla de excedentes, lo que significa que la gente es superflua, innecesaria, porque cuantos menos trabajadores haya, mejor funciona la economía». Para la economía sería mejor si los desempleados desaparecieran. De acuerdo a esta racionalidad utilitarista, en la actual producción social los ciudadanos pobres se corresponderían con los residuos que las fábricas vierten en sus entornos creando tasas de contaminación. Los pobres son detritus, se abandonan como stocks improductivos en las aceras, quedan quietos en las esquinas de las barriadas periféricas. Se alcoholizan en los suburbios, forman parte del aire tóxico de los cordones industriales. Están ahí como parte del sistema competitivo. Materialmente son un efecto de la producción, moralmente son una consecuencia que el escrutinio del mercado aplica sobre la heterogeneidad de los seres humanos. [20]
Para Bauman la pobreza no se reduce, sin embargo, a la falta de comodidades y al sufrimiento físico. Es también «una condición social y psicológica puesto que el grado de decoro se mide por los estándares establecidos por la sociedad, la imposibilidad de alcanzarlos es en sí misma causa de zozobra, angustia y  mortificación». Ser pobre significa estar excluido de una vida normal generando sentimientos de culpa y vergüenza,  reduciendo la autoestima, se cierran las puertas para una vida feliz. La «vida normal» es la de los consumidores que pueden elegir entre las diferentes oportunidades, brindándoles sensaciones placenteras [21]. La consecuencia es resentimiento y malestar, sentimientos que, al desbordarse, se manifiestan en forma de actos agresivos o auto-destructivos, o de ambos a la vez.
Es el Estado del desperdicio, el pacto con el diablo: la decadencia física, la muerte es una certidumbre que azota. [22]
El alto grado de competitividad en la vida social, en las confrontaciones deportivas, en las carreras universitarias de mayor prestigio, en el consumo, se corresponde con la agresividad del talante empresarial que domina nuestras sociedades.
El amor, y también el cuerpo, decaen. El cuerpo no es una entelequia metafísica de nietzscheanos y fenomenólogos. No es la carne de los penitentes ni el objeto de la hipocondría dietética. Es el jazz, el rock, el sudor de las masas. Contra las artes del cuerpo, los custodios de la vida sana hacen del objeto la prueba del delito. La «mercancía», el objeto malo de Mélanie Klein [23] aplicado a la economía política, es la extensión del cuerpo excesivo. Los placeres objetables se interpretan como muestra de primitivismo y vulgaridad masificada.
¿Quién soy? Esta pregunta solo puede responderse hoy de un modo delirante, pero no por el extravío de la gente, sino por la divagación infantil de los grandes intelectuales. Para Bauman la identidad en esta sociedad de consumo se recicla. Es ondulante, espumosa, resbaladiza, acuosa, tanto como su monótona metáfora preferida: la liquidez. ¿No sería mejor hablar de una metáfora de lo gaseoso? Porque lo líquido puede ser más o menos denso, más o menos pesado, pero desde luego no es evanescente. Sería preferible pensar que somos más bien densos —como la imagen de la Espuma que propone Sloterdijk para cerrar su trilogía Esferas—, allí, con la implosión de las esferas, se intenta dar cuenta del carácter multifocal de la vida moderna, de los movimientos de expansión de los sujetos que se trasladan y aglomeran hasta formar espumas donde se establecen complejas y frágiles interrelaciones, carentes de centro y en constante movilidad expansiva o decreciente [24]. La imagen de la espuma [25] es funcional para describir el actual estado de cosas, marcado por el pluralismo de las invenciones del mundo, por la multiplicidad de micro-relatos que interactúan de modo agitado, así como para formular una interpretación antropológico-filosófica del individualismo moderno. Con ello Espumas responde a la pregunta de cuál es la naturaleza del vínculo que reúne a los individuos, formando lo que la tradición sociológica llama «sociedad» el espacio interrelacional del mundo contemporáneo.
Nuestras comunidades son artificiales, líquidas, frágiles; tan pronto como desaparezca el entusiasmo de sus miembros por mantener la comunidad ésta desaparece con ellos. No es posible evitar los flujos, no se pueden cerrar las fronteras a los inmigrantes, al comercio, a la información, al capital. Hace un año miles de personas en Inglaterra se encontraron repentinamente desempleadas, ya que el servicio de información telefónico había sido trasladado a la India, en donde hablan inglés y cobran una quinta parte del salario.

REFERENCIAS Y ARTÍCULOS RELACIONADOS:

-Vásquez Rocca, Adolfo, Zygmunt Bauman: Modernidad líquida y fragilidad humana, En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas –Universidad Complutense de Madrid, Nº 19 – 2008 (I),  pp. 309-316. http://www.ucm.es/info/nomadas/19/avrocca2.pdf
-Vásquez Rocca, Adolfo, Sloterdijk: Psicopolítica de los bancos de ira, apocalipsis y relatos escatológicos; Del fundamentalismo islámico a los espectros de Marx , En REFLEXIONES MARGINALES, Nº 22 – 2014, Revista de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México UNAM, ISSN 2007-850.
http://reflexionesmarginales.com/3.0/sloterdijk-psicopolitica-de-los-bancos-de-ira-apocalipsis-y-relatos-escatologicos-del-fundamentalismo-islamico-a-los-espectros-de-marx
-Vásquez Rocca, Adolfo, Individualismo, modernidad líquida y terrorismo hipermoderno; de bauman a sloterdijk, En ERRANCIA, La Palabra Inconclusa – Revista de Psicoanálisis, Teoría Crítica y Cultura, Nº 3 © 2012, Universidad Nacional Autónoma de México UNAM. http://www.iztacala.unam.mx/errancia/v3/errancia_3.html
–Vásquez Rocca, Adolfo, Peter Sloterdijk: Espumas, mundo poliesférico y ciencia ampliada de invernaderos, En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas – UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID, Nº 18 – 2008,  pp.  315 – 322. http://www.ucm.es/info/nomadas/18/avrocca.pdf
-Vásquez Rocca, Adolfo, Heidegger y Peter Sloterdijk y Walter Benjamin: ‘Air conditioning’ en el mundo interior del capital, En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas – Universidad Complutense de Madrid, Nº 22 | Enero-Junio.2009 (II) pp. 275-285 http://www.ucm.es/info/nomadas/22/avrocca.pdf
–Vásquez Rocca, Adolfo, Baudrillard; de la metástasis de la imagen a la incautación de lo real, En EIKASIA. Revista de Filosofía, Oviedo, España. ISSN 1885-5679, año II, Nº 11 (julio 2007) pp. 53-59. http://www.revistadefilosofia.com/11-02.pdf
- Vásquez Rocca, Adolfo, Baudrillard; cultura, simulacro y régimen de mortandad en el sistema de los objetos, En Cuaderno de Materiales, Nº 23, 2011, 705-714 / ISSN: 1139-4382, Universidad Complutense de Madrid UCM. http://www.filosofia.net/materiales/pdf23/CDM45.pdf
-Vásquez Rocca, Adolfo, El futuro de la universidad pública y la crisis de la educación en chile. En ARQCHILE.CL ©, Portal Latinoamericano de Arquitectura, ISSN 0718-431X, Concepción, ISSN  0718-431X  Número 22,  2012 – Sección PEP Publicación Educación Pública. http://www.arqchile.cl/publicacion_educacion_publica.htm
-Vásquez Rocca, Adolfo, Zygmunt Bauman; modernidad líquida y fragilidad humana, En Revista Observaciones Filosóficas – Nº 6 / 2008 – ISSN 0718-3712, PUCV. http://www.observacionesfilosoficas.net/zygmuntbauman.html
-Vásquez Rocca, Adolfo, Peter Sloterdijk: temblores de aire, atmoterrorismo y crepúsculo de la inmunidad, En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas – Universidad Complutense de Madrid, | Nº 17 | Enero-Junio 2008 – 1º / 1 | pp. 159-168. http://www.ucm.es/info/nomadas/17/avrocca_sloterdijk3.pdf.
REFERENCIAS
* Edward Snowden (1983) consultor tecnológico estadounidense, informante, antiguo empleado de la CIA (Agencia Central de Inteligencia) y de la NSA (Agencia de Seguridad Nacional). En junio de 2013, Snowden hizo públicos, a través de los periódicos The Guardian y The Washington Post, documentos clasificados como alto secreto sobre varios programas de la NSA, incluyendo los programas de vigilancia masiva PRISM y Xkeyscore. Snowden filtró documentos que prueban cómo el Gobierno de EEUU ha estado espiando a través de la NSA a millones de ciudadanos interceptando sus llamadas telefónicas y accediendo a sus datos personales a través de los servidores de grandes empresas como Microsoft, Apple, Yahoo, Facebook, YouTube o Skype.(The Guardian - The Washington Post).
1 Jorge González: Vocalista, bajista, compositor, líder y cerebro del grupo de rock-pop chileno Los Prisioneros, una banda de letras contestatarias y musicalmente orientada hacia lo político, el punk, el ska, el new wave y el electropop. Su trayectoria con Los Prisioneros y como solista lo han posicionado como uno de los mejores cantautores de la música chilena, siendo comparado incluso con Víctor Jara y Violeta Parra.
2 No necesitamos banderas es la octava pista del álbum La voz de los ’80 del grupo chileno Los Prisioneros. El 30 de octubre del año 2000, una grabación en vivo fue lanzada como sencillo promocional del álbum El cassette pirata.
3 Touraine, Alain, Después de la crisis. Por un futuro sin marginación, Ed. Paidós, Estado y Sociedad, Madrid, 2011.
4 Estados Unidos tiene una larga lista de intervenciones en el mundo y en especial en Latinoamérica. Chile no fue una excepción. Inmediatamente después de que el gobierno de Allende asumiera la alta magistratura, Estados Unidos procuró poner presión económica sobre Chile. Los documentos del Consejo Nacional de Seguridad estadounidense (NSA), más tarde pedidos que fueran desclasificados por el Presidente estadounidense Bill Clinton, incluyen el memorando de decisión Nº 93, con fecha 9 de noviembre de 1970, escrito por Henry Kissinger y dirigido a los jefes de los departamentos diplomático, defensa e inteligencia. Este documento declaró que la presión debería ser colocada en el gobierno Allende para prevenir su consolidación y limitar su capacidad de poner en práctica políticas contrarias a las de Estados Unidos e intereses hemisféricos, como la nacionalización total de Allende de varias empresas extranjeras y la industria de cobre. Expresamente, Nixon dijo que ningún nuevo compromiso de ayuda económicos bilateral fuera emprendido con el gobierno de Chile. [Uribe, Armando (1975). The Black Book of American Intervention in Chile (en inglés). Boston: Beacon Press].
5 Discurso de Salvador Allende en la Asamblea General de las Naciones Unidas Naciones Unidas. Nueva York, 4 de diciembre de 1972  http://www.salvador-allende.cl/Discursos/1972/NU.pdf
6 Rodrik, Dani,  La paradoja de la globalización. Democracia y el futuro de la economía mundial, Ed. Antoni Bosch, Barcelona, 2011.
7 Vásquez Rocca, Adolfo, Heidegger y Peter Sloterdijk y Walter Benjamin: ‘Air Conditioning’ en el Mundo interior del Capital, En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas – Universidad Complutense de Madrid, Nº 22 | Enero-Junio.2009 (II) pp. 275-285.  http://www.ucm.es/info/nomadas/22/avrocca.pdf
8 Vásquez Rocca, Adolfo, Peter Sloterdijk: Temblores de aire, atmoterrorismo y crepúsculo de la inmunidad, En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas – Universidad Complutense de Madrid, | Nº 17 | Enero-Junio 2008 -1º / 1 | pp. 159-168.  http://www.ucm.es/info/nomadas/17/avrocca_sloterdijk3.pdf
9 El capital financiero y sus actividades especulativas y parasitarias son ley en sí mismos y para sí mismos. Esta cultura de la criminalidad y la ilegalidad en las finanzas encuentra su expresión en la política: las operaciones con aviones no tripulados ilegales (drones) y asesinatos llevados a cabo por el gobierno de Obama, incluyendo a ciudadanos estadounidenses; el espionaje masivo por la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) y sus equivalentes en el mundo; y el fortalecimiento del aparato de un estado policial. Recuérdese el caso Edward Snowden, ingeniero informático estadounidense, que en 2013 filtró los documentos que prueban cómo el Gobierno de EEUU ha estado espiando a través de la Agencia Nacional de Inteligencia (NSA) a millones de ciudadanos interceptando sus llamadas telefónicas y accediendo a sus datos personales a través de los servidores de grandes empresas como Microsoft, Apple, Yahoo, Facebook, YouTube o Skype. (The Guardian – The Washington Post). Finalmente, la composición actual de la economía mundial se basa en el crecimiento del militarismo, que está creando las condiciones para el estallido de una nueva guerra mundial.
10 Russell, B, El poder en los hombres y en los pueblos, Editorial Losada, 4ª. ed., Buenos Aires 1968. (Power. A new social analysis, Londres: George Allen &. Unwin, 1938).
11 Bauman, Zygmunt, Modernidad líquida, Editorial Fondo de Cultura Económica, México DF, 2003.
12 Vásquez Rocca, Adolfo, Baudrillard; Cultura, simulacro y régimen de mortandad en el Sistema de los objetos, en Cuaderno de Materiales, Universidad Complutense de Madrid, Nº 23 – 2012. http://www.filosofia.net/materiales/pdf23/CDM45.pdf
13 Lipovetsky, Gilles, (1992) El Crepúsculo del Deber; La ética indolora de los nuevos tiempos democráticos, Colección Argumentos, Editorial Anagrama, Barcelona, 1998, pp. 95 – 97.
14 Lipovetsky, Gilles, Los tiempos hipermodernos, Editorial Anagrama, Barcelona, 2006.
15 Bauman, Zygmunt, Modernidad líquida, Editorial Fondo de Cultura Económica, México DF, 2003.
16 Bauman, Zygmunt, Amor Líquido, Sobre la fragilidad de los vínculos humanos, Editorial: F.C.E. México,  2005.
17 Bauman, Zygmunt, La sociedad sitiada, Editorial: F.C.E., Buenos Aires, 2004.
18 Vásquez Rocca, Adolfo, Individualismo, modernidad líquida y terrorismo hipermoderno; de Bauman a Sloterdijk, En ERRANCIA, La Palabra Inconclusa – Revista de Psicoanálisis, Teoría Crítica y Cultura, Nº 3 © 2012, Universidad Nacional Autónoma de México UNAM.
19 Lévinas, Emmanuel (1993). Entre nosotros: ensayos para pensar en otro. Editorial Pre-Textos, Valencia.
20 Vásquez Rocca, Adolfo, Zygmunt Bauman: Modernidad Líquida y Fragilidad Humana, En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas – Universidad Complutense de Madrid, Nº 19 – 2008 (I),  pp. 309-316.
21 Bauman, Zygmunt, (2000) Trabajo, consumismo y nuevos pobres, Editorial Gedisa, Barcelona, 2003, p. 64.
22 Bauman, Zygmunt,  Vidas desperdiciadas: La modernidad y sus parias. Barcelona. Paidós Ibérica. 2005.
23 Teoría de las relaciones objetales de Melanie Klein.
24 Vásquez Rocca, Adolfo, Peter Sloterdijk: Espumas, mundo poliesférico y ciencia ampliada de invernaderos, En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas – UNIVERSIDAD http://www.ucm.es/info/nomadas/18/avrocca.pdf
25 Sloterdijk, Peter, Esferas III, Espumas, Editorial Siruela, Barcelona, 2005.
Adolfo Vásquez Rocca. Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complu- tense de Madrid. Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía PUCV. Profesor adjunto Escuela de Psicología UNAB. –Miembro Titular del Consejo Editorial Internacional de Errancia, Revista de Psicoanálisis, Teoría Crítica y Cultura –UNAM– Universidad Nacional Autónoma de México–. Profesor del Magister en Etnopsicología y Diplomado en Psicología Clínica “Psicopatología, subjetividad y cultura”. Escuela de Psicología PUCV. Director de Revista Observaciones Filosóficas. Profesor visitante en la Maestría en Filosofía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Académico Investigador de la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado UNAB. Investigador Asociado y Profesor adjunto de la Escuela Matríztica de Santiago –dirigida por el Dr. Humberto Maturana. Consultor Experto del Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad (CNIC) Profesor Asociado al Grupo Theoria – Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado – UCM. Eastern Mediterranean University – Academia.edu. Académico Investigador de la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado, Ha publicado entre otros el Libro: Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización, Colección Novatores, Nº 28, Editorial de la Institución Alfons el Magnànim (IAM), Valencia, España, 2008. Invitado especial a la International Conference de la Trienal de Arquitectura de Lisboa | Lisbon Architecture Triennale 2011. Traducido al Francés – Publicado en la sección Architecture de la Anthologie: Le Néant Dans la Pensée Contemporaine. Publications du Centre Français d’Iconologie Comparée CFIC, Bès Editions, París, © 2012. Profesor de Postgrado, Magister en Biología-Cultural, Escuela Matríztica de Santiago y Universidad Mayor 2013-2014.

Web del Autor: http://www.danoex.net/adolfovasquezrocca.html

E-mail: adolfovrocca[at]gmail.com

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DEMOCRACIA Y REVUELTA
LA EXPERIENCIA DE RUPTURA DEL 15-M


ARTURO BORRA

Rebelarse contra los poderes establecidos constituye un acto de dignidad cuando esos poderes no sólo coartan la libertad de crítica, sino cuando impiden la creación de formas de vida que no se limiten a la mera supervivencia
1) El estallido de lecturas

La proliferación de lecturas en torno al movimiento 15-M no se limita a una práctica especular, acotada a la voluntad -siempre fallida por lo demás- de reflejar un proceso social ya constituido. Es, más bien, un modo de construirlo en términos discursivos y, mediante su dimensión performativa, incidir en una direccionalidad política específica. De ahí la relevancia de las categorías interpretativas: recortan y especifican un modo concreto de inteligibilidad y, con ello, contribuyen a crear de modo determinado lo que interpretan.
Mientras algunos mass-media se apresuran a definir el movimiento como un sujeto juvenil reformista, otros enfatizan su condición revolucionaria (e incluso libertaria) y tampoco faltan quienes lo reducen a una reacción defensiva pequeño-burguesa. Dada la heterogeneidad del 15M esas lecturas encuentran parcialmente elementos que las corroboran, pero no siempre consideran una cierta ambivalencia política -como si se tratara de una identidad preconstituida o de un sujeto político uniforme- que, lejos de resultar un obstáculo, pone de manifiesto una temporalidad en la que la indefinición relativa es condición de existencia de un nuevo poder constituyente en el campo político español.
Destacar ese punto, por lo demás, no niega la premisa básica de esta reflexión: toda lectura, por el hecho mismo de arrojar luz en cierta dirección, traza su propia línea de sombra, lo que equivale a asumir la parcialidad del propio punto de partida, ni siquiera cancelado por un intento de totalización abierta. En ese sentido, como «objeto dinámico», el movimiento 15M rebasa cualquier lectura que pueda hacerse al respecto.
Dicho lo cual, hay suficientes elementos para suponer que si bien las ambigüedades que atraviesan este movimiento persistirán en el corto plazo, ello no excluye una progresiva construcción de equivalencias políticas entre sus elementos plurales. Desde una perspectiva estratégica que apueste por la internacionalización de la revuelta, el significante vacío (1) más apropiado para favorecer un encadenamiento de reivindicaciones diferenciales no es «democracia real ya» (DRY), «15M» o «acampados» sino el de «indignados»: traza un punto nodal en el que una multiplicidad de agentes sociales pueden sentirse incluidos, a pesar de unas diferencias ideológicas irreductibles y precisamente por su falta de anclaje a un grupo concreto. El carácter difuso de este significante, invocado como un límite para la construcción de una identidad reconocible, es más bien condición de existencia de su potencial expansión, no exenta de contradicciones y tensiones. Si “DRY” reenvía a una plataforma específica que no suscita identificación por parte de otros grupos participantes, y si tanto “15M” como “acampados” trazan referencias histórico-locales, la de “indignados” tiene la ventaja de rebasar cualquier espacio-tiempo local y ser apropiada por movimientos sociales diversos en múltiples lugares (lo que implica una deriva que no puede resolverse a priori). Aun así, puesto que dicho proceso de internacionalización es por el momento incierto e incipiente, me limitaré a reflexionar sobre el 15M como experiencia colectiva de ruptura.
Nada señala que la proliferación interpretativa sobre estos acontecimientos políticos no siga su curso meses después de las revueltas pacíficas que se produjeron en distintas ciudades españolas: desde una interpretación fascista que denuncia la debilidad del gobierno nacional y llama al desalojo policial inmediato de los “piojosos y perroflautas” (sic) de las plazas públicas (en nombre de la seguridad, el orden público y la salubridad de no se sabe qué damnificados) hasta una interpretación que enfatiza la dimensión revolucionaria de sus prácticas asamblearias y horizontales (marcadas por un anticapitalismo militante), pasando por quienes reconocen en ese movimiento un relevo generacional de grupos libertarios y ácratas aplastados brutalmente por un estado opresor o por quienes toman distancia de su presunto reformismo demócrata-burgués y su falta de radicalidad política.
Sin embargo, el discurso que tanto en los medios masivos de comunicación como en el sistema político institucional tiende a prevalecer es el de un “movimiento de jóvenes indignados” que, por una situación de crisis, está siendo afectado por las dificultades en el acceso a la vivienda y al empleo (más o menos cualificado). Dicho de otra manera: el discurso dominante liga la indignación a una reacción defensiva de una “juventud” acosada por el estrechamiento de sus oportunidades vitales que, en una actitud que oscila entre lo ejemplar y lo incívico (con supuestos conatos de violencia que mancharían su identidad, erosionando su legitimidad democrática), sale a las calles a reclamar que los escuchen (algo que, salvo algún partido de izquierda, no ha ocurrido en absoluto con respecto a los partidos mayoritarios, a pesar de algunos gestos demagógicos efectuados en ese sentido). En un giro nada inocente, se borra de esas luchas cualquier dimensión que conecte a los antagonismos de clase, construyéndose una categoría sociológica homogénea (“la juventud”) allí donde hay, más bien, una pluralidad de identidades sociopolíticas incontenibles.   
Ese discurso dominante no está exento de disputas. Las advertencias de algunos miembros de la casta política son claras y no por azar circulan acusaciones que señalan al 15M como un “movimiento totalitario” (sic) que ha traspasado “la línea roja” (sic) y actuado de forma “antidemocrática y violenta”, al decir de Artur Mas de CIU. No faltan escenas de políticos que se conciben como «víctimas» de unos actos de protesta que vulneran sus derechos o perturban el orden público. Alcanza recordar la legitimación por parte del exministro del interior Pérez Rubalcaba de la vergonzosa carga policial en Valencia el pasado jueves 9 de junio de 2011, alegando que no se podía tolerar la violencia (sin aportar la más mínima prueba de las supuestas agresiones a la policía por parte de los manifestantes). O, para remitirnos a un contexto más inmediato, a las justificaciones gubernamentales de las cargas policiales contra las marchas laicas en Madrid, simultáneas a la visita de la máxima autoridad católica. 
Tampoco resulta sorprendente, en ese contexto, que a medida que se sucedieron las semanas, la burguesía comercial afectada por las acampadas en Puerta del Sol haya mostrado su recelo, invocando pérdidas millonarias. (Dicho sea de paso, su posición presupone que en otras condiciones habrían obtenido millones de ganancia; pero si eso es cierto, ¿con qué credibilidad invocan de forma crónica la crisis para sumarse a los que exigen más “flexibilidad laboral”, esto es, nuevas precariedades para las clases trabajadoras?). No es de extrañar un creciente viraje de la “tolerancia” a la “reprobación” (que no es más que la contracara de la primera) por parte de estos sectores sociales. Su demanda creciente de uso de la fuerza policial para impedir la ocupación de espacios públicos que simbolizan al movimiento (especialmente la Plaza del Sol) es coherente con sus identificaciones de clase y su repudio a todo aquello que ponga en jaque su régimen de privilegios.
A pesar de esos estigmas y tachaduras, el movimiento en esta fase sigue suscitando «simpatías» mayoritarias (y uso deliberadamente este término para indicar una distancia efectiva entre las reivindicaciones del 15M y unas adhesiones recelosas de sumarse de forma abierta, descreída de sus posibilidades de cambio). El apoyo social al movimiento 15M sigue siendo tan amplio como inestable y no debe inducir a engaños. Que hasta la mujer más rica de España manifieste su apoyo resulta relativamente previsible, considerando la heterogeneidad radical del movimiento (recordemos que participan más de 200 plataformas ciudadanas) y la pluralidad de demandas que en más de una ocasión asumen direcciones diferentes. Salvando a los guardianes mediáticos de la oligarquía financiera y de la derecha política (encarnados de forma caricaturesca por el canal televisivo Intereconomía), lo que prima en los medios masivos es un discurso que oscila entre la benevolencia paternalista, el borrado escandaloso de su acontecer y unas advertencias recurrentes ante la posibilidad de que estos actos colectivos traspasen ciertos límites propios de la mentada “normalidad democrática”. Puesto que en este discurso la revuelta pacífica está asociada a los jóvenes se transita sin dificultad entre una actitud contemplativa –planteando como “razonable” el enojo para una generación privada de bienestar- y una actitud recelosa –las travesuras de juventud pueden terminar mal y más si se suman esos individuos peligrosos y desclasados, como caídos del cielo, llamados “antisistema”-.
Esas actitudes, desde luego, no son impedimento para que la cobertura informativa sea dispar, cambiante y alineada tanto al partido de gobierno como al establishment económico-financiero. Esa “cobertura” se hace fugaz cuando no puede directamente suprimirse, pero el sesgo discursivo es claro: se trata de un movimiento juvenil minoritario -de una dimensión indefinida: cientos o miles a lo sumo- que, en la medida que no alteren el “orden público”, sólo marginalmente forman parte de lo noticiable, de lo que la opinión publicada interpreta como públicamente relevante. Las mismas vulneraciones al estado de derecho por parte de sus presuntos defensores, esto es, por parte de las autoridades políticas y policiales, no parece ameritar ninguna crítica ni siquiera por parte de la cadena pública de televisión española (TVE), responsable de ofrecer un servicio público de información veraz y confiable. Cualquier consejo deontológico de periodistas independientes no dudaría en tachar a estos medios masivos como órganos sistemáticos de desinformación y por tanto, como instancias de nula credibilidad. Los responsables de su gestión, incluyendo los periodistas que contribuyen a estas actividades propagandísticas que empaquetan las noticias como mercancías a clientes ávidos de distracción, deberían responder al grave incumplimiento de sus deberes periodísticos, sin descartar sanciones de suspensión o inhabilitación profesionales en los casos más notables. La manipulación deliberada de videos en los que la violencia policial es invisibilizada por obra del montaje; la desatención de denuncias documentadas sobre policías infiltrados; la reproducción de informaciones no contrastadas con respecto a supuestas agresiones a la policía; el espacio televisivo marginal prestado a acontecimientos políticos locales de primera magnitud como el 15M; el sobredimensionamiento de actos de violencia callejera aislada; la descalificación y menosprecio mostrado hacia este movimiento democrático, entre otras cuestiones, justifican esta petición.
2) Hegemonía neoconservadora y 15M

¿Cómo se explica que no obstante ese apoyo social amplio un partido político como el PP haya arrasado en las elecciones municipales y autonómicas del 22-M? En otras palabras, ¿por qué fue posible su triunfo electoral a pesar de las simpatías suscitadas por un movimiento que desde el principio tomó distancia del bipartidismo?
En primer lugar, si se tiene en cuenta que el PP obtuvo aproximadamente alrededor de nueve millones de votos, de un total de 23 millones de votantes efectivos, la respuesta es clara: en la presente monarquía parlamentaria alcanza con ser primera minoría para gobernar. La paradoja de este tipo de "democracia representativa" es que está basada en que una primera minoría gobierne a todos alegando ser mayoría absoluta. Si el número de personas que optaron por la abstención es superior a los 11.000.000 de personas, la conclusión es que la mayoría considera que esta forma de democracia (“representativa”) no es suficiente para movilizar su energía política. Una democracia así concebida, sin embargo, tiene serios déficits democráticos. Que un partido político pueda gobernar con 3 millones menos de personas que los que reúne el electorado que no vota a ningún partido (33,77% de abstinencias, 1,70% de votos nulos y un 2, 54 % de votos en blanco) cuestiona la “representatividad” de esa primera minoría y más en general, la legitimidad del sistema electoral español que protege de forma antidemocrática el bipartidismo dominante.
Una segunda consideración debe tomar en cuenta la factura o el desgaste sufrido por el actual partido de gobierno. A la baja representatividad del sistema político vigente hay que sumar el desgaste de un gobierno que no ha dudado en aplicar de forma oblicua el recetario neoliberal. Más que en clave de desempeño del partido de oposición (que augura una radicalización del neoconservadurismo), hay que leer la debacle del 22M como el costo electoral del giro político del partido gobernante. Aunque los efectos de erosión de la hegemonía neoconservadora son crecientes, lo antedicho no implica necesariamente que estemos asistiendo a un cambio político inminente. En todo caso, limitan dicho proceso hegemónico y remarcan las resistencias sociales que en el presente se están articulando.
La tensión política entre ese proceso y un apoyo difuso pero mayoritario al movimiento 15M señala, en tercer lugar, la amplitud de sus reivindicaciones. Esa amplitud posibilita que diferentes sectores y grupos se identifiquen si no con el conjunto de sus planteamientos, sí al menos con algunos de estos. En ese sentido, lo que confiere cierta unidad al movimiento 15-M no es la uniformidad identitaria ni el consenso político, sino más bien su antagonismo sostenido ante un sistema político, económico e institucional incapaz de dar una respuesta satisfactoria a las demandas de millones de ciudadanos.
Este antagonismo popular no sólo no está siendo desarticulado por la acción policial sino que es atizado con cada una de sus intervenciones. Si por un lado el actual gobierno nacional y algunos gobiernos autonómicos han optado por criminalizar la protesta social (al punto de penalizar a algunos de sus miembros, de infiltrar a la policía secreta dentro de algunas manifestaciones como es el caso de Barcelona y Valencia y de ordenar sucesivas cargas policiales injustificadas) en grados diversos y con algunas vacilaciones propias al cálculo de posibles efectos electorales negativos, por otro lado, el movimiento 15M se ha reafirmado con nuevas acciones de protesta y elaboración de propuestas tan concretas como factibles.
El fracaso de la política del miedo se atestigua en el fracaso del miedo a la política: incluso en pleno receso, las calles se han convertido en el escenario de una práctica política impensable hace escasos meses, cuando las estructuras institucionales (incluyendo partidos y sindicatos) pretendían ejercer el monopolio de la representación. La repolitización de las prácticas sociales abre brechas para una política radical, poniendo en jaque la despolitización propia de una sociedad del espectáculo. Al desprecio a la democracia que los sujetos políticos y económicos dominantes muestran, el movimiento 15M responde con una democratización radical de sus decisiones y una reconstitución del poder constituyente.
3) La erosión de la política espectacularizada

Aunque no dispongamos de ninguna racionalidad instantánea para determinar la condición revolucionaria de este movimiento de una vez para siempre (devenir-revolucionario no es una fatalidad histórica ni una necesidad trascendental), al menos sí podemos identificar en su interior algunas prácticas y significaciones emergentes que validan la idea de que estamos contribuyendo a la construcción de una cultura política incipiente que pone en cuestión lo que Debord interpretaba como la «espectacularidad» de lo social, esto es, su reducción a lo dado, en la que el ciudadano es producido como espectador de una escena predefinida. Dicho de otro modo: si vivimos en una sociedad del espectáculo (como “relación social entre las personas mediatizada por la imagen” (2)) posibilitada por una economía de la abundancia, la crisis de esta economía es también crisis de una subjetividad marcada por un proyecto político que justifica lo existente. A la “(…) libertad dictatorial del Mercado, atemperada por el reconocimiento de los Derechos del Hombre espectador” (3), el 15M contrapone otra escena que, estrictamente, no escenifica nada, sino que moviliza un inconsciente político revolucionario.
Nada de ello es motivo para una ilusión sobredimensionada: cuestionar la «mistificación burocrática» sólo es el primer paso para la invención de una sociedad postcapitalista que ponga en jaque la separación radical que estructura la espectacularización de lo social. Al optimismo de la voluntad hay que contrapesarle el recuerdo perturbador de un capitalismo que se reproduce incluso si ello significa la ruina continua de sus promesas y la destrucción diaria de cientos de miles de vidas.
Eso no es óbice para pensar esta intervención colectiva como una réplica que erosiona la escena sedimentada, abriendo un tiempo de repolitización de lo social, esto es, creando una aceleración histórica que abre como horizonte de posibilidad una transformación radical de la sociedad. Ahora bien, puesto que se trata de una posibilidad contingente entre otras, no hay ninguna razón para suponer que esa transformación será efectiva (ni, mucho menos, inmediata). La posibilidad de una restauración autoritaria del control resulta mucho más inminente y cierta. Es probable que, de no articularse a nivel internacional, el 15M sea crecientemente reprimido y, en consecuencia, esa posibilidad transformadora quede momentáneamente clausurada.
En el contexto de esa indeterminación relativa, puede afirmarse que al inmovilismo ciudadano le sobrevino un estallido pacífico pero activo de sujetos que luchan de forma apasionada contra el hundimiento resignado de sus esperanzas. Ante una política del espectáculo que pasiviza al sujeto, incluso justificando las decisiones como cuestiones técnicas ineludibles, el 15M replica a fuerza de indignación, resemantizando lo público como espacio de protesta y deliberación políticas. Con ello, interroga el sentido de lo público como mero espacio de circulación de mercancías o lugar de esparcimiento privado. Al deseo de dormir de una sociedad, el 15M responde con un deseo lúcido de soñar: no sólo cuestiona la especialización del poder y las jerarquías representativas, sino que cuestiona lo permitido. Forja lo posible contra una legalidad que tiende a anularlo en una red de relaciones de poder radicalmente desigual.
Insistamos en el punto: el 15-M -como sujeto político plural- no constituye, al menos momentáneamente, una configuración hegemónica alternativa; más bien, tiende a limitar la hegemonía cultural y política del neoconservadurismo, a la que contribuyen las fracciones dominadas de las clases dominantes (entre ellos, una intelligentia tecnocrática comprometida con el capital financiero y empresarial). La hegemonía del conservadurismo, aunque no ofrece perspectivas para una salida inmediata a la crisis estructural de legitimidad partidaria, hace previsible la victoria electoral del derechista PP y, menos coyunturalmente, el taponamiento en el corto plazo de un cambio sistémico. Puesto que el capitalismo necesita instaurar un régimen sacrificial para seguir reproduciéndose, una perspectiva de cambio revolucionario debe empezar erosionando las bases de ese régimen. En esa dirección, no sin tensiones políticas, parece estar avanzando el 15M.
4) Razones de las indignaciones

Referirnos a múltiples indignaciones, sin centro unitario, se ajusta más a los acontecimientos políticos que intentamos pensar, en tanto dislocaciones de un orden social parcialmente desestructurado. La pluralidad de insatisfacciones sociales resulta clara. Sin pretensiones de exhaustividad, hay que recordar las siguientes:
-el autismo del sistema político ante demandas y necesidades de la sociedad civil, tanto a través del desentendimiento del bien común como de la privatización de empresas públicas rentables;
-las falencias democráticas del sistema electoral español, en el que el voto de los ciudadanos no cuenta por igual según el partido del que se trate;
-la política fiscal profundamente regresiva (que grava más a los que menos tienen y desgrava a la franja minoritaria que concentra las rentas y las propiedades);
-la transferencia de pérdidas del sistema financiero a la ciudadanía y de recursos económicos de la ciudadanía al sistema financiero o, dicho en términos de clase, la expropiación manifiesta de las clases propietarias a las clases populares;
-el cinismo hipócrita de las estrategias de alianza del estado español, que no sólo deslegitima a nivel internacional cualquier alternativa política, sino que además destina fondos públicos para el sostenimiento de una política exterior belicista;
-la desfinanciación cortoplacista de las instituciones educativas y culturales simultáneamente a la financiación de instituciones religiosas, militares y financieras;
-la connivencia entre estado y sindicatos mayoritarios que no sólo han desmovilizado a sus afiliados, sino acordado graves recortes de derechos, como contrapartida de cuantiosas subvenciones;
-la persistencia de un régimen monárquico anacrónico, que además de defender privilegios de nacimiento y títulos nobiliarios de tradición medieval, participa en negocios opacos, goza de inmunidad jurídica y está sustraída de la crítica pública;
-la retórica gubernativa de la austeridad, que reclama sacrificios colectivos sin regular la abundancia privada de las oligarquías económicas ni penalizar de forma suficiente la corrupción política y empresarial;
-la continuidad de los desahucios (más de 300000 familias sin vivienda mientras en España el saldo de viviendas vacías es de 700.000) y el aumento de la pobreza (más del 20% de la población total);
-los ajustes y reformas laborales exigidos por las grandes empresas mientras distribuyen beneficios en un contexto donde el paro supera el 20% de la población activa;
-la actuación delictiva e impune de la banca y agentes de bolsa, responsables centrales de la crisis financiera y principales beneficiarios de la misma, incluyendo una política de rescate financiada por el estado;
-el subsidio millonario que el estado español, constitucionalmente declarado aconfesional, proporciona a la iglesia católica (más de 10.000 millones en 2010) mientras impone políticas de ajuste;
-los órganos de un sistema judicial injusto, con tintes no sólo conservadores sino radicalmente autoritarios y clasistas;
-las estrategias de desinformación y descalificación que los mass media han puesto en marcha para desactivar las protestas sociales, así como el control informativo férreo que fijan las principales agencias de información a nivel mundial como modo de perpetuación de lo existente;
-la desigualdad institucionalizada entre inmigrantes y el resto de ciudadanos y la expansión del racismo y la xenofobia institucionalizadas;
-el oligopolio ejercido por algunas corporaciones trasnacionales, incluso en sectores críticos como la alimentación y la farmacopea, instaurando un régimen de especulación indiferente a la supervivencia y a la hambruna de pueblos enteros;
-la resignación y sumisión que siguen gobernando nuestras prácticas cotidianas en el mundo laboral y político, así como la lentitud de respuestas colectivas críticamente articuladas.
En suma, no sólo está en cuestión un sistema político y económico basados en la mercadocracia y la plutocracia (tal como recuerdan algunas pancartas, como p.e. “esto no es una crisis, esto es una estafa”,  “democracia not found” o “no somos mercancías en manos de políticos y banqueros”), sino también una cultura del consumismo que ha declinado del “derecho de soñar” y, en general, a imaginar e instituir otro mundo social. En particular, está en cuestión una ética capitalista que instituye un vínculo instrumental y apropiativo con el otro, basada en la ambición de conquista y el dominio técnico del mundo, incluyendo el mundo social.
No todas estas indignaciones tienen la misma relevancia y, de hecho, en diferentes grupos las prioridades de unas sobre otras varían. No constituyen un ideario, aunque es reconocible una perspectiva que podría unificarse en la crítica al capitalismo. Relevan asimismo una situación en la que unos agentes sociales se movilizan tras la búsqueda de otro mundo posible. De la articulación de esas insatisfacciones en un proyecto político contrahegemónico depende, en buena medida, su persistencia como movimiento emergente.
5) La brecha abierta por el 15M

Un acontecimiento político de esta magnitud es insoslayable para la vida pública. Como intervención histórica, marca unas modalidades singulares que reclaman mayor atención.
En primer lugar, la carencia de líderes que hace posible una función de liderazgo compartido. La presencia de portavoces rotativos resta importancia a la pugna de roles. En ese sentido, esa carencia constituye una condición para el ejercicio de una práctica asamblearia, en la que los intercambios están marcados por un principio efectivo de igualdad, más allá de las previsibles disputas por el protagonismo por parte de algunos de sus miembros.
La apuesta por la no-violencia, asimismo, aunque no impide una creciente represión policial y jurídica, sí la deslegitima socialmente. Ante la evidencia de un movimiento pacífico de protesta, las cargas contra éste son interpretadas mayoritariamente, con razón, como una vulneración del estado de derecho. Esa interpretación se transforma en un enérgico cuestionamiento a las actuaciones policiales y, en menor medida, a las decisiones estatales que le subyacen. Muestra las graves restricciones existentes que impiden un ejercicio democrático como la protesta, en la que todo ciudadano sea considerado, de forma concreta, como un sujeto de pleno derecho. La ideología ilustrada del ciudadano libre e igual queda jaqueada por un estado que se limita a administrar unos privilegios de clase y a obturar, de forma ilegítima, la práctica del disenso. Aunque dicha apuesta evita un mayor descrédito mediático, es probable que la violencia policial sistemática pueda generar, en algunos sectores minoritarios dentro del movimiento, estallidos efímeros de violencia callejera.
En tercer lugar, la modalidad asamblearia y desjerarquizada que estructura las prácticas comunicacionales al interior  del movimiento, a la par de posibilitar la construcción de propuestas con consensos mínimos (no necesariamente unanimidades),  pone serios límites a cualquier intento de cooptación por parte de los partidos políticos tradicionales. Al evitar la designación de interlocutores fijos, el movimiento se protege simultáneamente de la criminalización de los que asumen de manera rotativa una función de liderazgo e impide pactos a espaldas de sus mayorías. De esta manera, se sostiene un proceso deliberativo que permite la creación de lineamientos de acción y reivindicaciones colectivas sujetas a la crítica colectiva, sin compromisos asumidos de forma unilateral.
Un cuarto componente, ligado al precedente, es la persistencia en una alternativa extrapartidaria, que limita la asimilación sistémica. Si bien esta situación habilita que partidos políticos de izquierda puedan apropiarse de forma legítima de sus propuestas, la autoexclusión de la lógica partidaria constituye al movimiento en un factor permanente de presión, central en cualquier sociedad que se precie de democrática. Instaura con ello un órgano no-institucional de control que fiscaliza las decisiones gubernamentales y visibiliza políticas y acciones claramente antipopulares. En pocas palabras, contribuye a materializar un modelo de democracia participativa, necesaria en sistemas parlamentarios que, de forma cada vez más notoria, se subordinan a los intereses particulares de los poderes económico-financieros establecidos.
También hay que mencionar la creciente capacidad de autoorganización y autoconvocatoria del movimiento, contrariamente a las profecías de la derecha autoritaria. La coordinación horizontal y la acción descentralizada han mostrado su eficacia cuando se utilizan de forma imaginativa y con la lucidez que aportan sus participantes. La constitución de comisiones específicas, para atender necesidades diferentes, en tanto ha evitado la compartimentación, ha probado ser un método eficaz cuando se articula en asambleas generales, convocadas de forma rápida y con importantes niveles de participación.
La elaboración de elementos para un discurso crítico es otro aporte relevante del 15M. En dicha elaboración pueden rastrearse elementos de una «poética de la revuelta» que conjuga de forma creativa un ideario heredado de la izquierda, unas demandas coyunturales nacidas de la insatisfacción de algunos sectores sociales y unos modos expresivos que incluyen desde la poesía al graffiti, pasando por la creación de pancartas (plagadas de humor, crítica incisiva e interpelación directa) como por el uso de recursos teatrales (como el mimo) y la implicación del cuerpo en la protesta.
En ese sentido, constituye una dimensión central del 15M el despliegue de una política del cuerpo en el que la sensibilidad es reconstituida para hacer posible una proximidad con el otro, negada por la productivización del cuerpo. A pesar de la burla o el sarcasmo que estas prácticas propias a una nueva sensibilidad han despertado incluso entre sectores de la izquierda tradicional, inciden en una dimensión fundamental de la vida social: la proxémica que, en nuestra sociedad, tiende a quedar confinada al círculo de la intimidad. Reactivar un cuerpo próximo es, también, apuesta por otros vínculos sociales, en los que el erotismo, la fraternidad y el mutuo reconocimiento no aparezcan como elementos recluidos en una intimidad acorralada sino como dimensión estructurante de lo humano.
En estrecha conexión a lo precedente, aparece en este horizonte una ecología política, ligada no sólo a la reivindicación de los derechos de la naturaleza (absolutamente menospreciados en la política clásica), sino también al derecho a sentirse parte de esa naturaleza maltratada. Si bien algunos grupos han reenviado esas reivindicaciones a un ámbito místico-religioso, son comunes a una sensibilidad social que interpreta la destrucción del medio ambiente como un asunto político de primer orden, en tanto afecta no sólo la vida en común sino la posibilidad misma de supervivencia del género humano.
Aunque la búsqueda de unanimidad ha trabado en varias ocasiones el desarrollo de propuestas que rebasen una lógica de mínimos, siendo un límite que puede y debe superarse, el 15M a través de su estructura asamblearia ha encarnado una alternativa política en la que la pluralidad ideológica no sólo no es vivida como amenaza, sino como condición de una democracia participativa. Contra la disciplina partidaria que llama al alineamiento en bloque, el 15M muestra una opción políticamente relevante y factible: hacer de la pluralidad no un elemento residual que debe permutarse por una unidad, sino  un componente irreductible y central en el proceso de toma de decisiones. Aunque eventualmente ensombrecido por un eclecticismo de corto alcance, y a condición de no convertirse en relativismo, un cierto pluralismo crítico es parte irrenunciable del proceso de radicalización democrática. Esa pluralidad diferencial es condición de posibilidad de la construcción de unas equivalencias discursivas que, efectivamente, apuesten por una construcción contrahegemónica.
El uso de las tecnologías de la información y la comunicación, en particular, de las llamadas “redes y medios sociales” así como de telefonía móvil (como medio fotográfico y audiovisual instantáneo) también es destacable, especialmente por el uso estratégico que miembros del 15M han hecho para burlar o erosionar el bloqueo informativo propiciado por los principales medios masivos de comunicación. Así como los medios no son neutrales con respecto a las finalidades, también puede decirse que las finalidades no son independientes a los medios. Sin esas tecnologías, algunas peculiaridades de estas luchas sociales y políticas no serían siquiera posibles. Desde luego, es un error atribuir un protagonismo desmedido a estas tecnologías, pero el poder de convocatoria y organización descentralizada que han posibilitado es un factor estratégico a considerar.
Finalmente, y sin pretensiones de exhaustividad, también hay que mencionar la participación persistente de una multiplicidad de plataformas en la que preocupaciones tan diversas como las referidas a la vivienda o a la defensa de la inmigración han constituido focos específicos de acción. Forma parte de esta historia por venir la historia de sus conquistas.
6) El porvenir de una revuelta

Ya he enfatizado la importancia de no sobrevaluar las especificidades que el 15M activa ni subestimar los riesgos a los que se expone (desde la asimilación sistémica hasta la disgregación sectaria, la jerarquización de sus grupos, la institucionalización de sus demandas, la indistinción generalizante en sus cuestionamientos o el desvanecimiento de sus reivindicaciones más radicales). Es cierto que el movimiento 15M no ha cambiado de forma estructural el actual estado de cosas: no alteró la hegemonía política de la derecha -consolidada tras la debacle sonora del PSOE-. Tampoco detuvo las reformas laborales y constitucionales en curso, ni generó cambios significativos en la banca. Ni siquiera ha logrado que los actores dominantes del sistema político institucional mostraran la más mínima apertura ante sus demandas plurales, aunque sí lo haya conseguido en partidos como Izquierda Unida y otros partidos locales. Por el contrario, en los dos partidos mayoritarios generó una clara condena por parte del PP y un gesto entre vacilante y represivo del PSOE, a pesar de su retórica demagógica.
En vez de concluir, de lo que se trata es de no prejuzgar el devenir contingente del 15M. Si hablar de «revolución» es más una declaración de intenciones que una realidad, de ahí no se deriva que sea ilusorio referirse a un movimiento que puede devenir-revolucionario. Hay suficientes dimensiones para señalar que está configurándose en esa dirección, sin por ello negar los riesgos que implica la presencia minoritaria de algunos grupos de derecha, ciertos reclamos acotados a un ideario reformista, los componentes teológicos y místicos de algunas de sus identidades, el riesgo de fragmentación interna por disputas de poder o el fantasma de una impugnación indiscriminada de lo político y lo sindical, por poner algunos casos.
Decir que el 15M no cambió nada es falaz. No sólo porque quebró un inmovilismo político apenas interrumpido por alguna huelga aislada con tintes fúnebres, sino también porque instaló como eje de debate público cuestiones apenas debatibles pocos meses atrás, como por ejemplo la reforma del sistema electoral, la relación entre estado y economía (incluyendo la banca) o la relación entre religión, medios de comunicación y estado. Además de esos debates, las intervenciones del movimiento han logrado conquistas puntuales: detener varios desahucios, bloquear las redadas policiales a inmigrantes irregulares, frenar la expulsión de un inmigrante irregular encerrado en un CIE y reflotar la aprobación de la ley patrimonial  (meses antes archivada). En términos más generales, ha logrado un nivel de movilización colectiva sin precedentes en la última década en España, a excepción de las manifestaciones contra la guerra de Irak. Nada de ello conduce a confundir un principio activo de cambio con conquistas sociales e institucionales efectivas. Entre un deseo revolucionario y una sociedad revolucionada hay una distancia radical que sólo la práctica política (no necesaria ni principalmente partidaria) puede mitigar.
Hay múltiples razones para suponer que las indignaciones del presente no se desactivarán en el corto plazo. Las condiciones que han producido esta revuelta pacífica siguen inalteradas. En El porvenir de una revuelta (4), Kristeva apunta: “(…) la revuelta permanente es este reiterado cuestionamiento de sí, de todo y de nada, que aparentemente ya no tiene razón de ser” (op.cit., p. 10).  En el contexto presente, hasta la apariencia de lo injustificado se desvanece. La revuelta tiene múltiples razones de ser.
Un proceso revolucionario, sin ese autocuestionamiento permanente, sólo puede conducir a una nueva forma de ceguera. Rebelarse contra los poderes establecidos constituye un acto de dignidad cuando esos poderes no sólo coartan la libertad de crítica, sino cuando impiden la creación de formas de vida que no se limiten a la mera supervivencia. Ello supone dejar de confinar lo «imaginario» al campo de lo ilusorio, para reconsiderarlo como el tejido significativo que nos permite concebir e instituir otras formas de vinculación social. Forma parte de nuestros desafíos participar en la construcción de un imaginario político que no se agote en la vida concebida como una competición -en la que sólo cuenta el goce privado- sino que apueste por una forma de vida en la que nuestros semejantes deben tener un lugar central y decisivo. En esa apuesta se juega, sin más, nuestro porvenir compartido
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  REFERENCIAS
1 Para profundizar en esta categoría, se puede consultar Laclau, Ernesto, Misticismo, retórica y política, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2006 y Laclau, Ernesto, Emancipación y diferencia, Ariel, Argentina, 1996.
2 PDebord, Guy, La sociedad del espectáculo, Pretextos, Valencia, 2003, p. 38.
3 Debord, Guy, op.cit., p. 35.
4 Kristeva, Julia, El porvenir de la revuelta, Seix Barral, Barcelona, 2000.


Errancia La Palabra Inconclusa Perfiles

ERRANCIA LA PALABRA INCONCLUSA: REVISTA DE PSICOANÁLISIS UNAM Nº 10: DEL JARDÍN DE LAS FLORES DEL MAL: CONTRACULTURA Y REBELDÍA _ Dr. Adolfo Vásquez Rocca D.Phil _ Editor. Ps. Jesús Nava



DEL SUJETO DESECHO AL SUJETO REBELDE




JESÚS NAVA RANERO

“Una palabra a los políticos: mis poemas son gritos de ángeles  y no tienen nada que ver con las digresiones aburridas y materialistas que de ellos se pretende sacar. Los secretos de la fuerza imaginativa del individuo están al otro lado del concepto y de la palabra y son espiritualidad incondicionada que no puede ser comprada. No son de utilidad en este mundo salvo para los que callan y se ponen a escuchar la música de las estrellas. Pequeño girasol muerto ¿cuándo olvidaste que eras una flor? ¿Cuándo contemplaste tu piel y decidiste ser una vieja locomotora impotente? No somos una pálida y polvorienta locomotora desprovista de ideas; en nuestro interior todos somos girasoles maravillosos y dorados...”.
Allen Ginsberg Aullido
La emancipación de la subjetividad de los vínculos ancestrales es inseparable de la tentativa rebelde de recuperar un horizonte de posibilidad; en el campo de la deriva jóvenes asistimos a una búsqueda afanosa de lo singular, a través de lo informe bello de una estética pronunciada en bardas, patineta y espray en mano, con los pelos lacios, torcidos o de punta.
La energía creativa de los jóvenes rebeldes insiste en moverse al margen de la captura.
La oposición modernidad-postmodernidad parece instalarse por fuera del espejo que devuelve una imagen como insatisfecha representación. Los rostros de la juventud se hacen visibles a través de una serie de tonalidades de matices y actitudes que contrastan con la uniformidad o diversidad incipiente de las generaciones anteriores.
Los jóvenes expresan el desborde de la suprema alteridad que los establece como resistentes  o indiferentes a un mundo que no les da lugar ni perspectiva.
La cultura histórica apartada de las exigencias de la vida se configura como una progresiva interiorización fantasmagórica que produce en muchos jóvenes una actitud improductiva, una casi extrema retirada de la acción al adoptar una actitud escéptica, desengañada. La caída del sentido del mundo da lugar a una posición de desencanto que tiene mucho que ver con la  melancolía y la pérdida de realidad. El presente está por ser y por hacer, este es el lío, y la única certeza que se tiene es que la vida si existe está en otra parte.
¿Cómo lanzarse al mar devorador del mundo? parece ser la pregunta arrebatada, quizá desesperada, de la juventud actual.
La globalización abre acuse al Internet y la conciencia computarizada, las redes de la mercadotecnia se proponen establecer consumidores idénticos multiplicando la diversidad.
A la par de las bombas arrojadas en el Medio Oriente llega Disney World y la legión de los “superhéroes”; la televisión con toda desmesura trasmite el genocidio realizado en nombre de la ciencia, la democracia y Dios.
Apertura tercer milenio: el mundo se hace uno; la pasión por vivir se muestra absurda donde el Mercado manda, y las resistencias convertidas en  mercancía  producen reclusión en lo virtual y capital.
Todo se vende; la rebeldía vuelta imagen se exhibe en los escaparates de los más exclusivos almacenes: “Se actual, adquiere moda rebelde”, “Sea exclusivo: moda rebelde de la más exquisita actualidad”, “Sea elegante en la oficina, rebelde en la calle y sensual en la intimidad” Mercadotecnia de la ilusión, apariencia y simulacro.
La deriva rebelde del que apuesta a ser siendo se resiste a la captura.
Jean Baudrillar da cuenta del surgimiento de revueltas que no tiene el perfil tradicional de la llamada lucha de clases, y pone al descubierto otras estrategias de dominación vía procedimientos de exclusión de los jóvenes:
“Otra exclusión: la de la juventud, que de ningún modo es un efecto secundario de la dominación de clase ni de la explotación económica, sino la consecuencia más explosiva del sistema actual; el monopolio jerárquico de la decisión circunscribe cada vez más un término cero de la significación social. La juventud ocupa ese no lugar de la manera más crítica, pero de ningún modo como clase de edad. Si su rebelión tiene por doquier repercusiones, es porque ese no lugar atraviesa todas las categorías sociales. Actualmente en economía, en política, en ciencia, en la cultura, lo crucial es la ausencia de credibilidad que produce las formas de apatía más insospechadas, de rencor social o la rebelión de aquellos a quienes se quitó o a quienes nunca se dio la palabra.”[1]
La crisis económica, política, religiosa, ideológica, traducida en la ausencia de credibilidad en las Instituciones, ha gestado en los jóvenes una desconfianza generalizada ante un presente incapaz de sostener como posible el acceso a una vida no alienada, placentera y digna. Particularmente los jóvenes se saben excluidos; la radical y melancólica expresión “¡NO HAY FUTURO!”, proclamada por los Sex Pistols, dice de su profundo desencanto.
“La melancolía es un mal de frontera, una enfermedad de la transición y del trastocamiento. Una enfermedad de pueblos desplazados, de migrantes, asociada a la vida frágil de gente que ha sufrido conversiones forzadas, y que también ha enfrentado la amenaza de grandes reformas y mutaciones de los principios religiosos y morales que los orientaban. Un mal que ataca a quienes han perdido algo o no han encontrado todavía lo que buscan y, en este sentido, es una dolencia que afecta a los que huyen como a los recién llegados. (…) En la Francia de la segunda mitad del siglo XVII, la melancolía estaba prohibida; el propio rey, Luís XIV, afirmaba odiar a los melancólicos. Tanto el aburrimiento como la melancolía estaban “prohibidos” porque eran síntomas peligrosos que indicaban una tensa calma que bien podía desembocar en rebelión”[2]
Los índices de desempleo, los absurdos e indignantes sueldos que aún conservan el nombre de salarios, el descrédito de la formación profesional como medio de acceso a una mejor forma de vida, la proliferación electrónica de una gran variedad de artefactos e instrumentos para “matar” o “pasar” el tiempo, a la par de la proliferación de drogas distribuidas sin control -incluyendo el de calidad- han multiplicado radicalmente el sin sentido de la realidad que alcanza a muchos jóvenes instalados en la feroz, bulímica-anoréxica, aniquilante apatía.
Pero a la vez han dado origen a manifestaciones de voluntad y de vida que actúan por fuera y más allá de las formas de resistencia y oposición asimiladas y establecidas por los dispositivos de la sociedad de los mercados y el poder: punk, dark, skatos, grafiteros, skin heads, ácratas, anarcos, emos, raperos, ciberpunk, entre otros, parecen empeñados en hacerse ver y su presencia inevitablemente interroga y muestra el sinsentido progresista de los discurso establecidos. Lidia Menapace lo dice del siguiente modo:
“El fenómeno nuevo frente al cual nos encontramos es el de la producción orgánica- mente ligada a la crisis capitalista de un nuevo “subproletariado”. El término, con toda su brutalidad, me parece en todo caso menos falso que el de marginación y menos ideológico que el de segunda sociedad; es un término que expresa la dificultad de construir una relación y una recomposición proletarias, al tiempo que elimina los inmundos análisis según los cuales el movimiento de las mujeres y el movimiento de los jóvenes estarían totalmente dentro de la óptica de la burguesía, serían la última astucia del adversario de clase. ¿Por qué los jóvenes desempleados son una parte del subproletariado? por la misma razón que los define como jóvenes desempleados. Pero además porque el desempleo, al no ser coyuntural, friccional o marginal, sino estructural, produce una cultura, una ideología, un modo de ser permanente y no una simple moda (aunque tenga algunas de las características de lo que se entiende por una moda). A diferencia del subproletariado tradicional, que representaba, para la clase obrera, el “andrajo” fastidiosamente ligado a su condición, el último peldaño al que podía arrojarla una desocupación coyuntural, una crisis cíclica, una enfermedad, un “vicio” como el alcoholismo, el nuevo subproletariado juvenil no es de origen obrero, no es un detritus o un andrajo de la condición obrera degradada; es un producto directo y estructural de la crisis (“somos hijos de la crisis” dicen los indios metropolitanos); es la prueba material de que el capitalismo lo genera estructural y ampliamente. De ahí proviene la cultura de la extrañeza, la irresponsabilidad, la ausencia de mediación política, el desinterés y la incorporación por la cultura organizada, la fortísima exigencia de comunicación colectiva y de producción de nuevos lenguajes (las manifestaciones de teatro callejero, el slogan como mensaje rítmico, la ironía como desacralización de las ideologías); está es la única “producción” permitida a quienes no tienen, y más allá de ello, ni siquiera la esperanza de encontrar un trabajo.”[3]
Nos enfrentamos a la necesidad de hacer legible lo que a primera vista pareciera carecer de legibilidad; esto es, la profunda crisis de los principios ideológicos que establecieron y legitimaron la Modernidad, por un lado, y, por el otro, la caída de los ideales que la hicieron posible. Esta crisis nos enfrenta a la necesidad de formular nuevas lecturas que permitan avanzar en el desciframiento de lo que, por la vía de los hechos, se inscribe en los terrenos de lo inédito. Lo actual demanda actualizar la escucha, la visión y los saberes.
“Lo que se esboza, de esta manera, como un horizonte para el presente siglo es el aumento de la complejidad en la mayoría de los dominios, incluso en los modos de vida, en la vida cotidiana. Por ello, se percibe que hay una tarea decisiva: hacer que la humanidad esté en condiciones de adaptarse a unos modos de sentir, de comprender y de hacer muy complejos, que exceden lo que ella reclama. Esta tarea implica como mínimo la resistencia al simplismo, a los slogans simplificadores, a los reclamos de claridad y facilidad, a los deseos de restaurar valores seguros. La simplificación se nos aparece ya como bárbara, como reactiva.”[4]
Ante la actual estrategia de estado y los mercados, que invita a los jóvenes a consumirse consumiendo, el movimiento de los que se oponen a su avance y se resisten a ser asimilados, realiza sus apuestas por el lado de la rebeldía.
“Rastros de Carmín (de Greil Marcouse) muestra a unos cuantos, entre ellos los punk, como los herederos secretos de corrientes rebeldes, en las que se incluye a los dadaístas, a grupos surrealistas con sus manifiestos a cuestas, a los cátaros. La voz del rock -y la voz del punk- se nutre de múltiples fuentes literarias, musicales y plásticas. En el principio, los compositores y cantantes poseyeron la voluntad de estilo alimentada por lecturas de poetas como Nerval, Rimbaud, Verlaine, o el esfuerzo desesperado del Conde de Launtrémont. La parafernalia de los poetas malditos encuentra su nueva fe, su revolución masiva en los cantantes de rock de los sesenta y principios de los setenta, más que notoria en las letras de rock y en las actitudes de los cantantes. Con su espleen a cuestas, el poeta maldito se electrifica; denuncia que en el mundo industrial no es posible la dicha prometida al amparo de las máquinas. Se trata de una poética crítica, una apuesta por vivir la poesía y no el reino de la razón. Las referencias literarias y plásticas en el rock resultan múltiples. Jim Morrison bautiza como The Doors a su grupo en un homenaje explícito a William Blake. Se trata de cumplir el dictado de Blake: abrir las puertas a la percepción para generar un cambio de conciencia… Y eso significa cambiar el mundo. Morrison lo intentó mediante procedimientos chamánicos, con la fuerza de su palabra poética y con la presentación interminable de un performance que culmina con su muerte. (…) Una concepción que integra el arte a la vida en lugar de meter el arte a los museos o a las salas de conciertos. Bob Dylan lee a los simbolistas franceses, sin olvidar a los beatnik o modelos de poeta maldito, de todo se alimenta el rock y a todos alimenta. Las conexiones son infinitas. De allí vienen esas voces del rock, esas voces que preserva el punk. Y esas voces no sólo comparten un juego de palabras, también comparten la ambición de trastornar un mundo inhabitable y de hacerlo ahora. El rock forma parte de un tiempo en el que surge una cultura que no se asume como parte de un sistema monolítico y alejado de lo popular, sino que se afirma en una multiplicidad de orígenes. Contra quién, contra lo que se acepta como cultura. Nosotros no lo somos, parece aceptarlo, y a la vez, lo somos porque no podríamos dejar de serlo. Una cultura de lo ajeno y lo diferente. (..). Todo se conjunta, en nuestra voz aparecen las palabras que vienen de lejos, desde los goliardos y los herejes medievales, hasta los más delirantes experimentos vitales con la palabra. En lo que cantamos y ritmamos en el rock está lo evidente y lo que no imaginamos. Finalmente, eso podría ser la cultura: la posibilidad de establecer múltiples conexiones, hacia arriba y hacia abajo, hacia todos los lados posibles e imposibles”[5]
Los movimientos producidos por  la rebeldía confrontan y agrietan el dispositivo excluyente de la racionalidad de los mercados y la racionalidad capitalista occidental. Dirá Jean Baudrillard:
“Si estas generaciones excluidas son portadoras de la rebelión, es sobre la base de su aparente irresponsabilidad total. Dicha rebelión puede resultar ambigua si se vive a la manera de la anomia y el fracaso, si ocupa por defecto el margen que el sistema le asigna, o si se institucionaliza como marginal. Pero basta que asuma radicalmente tal forzada exterioridad al sistema para cuestionar, no ya desde el exterior como funcionamiento sino desde el interior, la estructura fundamental de la sociedad, como código, como cultura, como espacio vital interiorizado. Todo el sistema de la producción se ve entonces des-investido y cae al vacío social que él mismo ha producido; toda su posibilidad se hunde en ese no lugar, en esa zona desafectada donde los desechados le devuelven su total desafección. Aquí nace la subversión, en otra parte, mientras que la contradicción trabaja al sistema desde el interior.”[6]  
Ya no hay cima común por habitar, ni lugar previsible para derivar derivas, ni futuros luminosos a la vuelta de la esquina como paraísos de plenitud por alcanzar. La verdad, sea dicha o malestar, ha sido desbordada. De lo que se trata es de sentir la vida y en ella el cuerpo aquí y ahora; de lo que se trata es de darse lugar, de moverse del lugar de esclavo, del lugar asignado, del lugar asumido, del lugar carente de elección, de lo que se trata es de hacerse ver, de mostrarse presentes, de ser diversos sin dejar de ser singulares.
“No sé si sea preciso insistir en que esta edad de razón es edad de desilusión. Se necesitan muchas drogas para producir en el hombre un entusiasmo comparable al que puede producir una fe o una causa. El hombre es poca cosa cuando no se lo mira como un propósito, cuando se lo reduce a un solitario y pasivo consumidor aletargado por el ideal de confort. Después del largo recorrido de la sociedad moderna, con sus urgencias y sus máquinas, con su utilitarismo y su eficacia, con sus drogas industriales que alivian y sus ciudades industriales que enferman, con sus cultos de la salud, de la juventud y de la belleza que en realidad tienden a ser sólo desesperación y fascismo, con sus supermercados frenéticos y sus espectáculos; después del largo recorrido que nos trajo hasta esta conmovedora y siempre frustrada avidez de goces intensos que se llama drogadicción, hasta el ciego conflicto entre la arbitrariedad social y la arbitrariedad individual que se llama terrorismo, hasta este reino positivista del sexo, despojado de toda espiritualidad y vendido como mercancía que se llama pornografía, hasta este desamparo del ser a la vez hastiado y hambriento que se llama sociedad de consumo, nos volvemos hacia el potencial romántico para intentar descubrir en él nuestra grandeza perdida.”[7]
La referencia a una norma trascendente, a un horizonte de carácter universal,  decae a favor de la emergencia de lo singular emancipado del horizonte general de lo establecido como continuidad.
El hacer de los jóvenes va ligado al placer y se muestra en sus  marcas; inscripciones que nombran y horadan la piel o imprimen en el cuerpo una muy particular manera de hacerse presente y tener presente,  emancipación del horizonte establecido de los sentidos, lengua texto, escritura piel, lienzo calles, trazos huella, la ciudad encendida por la letra y su errancia.
“Existen dos modos de padecer, el uno es de los que padecen de exuberancia de la vida, que quieren un arte dionisiaco y asimismo una visión y concepción trágica de la vida, y luego están los que padecen de empobrecimiento de la vida, los que buscan descanso, paz, mar tranquilo, redención de sí mismos por medio del arte y del conocimiento, o bien el éxtasis, la convulsión, el aturdimiento, la locura. A la doble necesidad de los últimos corresponde todo el romanticismo en las artes y en los conocimientos”[8]
Lo mejor que es vivir, dirá Nietzsche (9), es enemigo de lo bueno, que es el viviente concreto. La vida es lo que cambia, el individuo lo que permanece; la vida es lo que deviene, el individuo lo que es; la vida es lo que ocurre en el tiempo, el individuo lo que quiere para sí la eternidad de los límites que lo definen. Para Nietzche (10) la afirmación de la vida es negación del individuo.
Si la relación de la rebeldía con la norma es considerada como negativa, es porque ella da paso a la creación de lo diverso,  de lo “extraño”, impredecible y singular.
La emergencia de un otro movimiento rebelde  que incorpora o resume las apuestas anteriores sin el soslayo de su potencial, toma forma y encuentra, si es posible decirlo así, una inmanente justificación, por la cual,  este indefinido potencial, puede convertirse en el paradigma adecuado de un devenir vital en movimiento, nunca comprensible si se intenta mirarlo desde coordenadas definidas y consolidadas a priori por la tradición. ¿Mirada en acto? En todo caso mirada inquieta a la mira de lo singular revestido de espontaneidad. ¿Épica antigua en la edad moderna? En todo caso recuperación de lo singular en un mundo que ha tendido y tiende toda vez al desprestigio de lo que hace ver, se deja oír o hace escuchar. Celebración cuerpo, celebración borde, y riesgo, reto y confirmación, a veces muerte. Cuando se le captura y establece como moda no es, deja de ser; de ahí la apuesta, la insistencia de la permanente y osada derivación; litoral al encuentro de un otro litoral, multiplicado movimiento real e ideal, serie interminable de búsqueda y encuentro, encuentro y búsqueda…
“Fusión de la pasión privada y la pasión pública, continuo flujo y reflujo entre lo maravilloso y lo cotidiano, el acto vivido como una representación estética, conjunción de la acción y su celebración. Reunión del hombre con su imagen: los reflejos del espejo resueltos en otro cuerpo luminoso. Experiencia de la verdadera conversión: no únicamente un cambio de ideas sino de sensibilidad; más que un cambio del ser, un volver a ser. Una revelación social y psíquica que extiende el límite de la realidad y el dominio de lo posible. El regreso al origen, al principio del principio: ser uno mismo al estar con todos. El hombre, perpetuamente expulsado, arrojado al tiempo y en búsqueda de otro tiempo, un tiempo prohibido, inaccesible: el ahora. No la eternidad de las religiones sino la incandescencia del instante: consumación y abolición de las fechas.”[11]
La fenomenología del hacer de los movimientos rebeldes es indudablemente más compleja de lo que se puede  decir aquí; sin embargo, esto es fundamental, hunde sus raíces en la derrota del vacío de la apariencia y la alienación de la existencia. Aquí la nada, por más contradictorio que parezca, tiene una propia y legitima función, una especial colocación; constata el frágil trasfondo de lo existente y la existencia que hace posible la emergencia, la presencia con sentido eternizante.
El producirse de las resistencias neutraliza la amenaza a la subjetividad;  el deseo se hace presente, se   deja ver;  el estilo, recordemos, es trazo que marca el tiempo. Tras la rueda del tiempo se encubre la monotonía de un mundo social que aparece o se muestra referido como eternidad; ante él y en él, la aparición o manifestación de las resistencias parecen expresiones de disolución a través de las cuales es posible acceder a alguna otra significación. La rebeldía muestra desencanto y reencanto, desencuentro y reencuentro. El universo despojado de espesor recupera su fuerza justo en otra dimensión que lo reinventa: gesto, grafo, pinta, estética del caos, anarquismo, nihilismo o resistencia inútil. Contra la estatización de lo real, como solución categórica final, la apuesta rebelde opone un paradigma estético.
“En verdad que nunca vi algo semejante: vi un joven pastor retorciéndose y jadeando con el rostro desencajado, al que colgaba de la boca una negra serpiente. ¿Vi alguna vez tanto asco, tanto horror cadavérico en un rostro? ¿Estaba quizás durmiendo? EL caso es que la serpiente se le metió en la garganta y se agarró mordiendo el ella. Cogí la serpiente con las manos y tiré; ¡inútil!: no pude sacarla. Entonces se me ocurrió gritar: ¡muerde, muerde! Así grité; y todo mi horror, mi odio, mi asco, mi conmiseración, todo mi bien y mal, gritó conmigo. Y el joven pastor mordió como le aconsejó mi grito, dio un buen mordisco y escupió bien lejos la cabeza de la serpiente. Entonces se puso en pie de un salto... y ya no era un pastor, ya era un hombre: se había trasformado, era un iluminado que reía. ¡Y nunca nadie rió como él sobre la tierra!:”[12]
La rebeldía se presenta como una amplia y compleja tentativa de liberación opuesta a la pérdida de un mundo que no cesa de asfixiar y amenazar.
La rebeldía se articula intentando encontrar el rasgo o resto que sostiene y contiene la singularidad.
La ironía constituye sólo un simulacro de la autodestrucción, asumida como autocreación en función del otro pero también más allá del otro.
La rebeldía trata de una dirección densa y fecunda en un intento de recuperar la concreción de lo singular sostenida en el hacer y la creación, más allá del mandato que establece como norma, una vez que se cumple determinada edad, dejar de ser rodante, acumular fortuna, traer hijos al mundo, adquirir un espacio con excusado propio, vivir para los otros, mostrar diversos títulos, y echar raíz.
“La vida es como una fuente eterna que constantemente produce singularidades y que, produciéndolas, se desgarra a sí misma. Por ello es la vida dolor y sufrimiento: el dolor y el sufrimiento de quedar despedazado lo Uno primordial. Pero a la vez la vida tiende a reintegrarse, a salir de su dolor y reconcentrarse en su unidad primera. Y esta reunificación se produce con la muerte, con la aniquilación de las singularidades. Por eso es la muerte el placer supremo, en cuanto que significa el reencuentro con el origen, que incansablemente produce nueva vida. La vida es, pues, el comienzo de la muerte, pero la muerte es la condición de nueva vida. La ley eterna de las cosas se cumple en el devenir constante. No hay culpa ni en consecuencia redención, sino la inocencia del devenir. Darse cuenta de esto es pensar trágicamente. El pensamiento trágico es la intuición de la unidad de todas las cosas y su afirmación consiguiente: afirmación de la vida y de la muerte, de la unidad y de la separación. Más no una afirmación heroica o patética, no una afirmación titánica o divina, sino la afirmación del niño de Heráclito, que juega junto al mar”[13]
Creación, constatación acto, constatación cuerpo, constatación lúdica, constatación abismo, constatación litoral, constatación recuperación -si es posible decirlo así- de lo verdadero, constatación sensible y superación de las definiciones objetivas de lo subjetivo a través de la subjetividad asumiendo aquí y ahora un rasgo estético, un rasgo trágico.
“El regreso del presente: el tiempo que viene se define por un ahora y un aquí. Por eso es una negación del signo no cuerpo en todas sus versiones occidentales, sean religiosas o ateas, filosóficas o políticas, materialistas o idealistas. El presente no nos proyecta en ningún más allá –abigarradas eternidades del otro mundo o paraísos abstractos del fin de la historia- sino en la médula, el centro invisible del tiempo: aquí y ahora. Tiempo carnal, tiempo mortal, el presente no es inalcanzable, el presente no es un territorio prohibido. ¿Cómo tocarlo, cómo penetrar en su corazón transparente? No lo sé y creo que nadie lo sabe... Tal vez la alianza de poesía y rebelión nos dará la visión. En su conjunción veo la posibilidad del regreso del signo cuerpo: la encarnación de las imágenes, el regreso de la figura humana, radiante e irradiante de símbolos. Si la rebelión contemporánea no se disipa en una sucesión de algaradas o no degenera en sistemas autoritarios y cerrados, si articula su pasión en la imaginación poética, en el sentido más libre y ancho de la palabra poesía, nuestros ojos incrédulos serán testigos del despertar y vuelta a nuestro abyecto mundo de esa realidad, corporal y espiritual, que llamamos presencia amada.”[14]
El juego del espíritu que crea el mundo carece de sentido, pero el espíritu  que no juega a ser creador del mundo carece de realidad y libertad. La subjetividad se convierte con frecuencia en un frágil juego en el que los sujetos se refractan, aceleraciones y detenciones. La subjetividad se convierte en prisionera de su mismo juego de representaciones, lo que afirma es la dimensión de la ilusión de lo incompleto. Es este desmedido dilatarse y complicarse del universo de la subjetividad lo que constituye el aspecto más propio del hacer de los jóvenes rebeldes, ese juego proporciona a sus obras un constante carácter inconcluso acorde al universo de la realidad que no cesa, una y otra vez, de desmentirse.
Nos encontramos ante la tentativa de ampliar los límites de la apariencia estética fundada sobre el horizonte móvil de las obras; no hay fin a manera de arribos definitivos porque el que no baila ignora lo inmediato. La juventud rebelde representa esta otra forma de devenir que constantemente,  movida de lugar, se lanza a la conquista de un otro litoral, de una otra tierra por bailar, de una otra apuesta por ganar siempre perdida.
“La tradición de los jóvenes es más poética y religiosa que filosófica y política; como el romanticismo, con el que tiene más de una analogía, su rebelión no es tanto una disidencia intelectual, una heterodoxia, como una herejía pasional, vital, libertaria.(...) Es su actitud abierta, su sensibilidad más que su pensamiento, lo que es realmente nuevo y único. Creo que en ellos y por ellos despunta, así sea obscura y confusamente, otra posibilidad de Occidente, algo no previsto por los ideólogos y que sólo unos cuantos poetas vislumbraron. Algo todavía sin forma como un mundo que amanece. ¿O es una ilusión nuestra y esos disturbios son los últimos fulgores de una esperanza que se apaga?”[15]
Es este desmedido “moverse de lugar” sin dilatarse lo que constituye el aspecto más propio del hacer rebelde; esa forma de estar y desplazarse dibuja un constante y permanente carácter inconcluso que no cesa de dejar de inscribirse ni de hacerse saber y hacer saber. Dimensión de la apariencia en su forma radical y emancipada como universo fluido en constante transformación.
Esta recreación de la apariencia estética habrá de incorporar también lo “extraño” a un devenir sin límite que configure otra normatividad de lo moderno o posmoderno, más allá del horizonte estable de la Gran Promesa de los paraísos artificiales, llamados Capitalismo, Socialismo, Sociedad de los mercados, Globalización Neoliberal,
“En la rebelión juvenil me exalta, más que la generosa pero nebulosa política, la reaparición de la pasión como una realidad magnética. No estamos frente a una nueva rebelión de los sentidos, a pesar de que el erotismo no está ausente de ella, sino frente a una explosión de las emociones y de los sentimientos. Una búsqueda del signo cuerpo no como cifra de placer (aunque no debemos tenerle miedo a la palabra placer; es hermosa en todas las lenguas) sino como un imán que atrae a todas las fuerzas contrarias que nos habitan. Punto de reconciliación del hombre con los otros y consigo mismo; asimismo punto de partida, más allá del cuerpo, hacia lo Otro. Los muchachos descubren los valores que incendiaron a figuras tan opuestas como Blake, Rousseau, Novalis y Breton: la espontaneidad, la negación de la sociedad artificial y sus jerarquías, la fraternidad (...) la capacidad para entusiasmarse y también para indignarse, la facultad maravillosa, la facultad de maravillarse.”[16]
En el horizonte de lo inacabado, de lo que está en constante devenir no se excluye la nada y lo informe, ni el alcance de la incomprensión y el caos. Una integridad presupuesta desde el inicio como meta a alcanzar contradice la esencia misma de los movimientos rebeldes. Encarnando los múltiples gestos de la modernidad, los rebeldes salvaguardan, haciéndolo propio y al mismo tiempo generándolo, el carácter crítico de su época. Los movimientos rebeldes ceden paso a la alteridad y en el movimiento que conduce al desencanto recuperan su encanto, reavivan su unión y celebran su dispersión y caos.
REFERENCIAS
1 Baudrllar Jean, El espejo de la producción (o la ilusión crítica del materialismo histórico), Barcelona; Ed. Gedisa, 1990, p. 146-147
2 Terrazas Kyzza, La conjura de los melancólicos, México; Complot, núm. 15, abril 2001. p.35.
3 Menapace Lidia, “Por la contradicción”, Revista El viejo topo, No.15, Barcelona; Diciembre, 1977
4 Lyotard J., La posmodernidad, México; Ed. Gedisa, 1989, p.65
5 Banda Víctor Manuel, “Las voces del rock”; Revista Origina, año 9 No. 100, México; Junio 2001 p.18.
6 Op. cit. Baudrillard, Jean.1990, p. 143.
7 Ospina William, “Los románticos y el futuro”,en revista virtual de la UNAM Errancia, núm 0, sección LitoralesMéxico; mayo 2011.
8 Nietzsche, La gaya ciencia, Madrid; Ed. Alianza, 1985, p. 27
9 Nietzche, Así hablaba Zaratustra, Buenos Aires; Ed. Argonauta,1957,p. 17
10 Nietzche, El nacimiento de la tragedia, Madrid;  Ed.Alianza, 1986, p. 70
11 Paz Octavio, Los signos en rotación, Madrid;  Ed. Alianza;1983, p. 303
12 Op. Cit. Nietzsche, Así hablaba Zaratustra,  pág. 201.
13 Op. Cit. Nietszche,  El nacimiento de la tragedia, 1986pág. 141.
14 Op. cit. Octavio Paz, p. 307-308
15 Ibid. pág.303.
16 Ibid. pág.302.

 



 
ERRANCIA NÚMERO DIEZ - 2014. portada
DEL JARDÍN DE LAS FLORES DEL MAL: CONTRACULTURA Y REBELDÍA.
(Número especial). 
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Adolfo Vásquez Rocca - Doctor en Filosofía

VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo

Doctor en Filosofía
Director de Revista Observaciones Filosóficas
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Valparaíso

Adscripción Académica

Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
Universidad Andrés Bello UNAB
Universidad Complutense de Madrid
Eastern Mediterranean University - Academia.edu

Trayectoria Académica
Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía IV, mención Filosofía Contemporánea y Estética.

Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Profesor de Antropología y Estética en el Departamento de Artes y Humanidades de la Universidad Andrés Bello UNAB. Profesor de la Escuela de Periodismo, Profesor Adjunto Escuela de Psicología y de la Facultad de Arquitectura UNAB Santiago. Profesor PEL Programa Especial de Licenciatura en Diseño, UNAB – DUOC UC.
En octubre de 2006 y 2007 es invitado por la 'Fundación Hombre y Mundo' y la UNAM a dictar un Ciclo de Conferencias en México.
Miembro del Consejo Editorial Internacional de la 'Fundación Ética Mundial' de México. Director del Consejo Consultivo Internacional de 'Konvergencias', Revista de Filosofía y Culturas en Diálogo, Argentina.  Miembro del Consejo Editorial Internacional de Revista Praxis. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional UNA, Costa Rica. Miembro del Conselho Editorial da Humanidades em Revista, Universidade Regional do Noroeste do Estado do Rio Grande do Sul, Brasil y del Cuerpo Editorial de Sophia –Revista de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador–.  –Secretario Ejecutivo de Revista Philosophica  PUCV.
Asesor Consultivo de Enfocarte –Revista de Arte y Literatura– Cataluña / Gijón, Asturias, España. –Miembro del Consejo Editorial Internacional de 'Reflexiones Marginales' –Revista de la Facultad de Filosofía y Letras UNAM. –Editor Asociado de Societarts, Revista de artes y humanidades, adscrita a la Universidad Autónoma de Baja California. –Miembro del Comité Editorial de International Journal of Safety and Security in Tourism and Hospitality, publicación científica de la Universidad de Palermo. –Miembro Titular del Consejo Editorial Internacional de Errancia,  Revista de Psicoanálisis, Teoría Crítica y Cultura –UNAM– Universidad Nacional Autónoma de México. –Miembro del Consejo Editorial de Revista “Campos en Ciencias Sociales”, Universidad Santo Tomás  © , Bogotá, Colombia.
 
Miembro de la Federación Internacional de Archivos Fílmicos (FIAF) con sede en Bruselas, Bélgica.  Director de Revista Observaciones Filosóficas. Profesor visitante en la Maestría en Filosofía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. – Profesor visitante Florida Christian University USA y Profesor Asociado al Grupo TheoriaProyecto europeo de Investigaciones de Postgrado –UCM.  Eastern Mediterranean University - Academia.edu. Académico Investigador de la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado, Universidad Andrés Bello. –Investigador Asociado y Profesor adjunto de la Escuela Matríztica de Santiago –dirigida por el Dr. Humberto Maturana. Consultor Experto del Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad (CNIC)– Artista conceptual. Crítico de Arte. Ha publicado el Libro: Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización, Colección Novatores, Nº 28, Editorial  de la Institución Alfons el Magnànim (IAM), Valencia, España,  2008.  Invitado especial a la International Conference de la Trienal de Arquitectura de Lisboa | Lisbon Architecture Triennale 2011. Traducido al Francés - Publicado en la sección  Architecture de la Anthologie: Le Néant Dans la Pensée Contemporaine . Publications du Centre Français d'Iconologie Comparée CFIC, Bès Editions , París, ©  2012. Profesor de Postgrado, Magister en Biología-Cultural, Escuela Matríztica de Santiago y Universidad Mayor 2013 - 2014

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Vásquez Rocca, Adolfo, “La influencia de la Escuela de Frankfurt en Zygmunt Bauman y Richard Rorty: De la Teoría Crítica a la Modernidad líquida y el Pragmatismo norteamericano”, En EIKASIA, Revista de Filosofía, SAF Sociedad Asturiana de Filosofía, Oviedo, Nº 60.

Vásquez Rocca, Adolfo, “Psicopolítica, sociedad sitiada y Movimiento de los Indignados: La modernidad líquida y sus parias. Zygmunt Bauman y Edward Snowden”, En Revista Almiar - III Época Nº 76 - 2014, ISSN: 1696-4807, MARGEN CERO.

Vásquez Rocca, Adolfo, “Derrida: Deconstrucción, différance y diseminación; una historia de parásitos, huellas y espectros”. En Revista Observaciones Filosóficas - Nº 19 / 2014 – ISSN 0718-3712. http://www.observacionesfilosoficas.net/derridadeconstruccion.htm

Vásquez Rocca, Adolfo, “William S. Burroughs y Jacques Derrida; Literatura parasitaria y Cultura replicante: Del virus del lenguaje a la psicotopografía del texto”, En ERRANCIA, La palabra Inconclusa, Nº 9 - 2014.

Vásquez Rocca, Adolfo, "Lógica paraconsistente, paradojas y lecturas parasitarias: Del virus del lenguaje a las lógicas difusas, (Lewis Carroll, B. Russell, K. Gödel y W. S. Burroughs)", En EIKASIA, Revista de Filosofía, Nº 58 – 2014, Sociedad Asturiana de Filosofía SAF, Oviedo, España.

Vásquez Rocca, Adolfo, “Nietzsche y Freud, negociación, culpa y crueldad: las pulsiones y sus destinos, eros y thanatos (agresividad y destructividad)”, En EIKASIA Nº 57, 2014, Revista de Filosofía, Oviedo, SAF.

Vásquez Rocca, Adolfo, "Sloterdijk: el retorno de la religión, la lucha de los monoteísmos históricos y el asedio a jerusalén; Psicopolítica de los bancos de ira, apocalipsis y relatos escatológicos; del fundamentalismo islámico a los espectros de Marx". En Revista Almiar - III Época Nº 75 - 2014, ISSN: 1696-4807, MARGEN CERO.

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Vásquez Rocca, Adolfo, “Zoología Política: Disturbios en el Parque Humano, Cultura de Masas y el modelo amigable de la Sociedad Literaria”, En Revista Almiar, MARGEN CERO, Madrid, III Época – Nº 73 marzo–abril.

Vásquez Rocca, Adolfo, “Peter Sloterdijk: Constitución Psico-inmunitaria de la naturaleza humana, Ciencia Zoológica y Ciencia Pneumática; Deriva biotecnológica e historia espiritual de la criatura”, En Academia.edu, Manuscritos Transversales, 2014, pp. 45–66; y Cuaderno de Materiales, ISSN: 1139-4382, Universidad Complutense de Madrid, Nº 26.

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Vásquez Rocca, Adolfo, " Foucault; 'Los Anormales', una Genealogía de lo Monstruoso; Apuntes para una Historiografía de la Locura.",  En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas - UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID, —NÓMADAS. Nº 34.

Vásquez Rocca, Adolfo, "Sloterdijk: Neuroglobalización, estresores y prácticas psico-inmunológicas", En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas - UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID, Nómadas Nº 35.

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